Es bailarín de folclore, pero hace un año decidió cambiar su repertorio para el deleite de turistas y comprovincianos que caminan por el Paseo Histórico de capital.
Eduardo Benito Albornoz, el Gaucho Lalo. (FOTO: Sebastián Ángel)
Faltan 10 minutos para las 13. El sol otoñal brilla fuerte ─como de verano─, y se siente. La gente va y viene por el piso de lajas que descansa frente al lugar donde nació la Independencia argentina. De fondo, un lamento romántico se mezcla con el ruido inconstante de botas golpeando el pavimento. “Si tu mueres primero, yo te prometo, escribiré la historia de nuestro amor con toda el alma llena de sentimiento; la escribiré con sangre, con tinta sangre del corazón”, canta el ecuatoriano Julio Jaramillo, El Ruiseñor de América, mientras Lalo baila vestido de gaucho e invita a bailar a las mujeres que pasan.
El Gaucho Lalo es el nombre que adoptó artísticamente Eduardo Benito Albornoz, el único gaucho que zapatea boleros en Tucumán y, por qué no aventurarse a decirlo, en el país. “Mi espectáculo se llama unipersonal: bailo, toco el bombo, zapateo y la mujer que sepa bailar viene y baila conmigo”, explica, apenas segundos después de recibir el aplauso del público que se agolpó para ver su original puesta en escena.
Hace un año que el gaucho zapatea boleros en el Paseo Histórico. Antes de reconvertirse, bailaba para academias en peñas. “Me cansé de que me usen”, confiesa el gaucho reinventado, que llegó a presentarse en el Festival del Limón de Tafí Viejo, donde compartió escenario con Los Cantores del Alba y Chango Nieto.
Así como el lamento romántico del Ruiseñor de América, Lalo recuerda las derrotas y triunfos amorosos que ofrece la vida a quienes dominan el arte centenario del zapateo. Una vez, hace muchos años, una mujer joven lo rechazó, sin embargo el baile le dio otra oportunidad: “En una peña, no había ido vestido de gaucho, y saqué a bailar a una chica joven, pero me dijo que no. Me senté a esperar la oportunidad, había mucha gente, y a los lejos veo una mujer mayor, muy fina, y yo era pobre. La miraba bien vestida y dentro mío pensaba que si la sacaba a bailar me iba a decir que no. Cuando me doy cuenta ella viene, se me acerca y me saca a bailar, mientras la otra chica miraba sentada atrás”.
El Gaucho Lalo, el único que zapatea boleros, está todos los días frente a Casa Histórica, desde las 8 hasta las 15, y desde las 18 hasta las 22.