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Tucumán, no lo entenderías

Sólo acá

Felatios clandestinas en el parque, un Cristo recorre Yerba Buena cargando su cruz, un médico rompe la cuarentena y le importa un choto como también, quizás, a los que organizaron una riña de gallos y a las bailarinas de zumba que se vieron interrumpidas por la policía. Cuando la pandemia nos pone todavía más bizarros.





Macondo quién te juna. Acá, en Tucumán, la realidad no tiene mucho que envidiarle a los desbordes imaginativos del Nobel colombiano Gabriel García Márquez y su famoso pueblo de fantasía donde todo parecía posible. Sí, ya sabemos que eso de que la realidad supera a la ficción es un lugar común, pero si hay un lugar fuera de lo común es esta comarca colmada de sol, perfume de azahar, calles alfombradas de pétalos de lapachos, lluvia de cenizas, sánguches de milanesa, personajes variopintos y grandes artistas del idioma con la rítmica poesía de un eh ura qué pingo mirá cajeta o un hacete culiá vo, vo y vo. En fin, Tucumán en su esencia visceral, exuberante, violenta, polémica y mágica. Todo eso que nos hace ser lo que somos y que ahora se refleja en esta nueva sección de noticias que son piezas irremplazables del rompecabezas de nuestra identidad. Esta vez, cuando la pandemia nos puso bizarros. O mejor, más bizarros todavía. 

Yisus contra el Covid 

En Tucumán, lo sagrado convive con lo profano. Corría la segunda semana de abril, más precisamente el último viernes santo, y Sergio Hernández armaba su cruz de hierro para recorrer a lo largo la avenida Aconquija en un Vía Crucis personal que sorprendió a todos durante el aislamiento social, en aquel entonces mucho más estricto que ahora. “Claro que me decían que los científicos son los que deberán encontrar la cura a este virus. ¿Pero quién tiene que iluminar a los científicos? Cristo. Si el camino no es Cristo, ¿quién es? Fue entonces que pensando en todo esto, me dije: ‘Lo voy a hacer’. No quería sonar como alguien orgulloso, pero le pedía a Dios que me ayudara, que esta idea en realidad fuera de Él”, explicaba a este diario luego de haber recorrido tres kilómetros con los pies descalzos y una cruz pesada en los hombros en su solitaria procesión. 

Chupate esa mandarina 

Pero así como hay hombres y mujeres de fe, también los hay de aquellos que se entregan a prácticas non sanctas de acuerdo con los estrictos códigos de la moral y las buenas costumbres. Así lo denunció, indignado, un hombre ante las cámaras de televisión. Fue en julio, cuando los telos permanecían con las puertas cerradas y las sábanas frías y los propietarios exigían al COE (Comité Operativo de Emergencia) que les permitan reabrir. El reclamo era justo, claro está, pero la protesta no estuvo exenta de exabruptos. Estas fueron las palabras que ruborizaron a más de uno del otro lado de las pantallas: “Yo observo que en el Parque 9 de Julio y, con todo respeto, porque ya la verdad que tengo los huevos por el piso, se están haciendo chupar la ya saben qué ¿eh? ¿Y entonces cómo es el asunto? Se hacen chupar el pingo”. Así como lo leen. 

Allá están entrando

Y del Cristo del parque a las felatios a cielo abierto, pasamos a otros que rompieron el aislamiento social. Como fue el paradigmático caso del díscolo galeno Ernesto Prebisch y su irreverencia verbal cuando se le prohibió el acceso al country Los Azahares. El episodio fue en abril pasado y quedó registrado ante las cámaras. "¡Yo te voy a curar cuando te estés muriendo!", comienza el médico a los gritos ante el portero del country donde pretendía entrar. Al impedirle el ingreso, explota: "¡No voy a ir un pingo afuera!". "No va a entrar", se planta el portero de seguridad. "¡A no que no voy a entrar! ¡A no que no voy a entrar! Mirá vos que yo no voy a entrar porque vos lo digas. Me importa un choto. Avise que he venido, yo voy a entrar cuando se me cante el pingo", lo insulta el médico con residencia en Yerba Buena. No conforme con eso, en agosto, el médico de la bicicleta al que se la sale la cadena seguido, reincidió y de nuevo fue protagonista de un episodio polémico. ¡No hay quién lo pare!

Más turbio que el Salí

El Cristo autóctono, personas entregadas al goce de manera impúdica y un doctor al que le importa un choto todo ¿Qué sigue? En septiembre, mientras la pandemia se ponía cada vez más brava en la provincia y continuaba la restricción de realizar reuniones sociales, hubo alrededor de cincuenta personas a las que eso no les importó demasiado y se juntaron de manera clandestina para organizar ¿Una cadena de oración? ¿Un asado? ¿Una colecta? Nada de eso: Una riña de gallos. Si la actividad ya era clandestina durante la vieja normalidad, en tiempos del coronavirus es doblemente ilegal. Fue en Banda del Río Salí y el evento, bien clandestino, como reza el titular de la noticia, fue interrumpido por la policía. Con la timba a otra parte, no quedó ni una pluma sin secuestrar. 

Tirate un paso 

Y siga el baile nomás. Como si no fuera suficiente con esta sucesión de hechos bochornos, otra vez la Banda del Río Salí fue el epicentro del escándalo. En esta oportunidad, once practicantes de zumba fueron descubiertas infraganti por la policía mientras tiraban unos pasos siguiendo la cadencia pegadiza de esos ritmos tropicales. La nota que retrata aquel episodio rezaba: las alumnas se mostraron arrepentidas ante el celular del efectivo que las filmaba: “Ya nos vamos”, respondieron. Y así lo tuvieron que hacer y el club Concepción BB fue clausurado. 

De esta manera queda inaugurada esta sección periodística que retrata una parte de nuestra realidad convulsionada, intempestiva, a veces, incomprensible. Y sí esto es Tucumán, donde los límites entre la realidad y el meme son cada vez más difusos. Y no lo entenderías.