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"Los hago responsables de mi salud": La cacique de El Mollar se encadenó

Tensión en Tafí del Valle

Un juzgado de Monteros ordenó la detención Margarita Mamaní y su comunidad salió a apoyarla en el bloqueo que llevan adelante en la ruta 307. “Mienten que les roban para venir y quedarse. Están entorpeciendo nuestra lucha”, denunció la cacique que se esposó para no ser llevada por la policía.

Margarita Mamaní resiste a la medida judicial.





Es de tarde en los valles, con la caída del sol ha llegado el frío y una llovizna cada vez más incipiente que moja a la cacique de la comunidad indígena Diaguita de El Mollar, Margarita Mamaní, y a las más de 150 personas que han copado ahora la ruta 307 a la altura del puente Ingeniero Roberto Robles Mendilaharzu para impedir que la policía detenga a la máxima representante de la comunidad por orden del Centro Judicial de Monteros a cargo de Mario Velázquez. Margarita acaba de encadenarse a una valla mientras sus hermanos corean su sombre y gritan: ¡resistencia! Del otro lado de las vallas, alrededor de 40 efectivos esperan para llevársela y hacer cumplir la orden judicial. 

Son 41 los días que Margarita y los miembros de su comunidad llevan apostados ahí en una carpa para controlar el ingreso de gente a los valles y proteger así a los habitantes de la zona de la posible llegada del coronavirus. La restricción de circular es sólo para aquellos que no son residentes, aclara, productores, proveedores, personal de la salud, de seguridad y productores transitan libremente por la zona. Pero desde hoy a las 10, las fuerzas de seguridad han llegado hasta el lugar con la intención de desarmar el bloqueo y llevarse detenida a la cacique. Por eso, las cadenas, aún con el frio y la lluvia: “Yo me he encadenado porque el Estado no ha respetado nuestra lucha contra esta pandemia que amenaza a todo el mundo. Han venido con una orden para mi detención y quieren desarmar la carpa. No he matado ni he robado, sólo estoy protegiendo la salud de la población del valle”.

“Están hostigando a mi persona y violentado los derechos de la mujer. Hay gente que nos está amedrentando y calumniando. Yo soy defensora de los derechos de las comunidades originarias del valle y hago responsable de mi salud y la de toda la gente que está acá al doctor Velázquez y a todo el poder judicial”, denuncia Mamaní. Contradictoriamente a las medidas que la cacique y los miembros de su comunidad vienen llevando desde el momento en que se decretó la medida de aislamiento social obligatorio, la causa en su contra con fecha de ayer se titula por “violación de medidas contra epidemias” y establece su detención domiciliaria. Los delitos que se le imputan son: violación de medidas para impedir la propagación de una pandemia, impedimento y/o entorpecimiento al transporte de personas por tierra, usurpación de autoridad e instigación a cometer delitos. Sin embargo, lo que la comunidad del valle ha hecho no es más que replicar en su territorio las mismas restricciones que se han aplicado a nivel provincial y nacional para evitar la propagación del virus. 


El conflicto se inició días atrás con denuncias que alertaban sobre una serie de robos en algunas casas de veraneo de la villa. De acuerdo con Mamaní, según consta en la comisaría de El Mollar, se trataría de tres denuncias, aunque hasta el momento no se habría podido constatar ningún robo. “Nosotros hemos dejado pasar veinte camionetas con personas que vinieron y comprobaron que no había ningún robo. Son todas mentiras, es la misma gente que quiere venir de veraneo a pasar la cuarentena acá la que dice que les roban cosas y los poderes judiciales les prestan oído a los que tienen poder adquisitivo. Mienten que les roban para venir y quedarse. Están entorpeciendo nuestra lucha”, enfatiza la cacique quien también desmintió los rumores acerca de que estaban impidiendo el paso de ambulancias y proveedores. Según explica, aquellos que poseen viviendas en el lugar fueron autorizados a pasar por un par de horas para constatar sus domicilios acompañados por policías. 

“La salud es lo más esencial para todos, si nosotros no hubiésemos tomado esta medida vendría toda la gente. Gracias a la Pachamama acá no hubo ningún caso del virus en nuestro valle. Esto es un cierre de paso, no un corte, lo que pasa es que mucha gente con residencia en la ciudad quería hacer la cuarentena acá”, aclaró la máxima referente de la comunidad. La cacique está en el bloqueo desde el primer día y, desde entonces, sólo ha vuelto a su casa a bañarse para volver hasta la carpa a custodiar el ingreso. En los primeros días de declarada la cuarentena, impidieron el ingreso de contingentes de turistas extranjeros como un grupo de chilenos y de alemanes. Pero el principal inconveniente se ha dado por la insistencia de los tucumanos que quieren acceder a sus casas de fin de semana. Según Mamaní, muchos aprovechan las horas de la madrugada para intentar ingresar de manera violenta y eso ha generado varios incidentes con los miembros de la comunidad: “El domingo pasado hemos sufrido porque ha venido un señor en una camioneta 4x4 y se ha bajado con un cuchillo. Era un señor que estaba en estado de ebriedad y que se fue y dejó la camioneta. También hubo varios que se han disfrazado de policías y de médicos para pasar a las casas. Dicen que estamos rompiendo el aislamiento, pero al aislamiento no lo podemos hacer porque van a venir a meterse acá. Vienen a las una, a las dos, a las tres de la mañana y quieren tirar la vallas. Nosotros lo que estamos haciendo es cuidar a la gente que vive acá de acuerdo a lo que ha establecido el gobierno nacional”. 


Margarita tiene 56 años y es cacique de la comunidad indígena Diaguita de El Mollar desde 2014 donde fue proclamada por sus miembros. El respaldo de los miembros de du comunidad es evidente por la cantidad de gente que la acompaña en estos momentos en la ruta para impedir su detención. “Los cóndores vienen todos los días por acá y sobrevuelan para darnos aviso de que podemos vencer al coronavirus, es una señal que ellos nos dan”, afirma Mamaní para dar cuenta de que la Pachamama está del lado de su lado y del lado de sus hermanos. Lo dice mientras sigue encadenada en la noche fría del valle y contra los embates de la policía que amenaza que llevársela: “Nos duele esta injustica. Yo voy a seguir encadenada aquí hasta que el Estado provincial y nacional tome justicia sobre mi persona. Los hermanos están resistiendo, los hermanos no quieren que me detengan”.