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"Esto no ha hecho más que amplificar nuestra lucha": Margarita libre y el reclamo que se repite

AMENAZA AMBIENTAL

La cacique de la comunidad originaria de El Mollar contó cómo fue su detención y qué le prometieron luego de su liberación.

Margarita Mamaní, cacique de la Comunidad Originaria de El Mollar.





Cuando aparecí yo, vinieron todos los efectivos que había. Han ido directamente por mi cabeza, todavía no se había hecho el corte”, recuerda Margarita Mamaní, cacique de la comunidad originaria de El Mollar, sobre su última detención o demora, como han preferido llamarle las autoridades policiales de Monteros, dependencia policial en donde estuvo alojada durante varias horas sin explicación alguna.

Todo ocurrió cerca de las 5 de la madrugada del viernes. La dirigente indígena recién se apersonaba en el kilómetro 48 de la ruta provincial 307, pasando el puente Mendilaharzu. Se había corrido la voz sobre las medidas que tomaría la comunidad y los vecinos de la localidad calchaquí por el basural a cielo abierto y con vista al dique que durante años ha sido la pesadilla de todo aquel que habita o pasa por uno de los más bellos paraísos que tiene Tucumán.

Todo pasó muy rápido, a diferencia de 2020, cuando Mamaní se encadenó en plena ruta para evitar que turistas disfrazados de vecinos tafinistos o propietarios preocupados por presuntos robos violaran la cuarentena por Covid-19 y llevaran el virus a los valles. Esa vez también se ordenó su detención, pero la medida de fuerza duró algunos días hasta que la Policía liberó el paso.

“Han empezado a empujar a la gente, me han agarrado de los pies y manos, hombres policías porque no había presencia femenina; me tiraron en la camioneta toda maltratada”, describe la cacique a eltucumano. Fueron segundos que parecieron horas, minutos de desesperación por saber a dónde la llevarían. Nadie contestaba a sus preguntas. Nadie hablaba, no emitían palabra alguna. Solo el sonido de la radio de fondo y Margarita incomunicada en la parte de atrás de una camioneta tras un operativo ordenado y supervisado por el propio ministro de Seguridad de la Provincia, Eugenio Agüero Gamboa.

No me querían decir a donde me llevaban, me quitaron mi celular. Cuando llegamos a la Comisaría de Monteros me dejaron en la cocina. Le pedí a una policía del lugar que me quería quitar ropa, porque estaba muy abrigada para el tiempo que hacía en ese momento”, relata Margarita, que en ese momento comenzó a abanicarse con todos los documentos y fotos que prueban que el basural a cielo abierto, que resiste a pesar de las infinidades de reclamos y hasta a las recomendaciones de la Defensoría del Pueblo, no debería estar en el lugar que sigue estando.


El jefe de zona no sabía por qué me habían traído, me decían que estaba demorada, no presa ni detenida”, señala Mamaní, cuyos familiares no podían dar con su paradero a causa de la mala información que, asegura, les brindó la propia Policía. “Les dijeron a mis hijos que estaba en Amaicha, después en Famaillá; querían someterme al miedo”, se lamenta la cacique a la que, más tarde, le informaron el inicio de un proceso judicial por el cargo de “desobediencia judicial y otros delitos”.

“Ha sido un atropello contra una dirigente indígena por defender los derechos de la gente. Siento mucha impotencia. Me trataron como una tonta ignorante, sin decirme qué pasaba; esto pasó en tiempos de militares”, recrimina Margarita sobre el accionar policial y judicial.

Reunión con el gobernador

Luego de varias horas demorada, Margarita Mamaní recuperó su libertad y también su celular. Fueron sus hijos los primeros en recibirla. Con ellos fue hasta un bar a tomar un café cuando le sonó el teléfono. La voz de Hugo Ledesma, subinterventor de la Caja popular de Ahorros sonó del otro lado de la línea. Le informaba que el gobernador Osvaldo Jaldo la esperaba en Casa de Gobierno.

“El gobernador dice que va a sacar ese basural, les dijo a las autoridades que trabajen junto conmigo. Él dijo que está dispuesto a trabajar, que le dé tiempo, quizás en tres meses o antes dice que van a tener una nueva planta recicladora”, cuenta Mamaní sobre el compromiso asumido por el primer mandatario provincial durante el encuentro en su despacho.

Un compromiso a un reclamo que tiene origen en 2002 y que desde ese entonces tiene por lo menos dos recomendaciones de la Defensoría del Pueblo para cambiar de sitio el basural por todos los efectos nocivos que tiene para la salud de la población.


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Grandes diferencias

A pesar del compromiso asumido por el gobernador, Margarita Mamaní no se permite estar tranquila. Por el contrario, apunta a las grandes diferencias que hacen desde el gobierno a iguales modalidades de reclamos. “¿Por qué cuando cortan la ruta los limoneros no son reprendidos como a mí? Me cortan las piernas y brazos”, reclama la cacique.

“Ayer seguían las puertas abiertas para que sigan tirando basura. Espero que no nos sigan vendiendo espejitos de colores”, señala Mamaní sobre la presencia del basural, al tiempo que destaca la labor comunitaria que realizan desde la comunidad originaria que preside por elección de su gente, un trabajo cuya competencia pertenece a otras reparticiones estatales. “Nosotros como comunidad abastecemos de agua a más de 400 vecinos de El Mollar”, destaca y se refiere al delegado comunal Jorge Cruz, quien, asegura, justificó su detención. 

“Este dolor que me han causado hay que pensarlo mucho. Yo también soy elegida por mi pueblo para ser representante. Nosotros lo diferente es que lo llevamos en la sangre y lo hacemos ad honorem. Es una lucha constante, el delegado no tiene nada que decir de mí. Yo no lucro, solo defiendo los derechos de mi gente; esto no ha hecho más que amplificar nuestra lucha”, concluye Margarita Mamaní libre a eltucumano, desde donde agradece todos los mensajes recibidos de comunidades originarias a lo largo y ancho de Latinoamérica.