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"¿Puede oler?": así se buscan casos sospechosos de Coronavirus en La Costanera

LA PANDEMIA EN TUCUMÁN

Los chicos confunden los termómetros con pistolas de juguete. Desde la caja de una camioneta, Gustavo repite las medidas sanitarias y anuncia el operativo del Siprosa, que salió a buscar casos sospechosos de COVID-19 en uno de los barrios más postergados de Tucumán. Alcohol, vinagre y lavandina. La tensión del momento y las respuestas.

"¿Puede oler?". Foto: Franco Olea para eltucumano.com





"Lavado de manos con agua y jabón frecuentemente, estornudar o toser en el pliegue del codo, desinfectar los objetos que se usa con frecuencia, todo aquello que llevamos con nosotros diariamente, ventilar los ambientes... recuerden que hoy nos visitan los agentes sanitarios del Siprosa", repite Gustavo Cortez desde la caja de una camioneta por las calles de La Costanera, emulando quizás a Nahuel y la voz de bronce, cobre y plomo de Tucumán.

La camioneta se queda sin nafta y pincha una rueda. Todo se hace cuesta arriba y cuesta el doble. Los vecinos escuchan, las señoras salen de sus casas, los niños frenan a su paso. Detrás de la camioneta que traslada a Gustavo, van entrando a La Costanera los médicos y agentes sociosanitarios del Siprosa, acompañados por referentes barriales y agentes de Gendarmería.

El barrio Costanera Norte es uno de los barrios más postergados de San Miguel de Tucumán. El Ministerio de Salud de Tucumán lanza desde aquí el operativo Búsqueda Activa de Febriles (BAF) para detectar vecinos con síndrome febril o pérdida del olfato, síntomas del COVID-19. La base se sitúa a la vera de la avenida Gobernador del Campo al 1.700, camino al Aeropuerto Benjamín Matienzo. "Esta es la parte linda, para adentro es más picante", advierten los mismos vecinos.

Las calles de La Costanera fueron pavimentadas años atrás para facilitar los accesos al barrio, en el marco de un plan de obras que anunció la exvicepresidenta Gabriela Michetti en 2016 y que anunciaba la puesta en valor del río Salí, el equipamiento urbano de la costanera y la instalación de espacios de recreación en los barrios vulnerables de la ciudad, bajo la tan mentada "Pobreza Cero". Ahora, los vecinos, sorprendidos por el despliegue del Siprosa, esperan en las puertas de sus casas, los chicos en bicicleta o sentados en las veredas ven llegar a los agentes sociosanitarios, conocen y saludan a los referentes barriales que los acompañan. En una casa no responde nadie, y la vecina del frente sale al rescate y avisa que a esta hora ahí no hay nadie. 

Los agentes golpean las manos y los vecinos salen a su encuentro: primero, se les toma la temperatura. "Mirá la pistola de juguete", le dice un niño a otro por lo bajo. Luego, se les pregunta si estuvieron en contacto con alguien que haya estado de viaje –especialmente desde zonas con circulación comunitaria-  y se los somete a una prueba de fuego: "¿Puede oler?", les preguntan. Deben distinguir entre alcohol, vinagre y lavandina para corroborar que no hayan perdido el olfato. Tras las pruebas de rigor, se les entrega un kit que incluye alcohol en gel, jabón, barbijos y las mismas recomendaciones sanitarias que les impartía Gustavo desde su camioneta.

Alcohol, lavandina y vinagre para corroborar que no haya pérdida del olfato. Foto: Franco Olea para eltucumano.com
Los agentes sociosanitarios junto a los referentes barriales, casa por casa. Foto: Franco Olea

Gustavo trabaja en el Programa de Mejoramiento Barrial (Promeba) del Instituto Provincial de la Vivienda y Desarrollo Urbano (IPVDU), y desde allí integra el Comité de Crisis del barrio, junto a vecinos, organizaciones sociales, merenderos, comedores barriales, equipo técnico de la secretaría de adicciones del Ministerio de Desarrollo Social, grupo de jóvenes “Ganas de vivir” (jóvenes en procesos de recuperación de las adicciones), equipo territorial del CAPS (Centro de Atención Primaria de la Salud), del SIPROSA (Sistema Provincial de Salud), Movimiento ni un Pibe Menos por la Droga, y el apoyo de la iglesia del barrio.

"Hubo una decisión de política sanitaria importante: establecer la cuarentena. Nosotros desde el Estado no podemos estar al margen, si queremos garantizar la cuarentena es importante la presencia del Estado en el barrio", explica. Por ello, todas las patas del Comité se mantuvieron presentes y articulando en el barrio porque “el Estado no puede hacer cuarentena". 

Gustavo admite que "a veces las medidas van en contra de la realidad: pedimos distanciamiento social pero en la situación de muchas familias del barrio es casi imposible". El trabajo del Comité y las organizaciones fue clave para que los vecinos incorporaran el lavado de manos y el uso del barbijo.

Los merenderos permanecieron abiertos estos meses y son el principal sostén de muchas de las familias del barrio. La gradual flexibilización de la cuarentena permitió que los hombres del barrio retomaran sus trabajos ya sea en la construcción como en las calles. La mayoría de las mujeres se queden en las casas con los niños.

Gustavo Cortez, su camioneta y el micrófono que escuchan todos en La Costanera. Foto: Franco Olea

Una de las propuestas que trabaja el Comité local es el acondicionamiento del CEPLA del barrio, inaugurado el año pasado por el entonces precandidato a presidente Alberto Fernández y el gobernador Juan Manzur, y convertirlo en un centro de aislamiento sin romper los vínculos familiares. "Esperamos que no haga falta", aclaran.

Entre el miedo y la ansiedad, los vecinos esperan en las puertas de sus casas la llegada de los agentes, su turno de ser sometido al termómetro, y el deseo de que no marque 37,5°C convirtiéndolos en 'caso sospechoso de COVID-19'. Cerca del mediodía llegó la ministra de Salud de Tucumán, Rossana Chahla, y confirmó que hasta este mediodía no se detectó ningún vecino con síndrome febril ni falta de olfato. Además, se aprovechó para completar el calendario de vacunación. Los testeos continuarán realizándose en La Costanera hasta mañana miércoles. Luego continuarán por otros barrios tucumanos.

“Aprovechamos para completar el calendario de vacunación de adultos mayores. Hasta el momento, se entrevistaron a 250 personas en cuatro manzanas completas, de las cuales sólo cuatro adultos mayores de 54 no tenían la vacuna antigripal. Y aprovechamos para colocárselas. Muchos niños también recibieron las vacunas que le faltaba, en total 34 chicos fueron inmunizados”, ponderó.

Hace un mes, una mujer de 60 años había burlado los controles en las fronteras provinciales, regresó al barrio desde Buenos Aires y encendió las alarmas: finalmente, su hisopado dio negativo, pero los niveles de histeria se incrementaron notablemente. Incluso hubo escraches en las redes sociales y temor a ataques contra ella y su familia. Fue sólo un susto: tanto la mujer como los vecinos testeados dieron negativo.

"Trabajamos el tema del rumor, algunos compañeros desde la psicología plantearon cómo evitar que se genere pánico y que ese rumor contribuya a pánico", apunta Gustavo, y grafica que "la utilización del radial y anticipar la llegada de agentes sanitarios tiene que ver con esto: ante este operativo lo primero en lo que piensan es en casos confirmados de coronavirus".

Los vecinos esperan y reciben a los agentes. Foto: Franco Olea

Para Gustavo es fundamental que los vecinos estén preparados ante una eventual confirmación de casos, es decir: en el caso de que ocurriera lo visto en barrios periféricos de la Ciudad de Buenos Aires donde, a diferencia de Tucumán y la mayoría del país, la situación es distinta con el 93% de los casos positivos entre CABA y Provincia de Buenos Aires. 

"Un paciente contagiado necesita atención y presencia del Estado y que ese Estado pueda hacer base en las organizaciones sociales de cada barrio. Los agentes tienen trabajo territorial y permiten llegar de mejor manera a los vecinos, para hacer frente tanto a esta pandemia como al brote de dengue, que ya por suerte está bajando", indicó el referente social.

“Tenemos que buscar puntos de encuentro, trabajar sobre eso y encontrar objetivos que nos permiten trabajar unidos. Hay referentes en cada manzana que acompañan a los agentes y tienen ese conocimiento cotidiano que genera condiciones de aceptación y resguardo. No se puede construir y generar salud colectiva sin participación de los vecinos, de las organizaciones y los estatales que trabajamos en los barrios”, resume.

Tras despedir a la ministra Chahla, los agentes sociosanitarios y los referentes barriales vuelven a recorrer las calles del barrio, casa por casa. Gustavo se subirá nuevamente a la camioneta, para convocar a los vecinos y esperar que todas las medidas de prevención sean efectivas y los planes de emergencia no deban ser implementados. Los niños, algunos con barbijos, otros no, siguen con sus juegos y travesuras mientras les toman la temperatura a ellos y sus familias. Luego de los primeros testeos, re respira tranquilidad. No hay fiebre y sí, todos huelen.

Los niños en La Costanera siguen jugando. Ellos saben de carencias, no de pandemias. Foto: Franco Olea.