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"Dijeron que nos habíamos ido a comer asado": detalles de un decomiso sangriento

PECADO DE LA CARNE

Fueron 1.200 kilos de carne en mal estado los que fueron decomisados el pasado miércoles por la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. Cómo fue el operativo y el escenario que encontraron los agentes municipales al ingresar a la cámara frigorífica. Imágenes exclusivas y la respuesta a la pregunta que todos se hacen.

Carne colgada en la carnicería decomisada. (Foto: DICAB)





Había carne regada por todo el piso, cortes variados de distintos tamaños y colores. Los había rojos, medio verdosos y casi negros. Los ganchos de los que debían colgar estaban completamente oxidados y los pedazos que sí colgaban, no parecían en mejor estado que la mercadería en contacto con los azulejos color arena con pintas rojas de la sangre que escurría de los cuerpos inertes balanceándose por la corriente de aire que entraba por la puerta del depósito. A unos metros de tanta muerte con destino culinario, un baño estrecho y con la puerta abierta de par en par, sin jabón ni toallas de papel o de otro material. Quien entraba allí, salía con sus manos un poco más contaminadas que antes. En una esquina, hay más carne apilada junto a canastos que parecen llevar un tiempo sin uso, canaletas de aluminio, pedazos de madera y un changuito de supermercado que contiene cajas y bolsas de plástico. El lugar antes frío y solitario ahora está repleto de agentes municipales que asisten a una escena casi de cine de horror gore, atraídos por un video filmado de noche y que se hizo viral con el pasar de unas pocas horas.

La escena fue descrita a eltucumano.com por Franco Pinello, titular de la Dirección de Control Ambiental y Bromatología (DICAB) de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. Él mismo encabezó el operativo que culminó con el decomiso de más de 1.200 kilos de carne que terminaron en los hornos de la empresa 9 de Julio, encargada de la recolección y procesamiento de residuos sólidos en la Capital.

Su celular no paró de sonar desde minutos antes de la medianoche del miércoles hasta pasadas las 3. Una tras otra las notificaciones de WhatsApp interrumpían las ganas de dormir del funcionario municipal que desde hace poco más de un mes y medio fue ungido como el mandamás de su repartición, después de casi cinco años de ser el segundo al mando. En cada mensaje, el mismo video se repetía una y otra vez. Es el que se volvió viral, filmado desde un balcón de Esquina Norte por una vecina que registró el momento justo en que empleados de la carnicería Nuestro Holando descargaban carne de dudosa procedencia desde la caja de una camioneta y sin cumplir las normas de salubridad e higiene establecidas para el transporte del producto bovino. Pinello ya sabía lo que debía hacer al amanecer, pero una llamada a las 2 se lo ratificó. Era el secretario de Gobierno capitalino, Rodolfo Ocaranza, que lo llamaba para preguntarle si había visto las imágenes. A esa altura el funcionario ya había solicitado agentes de la Guardia Municipal y apoyo de la Policía de Tucumán, por si desde el local comercial se intentaba oponer resistencia a la inspección de oficio.

“En este caso no hubo resistencia de los empleados. Les pedimos toda la documentación. Lo único que no tenían era el carnet de sanidad, una cosa bastante común, que se resuelve de 24 a 48 horas”, cuenta Pinello, que cuando llegó a la intersección de las avenidas Sarmiento y Avellaneda ya estaban los empleados esperando para ingresar y gente haciendo fila para comprar. Eran las 8 y media.

Cuando finalmente la carnicería pudo abrir sus puertas, se procedió a la inspección inmediata. Una decena de agentes municipales con guantes y barbijos invadieron el salón de venta principal en busca de carne en mal estado. Casualmente, lo exhibido parecía no estarlo. No despedía olor y el color estaba dentro de los parámetros normales. Al fondo del recinto una puerta permanece cerrada. Es la cámara de frío y cuando el titular del DICAB mira de reojo y la ve, pide entrar. A partir de allí, el panorama cambió completamente. El contraste era evidente. De un sitio pulcro pasaron a una habitación sepulcral, con paredes y techos castigados por la humedad, pallets de madera recostados en el piso repletos de carne, bidones cortados con achuras y embutidos en su interior, sangre por todos lados y el ruido de agua corriendo muy cerca. Ahora sí comenzaba otra película.

“Les pedimos el remito de la mercadería y nos dijeron que no la tenían, decían que estaba en otra oficina. Tampoco nos supieron explicar la razón por la que transportaron así la carne”, recuerda Pinello, quien califica la coartada de los empleados con tres adjetivos: inverosímil, inexcusable e incomprobable. Según la versión de los carniceros, compraron la carne a un camión que venía de otra provincia y al que auxiliaron llegando a Termas del Río Hondo.  “Les creemos que venía de otra provincia, porque acá en Tucumán ningún frigorífico permitiría que se transporte carne de esa forma”, señala el funcionario.

La cantidad de carne en mal estado no entraba en una sola camioneta, un dato curioso si se tiene en cuenta que el video de la vecina de Esquina Norte sólo muestra una única descarga. “Tuve que pedir apoyo de dos camionetas más. Les hicimos el acta de decomiso y la clausura. Nos llevó más o menos dos horas”, recuerda. En total se necesitaron cuatro camionetas para transportar los 1.200 kilos de carne en mal estado, tres más que el video. Se calcula que la pérdida para la empresa fue de alrededor de $400.000. Un monto exorbitante que terminó literalmente incinerado.

“Invité a un encargado de la carnicería a que nos acompañe. Me comuniqué con la empresa 9 de Julio para usar los hornos. En presencia de ellos descargamos lo decomisado. Las camionetas quedaron llenas de sangre”, señala Pinello.

El funcionario hace especial hincapié en la presencia de un representante del local clausurado, ya que –asegura- corrieron muchos rumores respecto al destino del decomiso. “Decían que nos habíamos ido a comer asado, las redes sociales son un arma de doble filo y la gente se queja si actuamos porque actuamos y si no actuamos porque no actuamos”, se lamenta y, a continuación, despeja uno de las principales dudas que tenía la gente, luego de que en las redes sociales también circulara la publicación de un caballo carneado supuestamente en la provincia. “Era carne vacuna, pero en mal estado”, declama muy seguro de sí.

Momento de la incineración de la carne. (Foto: DICAB)



Franco Pinello asumió como director el 19 de marzo de este año, un día antes de que el presidente Alberto Fernández decretara el confinamiento para todos los argentinos por la pandemia del Coronavirus. Desde ese día, dice, ha intentado imponer una nueva impronta a la repartición, más rigurosa, reconociendo que en ocasiones las inspecciones pueden no ser del todo efectivas. De hecho, él mismo revela que a la carnicería se la había controlado hace aproximadamente un mes y medio atrás, aunque aclara que si no hay una denuncia de un hecho grave los procedimientos pueden resultar algo laxos. “Tiene que ser una denuncia muy manifiesta para que tengamos que entrar a las cámaras. Es una carnicería que se habilitó hace tres años por una subdivisión de la Dirección de Ingresos Municipales (DIM)”, explica y reconoce en el acontecimiento algo positivo y que le servirá de ahora en más para su función: “Ahora con todo esto que paso a mí me sirvió para comunicarme con la gente por estos nuevos espacios de comunicación (redes sociales). Vamos a ir haciendo todas las inspecciones que correspondan”.

El funcionario municipal que encabezó el operativo más relevante de la semana, que le robó protagonismo a la cafetería que permitió que clientes se sentaran a "cafetear" como en un día normal sin cuarentena, concluye la entrevista con una promesa: “No pienso dejar pasar varias cosas que antes no sé por qué se dejaban pasar”.


Las imágenes de la cámara de frío

Todas las fotos fueron gentileza del DICAB.-



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