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"Cuando tenés cáncer, cualquier boludez se convierte en algo hermoso"

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Entrevista a la Gatta Colombres Garmendia.




“Ser feliz porque tenés salud, hoy”. Esa es la enseñanza que le ha dejado el cáncer a Graciela Colombres Garmendia.

El cáncer apesta. No te lo miente ni ella, ni nadie que lo haya sufrido, vivido de cerca o de lejos. Agarra una persona perfectamente sana y la da vuelta como una media. La destruye, la reconstruye, la cambia, la revoluciona. 

Antes, durante y después de todo esto, está la Gatta. Quien nos ha contado en esta entrevista de su vínculo afectivo obsesivo con el deporte, de su militancia en Cruzadas, de la extraña dieta de uvas que curaba el cáncer, de su vínculo con el periodismo y de cómo aprendió a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.



Ciruelín

Todo empezó con un dolor de panza, o de ovarios. “En la ecografía me salía un quiste de ovarios del tamaño de una ciruela, entonces con mis amigas le pusimos ‘ciruelín’. Después la ginecóloga me pide una tomografía y se da cuenta de que era quirúrgico. Es ahí, en la consulta con el cirujano, que me entero que tenía cáncer: ‘operate en Buenos Aires porque ahí te pueden hacer una quimio en la cirugía’, me dijo el médico”, cuenta.

¿Cómo que quimio? ¿Cómo? ¿Yo? ¿Cáncer? Todas estas preguntas se hizo antes de salir llorando del consultorio para contarle a Pilar, su pareja.

La dieta de las uvas

Su papá también tiene cáncer. “Cuando me enteré que estaba enfermo, había leído de un estudio en Rusia que demostraba que te podías curar comiendo uvas rojas. Obviamente mi papá me sacó cagando”, ríe.

Cuando ella se enfermó, pensó que no quería hacer quimio y finalmente tuvo que hacer. También hizo una dieta fisiológica que sirve para alcalinizar el cuerpo. Hizo bioneuroemoción y estuvo alejada de sus seres queridos (incluida Pilar, que asentía desde el sillón del frente) durante cuarenta días. Hizo reiki, yoga y meditación. Ahora también va a probar el aceite de cannabis.


El laburo

“Yo trabajaba en La Gaceta online, pero la dinámica es muy al palo y no podía. La enfermedad tiene sus daños colaterales buenos porque te dejan hacer lo que quieras”, dice, y esta vez hace reír.  Es por eso que hace críticas de discos y algunas notas especiales para el diario. “No abandonar nunca el laburo es importante porque estar maquinando todo el día en tu casa es lo peor”, agrega. 

Diez lesbianas juntas

Antes de Cruzadas surgió Crisálida, una biblioteca de diversidad y género. Allí se conocieron con Mariana Rodriguez Fuentes y comienza a gestarse Cruzadas, la primera agrupación de lesbianas en Tucumán. 


“Mandamos mails a todas las lesbianas que conocíamos, que en ese momento no eran tantas, y nos reunimos. En la primera juntada estábamos todas emocionadas: diez lesbianas juntas. ¡Las hormonas!”, cuenta la Gatta.

“Porque hoy es común ver lesbianas en la calle, pero antes si salías de la mano eras corajuda”. Entonces al principio fue un espacio de contención (“estábamos todas saliendo del closet”), después un espacio de militancia y hasta ahora, un grupo de amigas que trascendió la agrupación

Ser feliz porque tenés salud, hoy

La enfermedad te enseña a valorar las cosas elementales. No existe pelear con la Pili por tonteras, no existe que me estrese porque me fue mal en el trabajo, si estoy más gorda o más flaca. Si me levanté sana, es un gran día. Si pude tomar un té en el sillón con mi pareja, es un buen día”, expresa. Ese es su aprendizaje. Ese y darse cuenta de la cantidad de gente buena que la rodea, tanto la que no la conoce tanto como sus amigas. 


“A medida que vas mejorando van aumentando los anhelos con la vida; pero siempre te queda el aprendizaje de ser feliz porque tenés salud, hoy”.