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Patotas de Tucumán: "Recibí una golpiza que no era para mí"

HISTORIAS DE ACÁ

En 2010, una patota atacó a Manuel por la espalda a la salida de una fiesta. El recuerdo del dolor, el amigo que lo salvó y una carta viral para Fernando Báez. "Gracias a Dios puedo contarlo".

Manuel sobrevivió y hoy cuenta su historia.





"Mi historia sucedió el 30 de enero de 2010. Fuimos con amigos a una fiesta, en la casa de otra amiga en el barrio Ejército Argentino. Estuvimos ahí hasta que nos fuimos tipo 6 de la mañana. Ese día se enfrentaron dos bandas, tuvieron una pelea adentro. Yo me venía caminando a mi casa cuando vino uno y me pegó una patada en la espalda. Esa noche llovía. Yo caí al piso y me comenzaron a patear entre 2 o 3". Así presenta su historia, la primera parte de su historia, Jesús Manuel Mamaní, a 10 años de padecer el ataque de una patota en Tucumán, mientras el país llora el cobarde homicidio de Fernando Báez en Villa Gesell.

El 22 de enero por la tarde, Manuel compartió en Facebook una carta publicada en el grupo "Justicia por Fernando Báez" al que no dudó en unirse, conmovido por la muerte del joven a manos de una patota de jugadores de rugby en Villa Gesell. Su posteo, el de Manuel, se compartió más de 11 mil veces. 



"Mientras recibía patadas de todos lados, llegó un amigo que me vio en el piso y me socorrió, empujó a los que me estaban pegando. Me salvó. Logré pararme y caminar 150 metros hasta la casa de una amiga. Ahí me desmayé", recuerda Manuel, 10 años después. 

La próxima imagen que viene a su cabeza lo ubica al mediodía del día siguiente en el Hospital Padilla: "estaba todo dolorido, con hematomas en la cabeza, coágulos y mucha inflación", apunta.

Manuel orgulloso con su título de la Escuela Secundaria de Ciudadela.

"Me identifico bastante con lo que le pasó a Fernando. Gracias a Dios en mi caso tuve suerte, un amigo me defendió, sino hubiera terminado muerto", enfatiza con dolor. "Yo me considero una persona tranquila, solidaria y muy humilde: recibí una golpiza que no era para mí. Si no llegaba mi amigo creo que no la estaría contando", se sincera.

Ha pasado el tiempo, pero las heridas de Manuel no cicatrizan. "No salgo a fiestas ni a boliches, sólo reuniones familiares. Mi vida a partir de ese día cambió bastante, no volví a ser el mismo", reconoce, pero celebra que "con la ayuda de mi familia y amigos logre salir adelante y dejar atrás el miedo". Agrega que próximamente deberá realizarse una tomografía: "son secuelas de los golpes recibidos esa vez".

Manuel recuerda los golpes, recuerda el dolor, pero recuerda al amigo que lo salvó y la fuerza de sus seres queridos para sobreponerse: "Hasta el día de hoy le agradezco a mi amigo. Si él no llegaba no hubiese terminado mis estudios. Hoy trabajo para un movimiento social, la Corriente Pueblo Unido, en merenderos y apoyando a microemprendimientos, me gusta sobre todo ayudar a los que menos tienen", señala.

Manuel junto a su sobrino Franquito

Lo ocurrido en Villa Gesell impactó a Manuel: "al ver el caso de Fer se me vino a la cabeza todo lo que viví yo, recuerdo estar en el piso y mientras me pateaban solo pensaba de  aquí no salgo vivo". “Nunca supe quienes me pegaron”, concluye. Manuel pudo salir y contar su historia, aunque no hubo condenas para los cobardes que lo golpearon. Fernando no pudo contarlo y merece Justicia.