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El Plan Belgrano es todo y es nada

OPINIÓN

La partida de José Cano luego de una pobre performance y la demora en la asunción de Carlos Vignolo, nuevo titular del programa nacional, dejan en evidencia una iniciativa vacía de intenciones y llena de maniobras publicitarias.


Un ente facilitador, de coordinación; una repartición para acercar a las partes, en este caso las provincias con el Gobierno de la Nación. Una etiqueta, un rótulo, un simple sello que se estampa en una obra ya finalizada. Eso es el Plan Belgrano.
 
Un plan de "reparación histórica" para el norte argentino, una zona postergada. Así se vendió el programa nacional durante la campaña presidencial de Mauricio Macri en 2015. Este viernes José Cano, el tucumano que pudo saldar la deuda eterna de Buenos Aires con la región, dejó su cargo al frente del programa con rango ministerial con una marca "extraordinaria": 12 obras, nueve en marcha y tres finalizadas. Todo esto en un año y medio de gestión, y sólo en cinco de las diez provincias a las que estaba dirigida la iniciativa.
 
A Cano le mintieron, o se mintió a sí mismo. Quiso autoconvencerse de algo que no era, utilizando el poder marketinero de Cambiemos para convertir un montículo de arena en un oasis. Sabía desde un comienzo de la imposibilidad de la repartición para llamar a licitación y, por ende, ejecutar cualquier tipo de trabajo. Sin presupuesto, más que para mantener a sus trabajadores.
 
El Plan Belgrano no superó ni cualitativamente a las obras que se venían ejecutando en gestiones anteriores. Ni hablar del aspecto cuantitativo. No supo diferenciarse tampoco en el tipo de trabajos llevados adelante. Si el pavimento y el cordón cuneta fueron la marca registrada del kirchnerismo, al menos en Tucumán, el programa dirigido por el radical tucumano resultó ser demasiado diverso, evidenciando una clara falta de previsión y una filosofía de programar "sobre la marcha".
 
El propio Cano admitió incluir obras no contempladas en el plan inicial, como es el caso de Potrero El Clavillo, una de las grandes obras postergadas por el gobierno provincial, y actualmente paralizada por problemas administrativos entre la Provincia y la Nación.
 
Cloacas, iluminación, pavimento, puentes, parquizado, ampliación de aeropuertos, entrega de ambulancias. Aumento del corte de alcohol en nafta, incremento de los fondos per cápita para ciudadanos del norte. Vacunas y hasta el regreso del limón tucumano a Estados Unidos (Cano fue el encargado de anunciar la noticia sin tener ningún tipo de injerencia en el logro). A simple vista lo que se denomina a sí mismo como un "plan" parece no ser tal, es un espacio que avanza sin brújula y espera que las obras finalicen para estampar el sello.
 
La diversidad denota falta de previsión; y la falta de previsión, una desidia muy similar a la de gestiones pasadas. En 582 días desde su creación, el programa sólo culminó tres obras, aunque rotuló incontables actividades con la bandera del prócer tucumano. El Plan Belgrano es todo y es nada a la vez.
 
El cambio de mando se realizó un viernes y el nuevo titular, el correntino Carlos Vignolo, viajará recién el lunes a Buenos Aires para seguir "coordinando", verbo más utilizado por el programa nacional desde hace un año y medio. El actual Ministro Coordinador ─otra vez─ de Gabinete de Corrientes no sabe precisar su fecha de asunción. "La verdad no puede precisar fecha de asunción ni nada por el estilo, estamos trabajando para poder iniciar la transición lo más ordenado posible", sostuvo en una entrevista con Radio Sudamericana, replicada por El Litoral. No hay apuro por saldar la deuda con el norte argentino.
 
José Cano admitió no haber cumplido el objetivo, una meta que sólo se planteó como estrategia publicitaria. El radical espera que Vignolo haga lo que él no pudo: alinear a los gonernadores con el gobierno nacional para la concresión de obras. Hasta eso, el Plan Belgrano continuará siendo un verbo utilizado por dirigentes que gustan de las reuniones y viajar en primera clase.

Un ente facilitador, de coordinación; una repartición para acercar a las partes, en este caso las provincias con el Gobierno de la Nación. Una etiqueta, un rótulo, un simple sello que se estampa en una obra ya finalizada. Eso es el Plan Belgrano.

Un plan de "reparación histórica" para el norte argentino. Así se vendió el programa nacional durante la campaña presidencial de Mauricio Macri en 2015. Este viernes José Cano, el tucumano que pudo haber saldado la deuda eterna de Buenos Aires con la región, dejó su cargo al frente del programa con rango ministerial con una marca "extraordinaria" de 12 obras, nueve en marcha y tres finalizadas. Todo esto en un año y medio de gestión, y sólo en cinco de las diez provincias a las que estaba dirigida la iniciativa.

A Cano le mintieron, o se mintió a sí mismo. Quiso autoconvencerse de algo que no era, utilizando el poder marketinero de Cambiemos ─por demás falible teniendo en cuenta el papelón de Zaimán─ para convertir un montículo de arena en un oasis. Sabía desde un comienzo de la imposibilidad de la repartición para comenzar un proceso licitatorio y, por ende, ejecutar cualquier tipo de trabajo. Sin presupuesto, más que para mantener a sus funcionarios, la repartición no es más que un espejismo que depende de otros ministerios para no desaparecer.

El Plan Belgrano no superó ni cualitativamente a las obras que se venían ejecutando en gestiones anteriores. Ni hablar del aspecto cuantitativo. No supo diferenciarse tampoco en el tipo de trabajos llevados adelante. Si el pavimento y el cordón cuneta fueron la marca registrada del kirchnerismo, al menos en Tucumán, el programa dirigido por el radical tucumano resultó ser demasiado diverso, evidenciando una clara falta de previsión y una filosofía de prever "sobre la marcha".

El propio Cano admitió incluir obras no contempladas en el plan inicial, como es el caso de Potrero El Clavillo, una de las grandes obras postergadas por el gobierno provincial, y actualmente paralizada por problemas administrativos entre la Provincia y la Nación.

Cloacas, iluminación, pavimento, puentes, parquizado, ampliación de aeropuertos, entrega de ambulancias. Aumento del corte de alcohol en nafta, vacunas, lucha contra el narcotráfico y hasta el regreso del limón tucumano a Estados Unidos (Cano fue el encargado de anunciar la noticia sin tener ningún tipo de injerencia en el logro). A simple vista lo que se denomina a sí mismo como un "plan" parece no ser tal, sino un organismo que avanza sin brújula y espera que las obras finalicen para estampar su sello.

Tampoco pudo equiparar la balanza entre las provincias del norte y Buenos Aires. En 2016, entre fondos para obra pública a las provincias por medio de las transferencias de capital y la inversión real directa, además del Fondo Federal Solidario (FFS) que se distribuye por ley automáticamentede, el norte argentino recibió un 30% mientras que Buenos Aires recibió un 34%. Sin embargo, teniendo en cuenta el monto por habitante, los norteños recibieron un 25% más que los bonaerenses. La diferencia es mucho menor que durante el kirchnerismo, cuando era del 76%. Es decir que el programa que era conducido por Cano no sólo no logró un equilibrio, sino que recortó la brecha en favor de la provincia gobernada por María Eugenia Vidal.

La diversidad denota falta de previsión; y la falta de previsión, una desidia muy similar a la de gestiones pasadas. En 582 días desde su creación, el programa sólo culminó tres obras, aunque rotuló incontables actividades con la bandera del prócer tucumano. El Plan Belgrano es todo y es nada a la vez.

El cambio de mando se realizó un viernes y el nuevo titular, el correntino Carlos Vignolo, viajará recién el lunes a Buenos Aires para seguir "coordinando", verbo más utilizado por el programa nacional desde hace un año y medio. El actual Ministro Coordinador ─otra vez la palabrita─ de Gabinete de Corrientes desconoce cuándo asumirá. "La verdad no puedo precisar fecha de asunción ni nada por el estilo, estamos trabajando para poder iniciar la transición lo más ordenado posible", sostuvo en una entrevista con Radio Sudamericana, replicada por El LitoralNo hay apuro por saldar la deuda con el norte argentino.

José Cano admitió no haber cumplido el objetivo del Plan Belgrano, desde un comienzo incierto, y planteado como estrategia publicitaria. El radical espera que Vignolo haga lo que él no pudo: alinear a los gonernadores con el gobierno nacional para la concresión de obras. Hasta eso, el Plan Belgrano continuará siendo un verbo utilizado por dirigentes para organizar reuniones y viajar en primera clase.

Si la intención del máximo referente de Cambiemos en Tucumán era utilizar su puesto nacional como plataforma política para la gobernación en 2019, debe saber que tiene una deuda enorme con los tucumanos. El daño se medirá en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias de agosto y, posteriormente, en las elecciones legislativas en octubre.