Maestro de periodistas y autor de una literatura que continúa vigente en los libros y en las pantallas, el escritor tucumano retrató a los grandes ídolos del peronismo y protagonizó picantes polémicas. Una vida signada por la pasión y la tragedia.
Tomás Eloy junto a Borges en Caracas.
El 16 de julio de 1934, hace exactamente 89 años, nacía acaso la pluma más vital que han parido la literatura y el periodismo de Tucumán: Tomás Eloy Martínez. El escritor que supo retratar en sus obras “Santa Evita” y “La novela de Perón” a las grandes figuras del peronismo y a ídolos populares de la provincia como Andrés Bazán Frías, fue un maestro para generaciones de periodistas en todo el continente. Imaginativo y original en sus composiciones literarias y tenaz a la hora de denunciar al poder desde los medios, el tucumano fue protagonista de numerosas polémicas con referentes de la política local. Una obra que se reactualiza en forma de series.
Tomás Eloy Martínez (1934-2010) nació en Tucumán en 1934, hijo de Baldomero Martínez Castro y Lilia Muiño. Recordaba el fuerte vínculo que lo unía a su progenitor que, si bien no era un gran lector, incentivaba la lectura en su hijo. Esa relación estrecha se reproduciría en el trato que él mismo tuvo con sus siete hijos, según ellos lo recuerdan. El incentivo de su padre fue fructífero y coincidió con las aspiraciones más profundas de Tomás Eloy Martínez, que hizo el secundario en el Gymnasium de la UNT y luego estudió Letras en la Universidad de Tucumán, lo que le permitió obtener una maestría en la Universidad de París, Francia.
Según documenta el medio Infobae, primero se desempeñó como crítico de cine en el diario La Nación y luego se destacó como periodista. Muy precozmente, a los 28 años, fue designado como jefe de redacción de la revista Primera Plana, fundada por otro maestro de periodistas, Jacobo Timerman. Luego fue corresponsal en Francia de la editorial Abril y al regresar a la Argentina se desempeñó como director de la revista Panorama. Timerman lo volvió a convocar para su diario La Opinión, donde se hizo cargo del suplemento de Cultura en 1972. Sería su último trabajo en el país antes del exilio, al que partió en 1975. Al regresar a la Argentina, fue convocado para dirigir el suplemento cultural de Página 12, llamado Primera Plana, en 1991. En la última etapa, antes de morir de un cáncer cerebral en 2010, fundó ADN, el suplemento de cultura de La Nación.
Prolífico escritor, mixturó su obra periodística (sostenida en el periodismo narrativo) con la ficción. Su novela “El vuelo de la reina” obtuvo el premio Alfaguara en 2002. Sus obras más leídas se inspiran en su obsesión con el peronismo y, sobre todo, en la figura de Eva Perón. Santa Evita fue llevada recientemente a la pantalla en forma de serie y se puede ver en la plataforma Star Plus.
Mientras ejercía el periodismo y se dedicaba a la literatura no abandonó las tareas académicas: desde 1995 se desempeñó como profesor distinguido en la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, Estados Unidos, y fue director de su programa de estudios latinoamericanos. Su labor como crítico cinematográfico fue reconocida en 2008 al ganar el Cóndor de Plata en honor a su trayectoria.
Contó con el reconocimiento internacional. La Fundación para el Nuevo Periodismo, que había creado Gabriel García Márquez, lo contó como un miembro muy reconocido de su staff. El colombiano lo convocó a fundar un periódico llamado El otro, pero el proyecto quedó trunco. Había participado de las redacciones de Primera Plana y La Opinión -ambas de vanguardia en términos periodísticos- y en su exilio venezolano fundó El diario de Caracas. No fue el único diario que fundó: también creó Siglo 21, de Guadalajara, México.
En Buenos Aires había desarrollado su rol como crítico de cine en el suplemento cultural de Primera plana, que Martínez dirigía (también fue jefe de redacción de la revista). Pero no sólo escribía sobre películas: también las hacía. Fue guionista de El último piso y El terrorista, ambas de 1962. La extensión de sus habilidades lo convirtió en una de las mentes más lúcidas de su generación. La renovación del periodismo cultural que Martínez impulsó llegó a que dirigiera ya más cerca en el tiempo el suplemento Primer Plano, de Página 12, y que fundara el suplemento cultural ADN de La Nación: grandes hitos del género en donde además logró crear grandes redacciones, con las mejores plumas.
“De todas las vocaciones del hombre, el periodismo es aquélla en la que hay menos lugar para las verdades absolutas. La llama sagrada del periodismo es la duda, la verificación de los datos, la interrogación constante. Allí donde los documentos parecen instalar una certeza, el periodismo instala siempre una pregunta. Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar: ésos son los verbos capitales de una profesión en la que toda palabra es un riesgo”, escribía acerca del oficio periodístico en un artículo memorable.
En su exilio en Venezuela, adonde había llegado debido a las amenazas de la Triple A, conoció a Susana Rotker, quiźas el gran amor de su vida, que murió atropellada cuando iba de su mano cruzando la calle. Su texto “En memoria de Susana Rotker” es uno de los escritos más sentidos que pudo realizar cualquier escritor, con el material del dolor de su propia vida. “Cuando empezamos a cruzar la calle, aquel fatídico 27 de noviembre, sentí que algo la arrancaba de mi mano y me golpeaba a mí en los brazos y las piernas. Desperté sobre la línea amarilla que divide la calzada, desconcertado, entre automóviles que pasaban raudos o se detenían bruscamente. Imaginé que ella estaba al otro lado, a salvo. Luego, oí chirriar unas ruedas, corrí como pude, y descubrí su cuerpo hecho pedazos. La imagen de sus ojos abiertos y de su sonrisa de otro mundo me siguen por todas partes, a todas horas. En el instante en que la vi, sentí que la perdía. Habría dado todo lo que soy y lo que tengo por estar en su lugar. Me habría gustado verla envejecer. Habría querido que ella me viera morir”, escribió entonces.
“La amaba”, contó Gonzalo Martínez, uno de los siete hijos de Tomás Eloy Martínez. “Ella ayudó a reunir a la familia; quería que los hermanos lo fuéramos de verdad”. En el recuerdo de Gonzalo, Tomás era algo más que un padre. “Era un amigo, siempre cómplice. Cuando tenía 14 años, al expresar que me interesaba la fotografía, me compró mi primera cámara y siempre incentivó que desarrollara mi vocación”. Un amigo, un padre.
Las polémicas
“Es un ex tucumano”, había sentenciado la ex senadora tucumana Beatriz Rojkés de Alperovich en referencia a uno de los más grandes escritores y periodistas que dio la Argentina, debido a un artículo que no fue de su agrado. “Lamentablemente (Martínez) no le hace bien a Tucumán. Cuando un periodista tiene los medios a su disposición, debe ser muy responsable con lo que dice; independientemente de lo que piensa, deben pensar que primero está Tucumán, y esa es una responsabilidad que permanentemente les pido a los medios”, buscó aclarar la entonces primera dama de la provincia. En lugar de un premio, el Estado le había quitado la tucumanidad.
En enero de 2004, Tomás Eloy Martínez escribió un texto para el diario La Nación sobre los mendigos que el genocida Domingo Antonio Bussi mandó trasladar a Catamarca. “Fuese o no para impresionar a Videla, el pequeño tirano Bussi impartió aquel invierno de 1977 la orden de recoger a todos los mendigos de Tucumán en un camión militar y arrojarlos en los descampados de Catamarca –dijo en el texto-. A cualquiera que conozca la desolación de esos parajes le asombrará la crueldad de la idea. En la región limítrofe entre las dos provincias hay sólo unos pocos árboles espinosos y enclenques. Los animales no se aventuran –agregó-. Apenas oscurece, el aire se torna duro y helado, sobre todo en julio, y durante el día cae un sol de muerte del que no hay cómo protegerse. Se puede andar veinte, treinta kilómetros por ese páramo sin encontrar un alma”, detalló.
Antonio Bussi inició una demanda por calumnias e injurias contra el autor tucumano y reclamó el pago de $ 100.000. Intentó negar toda responsabilidad. Dijo que, “lejos de tratarse de lisiados, tullidos, ciegos y locos”, los desamparados eran, “en su gran mayoría, contraventores de disposiciones municipales y prófugos crónicos de centros asistenciales”. Argumentó además que fueron los propios policías, que actuaron en un exceso de celo, y que decidieron llevarlos para “resolver el problema desplazándolo más allá de la frontera. Yo nunca di la orden, no hay nada escrito”, agregó. Sin embargo, en aquel tiempo, muchas órdenes eran verbales y clandestinas. Durante el juicio, Bussi dijo textualmente que “estas personas alteraban el orden con sus cacharros, sus muñones y su mugre, golpeando tachos, molestaban a las mujeres. Y en un momento un policía en un exceso de celo actuó y los limpió”.
En su crónica, Tomás Eloy Martínez apuntó a Bussi como responsable mayor de aquel desatino y lo llamó pequeño tirano. “Aunque el ex gobernador aceptó en su momento escudarse en la ley de obediencia debida –precisó Martínez en ese texto-, ahora se declaró ofendido por la atribución de una culpa que, según él, era de sus subordinados”.
Perón, de la novela a la serie
A comienzos de este año se anunció la realización de una serie basada en la "La Novela de Perón", el best seller del tucumano que ahora se convertirá en una serie de ficción sobre Juan Domingo Perón. El año pasado se estrenó Santa Evita, también basada en la novela del autor tucumano que se puede ver en Star+.
Zeppelin Studio y Pampa Films compraron los derechos del libro de Tomás Eloy Martínez para desarrollar el proyecto y convertir "La Novela de Perón" en una ficción audiovisual. El guion de la serie estará a cargo de Blas Eloy Martínez, mientras que la producción está encabezada por Lucas Jinkis, de la productora Zeppelin Studio y Agustín Bossi, de Pampa Films.
En su momento, "La Novela de Perón" batió récords de ventas en Argentina, América Latina, Estados Unidos y Europa, y trascendió en el tiempo como una de las miradas más atrapantes sobre la vida de Perón. “Mi padre decía, con exageración, pero con razón, que “La novela de Perón” es el texto que todo extranjero debe leer para entender no sólo a Perón, sino también a la Argentina. Para Tomás Eloy Martínez, la realidad era una maravillosa materia prima y Juan Domingo Perón, el mejor de los personajes”, confesó Blas Eloy Martínez, hijo del autor, en el anuncio de la serie, según indicó Infobae.
La historia inicia el 20 de junio de 1973 cuando el general Juan Domingo Perón regresa a la Argentina tras dieciocho años de exilio en España, acompañado por su esposa Isabel y José López Rega, entre otros. En Madrid deja años de desprecio del régimen de Franco y el recuerdo de una triunfal Eva Perón cuyo cadáver momificado descansa en su propia casa. Perón lleva consigo unas memorias inacabadas y una multitud lo espera en el aeropuerto.