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Cuarentena en Tucumán: "No podía quedarme sentada viendo Netflix"

HISTORIAS DE ACÁ

Noelia Adad realiza una tarea titánica en la soledad de su casa en Ciudadela: "Me despierto a las siete de la mañana, almuerzo y sigo hasta donde me den las fuerzas". Retrato de una persona que en silencio ayuda a combatir la pandemia: "Voy a ayudar hasta donde pueda".

Noelia trabaja y ayuda al prójimo sin descanso.





Noelia Adad Santillán es Noe. Como hábito personal ajeno a la cuarentena, suele acostarse antes de la medianoche y despertarse al alba: “Sí, también los domingos. Hoy arranqué a las 7”. En épocas normales Noe trabaja como protesista dental. En cuarentena desde el jueves 19, pensó qué podía hacer durante esta pandemia y sus pasos la guiaron a un cuarto con una máquina de coser. “En casa tengo un pequeño laboratorio. Como hasta que no pase todo no íbamos a estar trabajando, el tiempo libre empecé a trabajar: hago barbijos, cofias, botas y delantales gratis para médicos y todo el personal que trabaja en Tucumán. Se los entrego gratis”.

Noe subió una foto con sus primeras entregas, la foto empezó a circular en las redes sociales y desde entonces los pedidos no han dejado de llegar a su casa en Ciudadela. “Todo empezó con la foto. De chiquita siempre ayudamos con mi familia. Después fui scout en San Juan de la Cruz. Siempre hice trabajos comunitarios. Fui voluntaria de la Cruz Roja. Ayudé en las inundaciones en Santa Fe y en Salta. Lo mamé de mi papá y mi mamá: somos nueve hermanos. Siempre nos inculcaron eso: si no funcionamos todos juntos como un motor, no sirve”.

La gran tarea solidaria que realiza Noe empezó cuando contactó a un amigo que realiza indumentarias para las Fuerzas. “Conseguí los moldes: desarmé un barbijo para el molde de barbijos, una capucha de mi sobrinita para las cofias y ya no paré. Empiezo todos los días a las 7, desayuno, saco unos minutos al perro hasta la vereda, y empiezo a coser. Hago una pausa en el almuerzo y sigo hasta donde me dan las fuerzas”.


“A través de mensajes aparecen personas que trabajan en la parte pública o privada y los voy armando. Le hice barbijos para un esposo de mi amiga y los chicos, para otro médico en el sur, para el abuelito de mi sobrina. Siempre había cosido como hobby. Es como un cable a tierra para mí. Tengo una maquinita Singer ni muy vieja ni muy nueva. Mi mamá me avisó que había un super ofertón y la he comprado”, narra el comienzo de la aventura Noe.

Después de una videollamada a la abuela Olga, de 87 años, quien vive en la plazoleta Mitre y de quien extraña sus poderosos guisos y sus exquisitas sopas, Noe cuenta: “Mi abuela la lleva re bien. Ella vive con mi tío, quien le pasa el celular. Iba dos o tres veces por semana a visitarla. Siempre está informada a través del televisor. No sale. Ha vivido cosas duras como el proceso. Me cuenta, con toda su experiencia, que nunca se imaginó esto que estamos viviendo. Está muy lúcida. Tener 30 años y tener todavía a mi abuela es una bendición”.


Noe toma los moldes, que son lo que más tiempo le demandan, y utiliza friselina hidrófuga e impermeable: “Es el material recomendable para hacer todo lo que necesitan los médicos y el personal sanitario. En teoría duran tres horas los barbijos, pero conozco gente que los utiliza hasta 12 horas. Si hay gente que lo hace con otros materiales no importa porque lo están haciendo desde el corazón y todo ayuda en estos momentos”.

Noelia lleva entregados gratuitamente los insumos a más de 300 personas: “De ningún lado me llamaron para ofrecer ayuda. Sólo gente conocida y mi mamá que también me ayuda a coser. Todo se hace a pulmón. Ayer entregué 50 barbijos a un sanatorio de la parte privada a quienes no le dan protección, la situación es complicada tanto en la parte privada como en la pública”.

Basta con cerrar los ojos para imaginar a Noelia sentada a la máquina de coser con una lámpara cerca para los detalles. Como todo trabajo personal, mientras se lo realiza, la mente fluye.

“Tengo mucha fe y sé que Argentina es un país muy bendecido. Hace dos semanas hemos empezado con la cuarentena, estamos por debajo de la pandemia. Sé que vamos a salir de esto, después de que termine la cuarentena. Pienso mucho estos días: estoy mucho tiempo sola, disfruto mucho de la soledad. El trabajo artesanal generalmente lo hacemos personas solitarias. Pongo la radio: escucho LV 12, FM I, Radio Rivadavia, me gusta estar informada sobre lo que pasa en Tucumán”.

Informada y consciente de los tiempos que vivimos, la preocupación mayor de Noe es el cumplimiento de la cuarentena: “Hay que respetarla, hay que ser prudente. Me parece que no se está cumpliendo en su totalidad. Estoy totalmente de acuerdo con las medidas que se han tomado: lo hayamos votado o no, hay que respetar al Presidente. Hay concientizarse. Sé que hay personas que necesitan el cobro, pero si ven que hay muchas personas en el cajero tienen que intentar otro día. No comulgo con el peronismo ni mucho menos con el kirchnerismo, pero el presidente me ha sorprendido mucho. Está solo. Le he pedido a Dios que lo ilumine”.

Conocidos los casos confirmados durante las últimas horas, Noe es escéptica: “No se puede ocultar el número de muertes, pero hay información que no es la realidad. Creo que hay muchos más contagios. Se está evitando que se entre en pánico. Por un lado tenemos derecho a saber, pero por el otro se busca preservarnos de entrar en la paranoia del apocalipsis zombie y que todos se pongan un barbijo cuando no es así. Es simple si tenemos cuidado”.

Los pedidos de barbijos, cofias y material descartable no cesa. Son acciones que pueden salvar a una persona de contagiarse del virus, que incluso pueden llegar a salvarle la vida. Son reflexiones que surgen durante el diálogo de este domingo con el tucumano: “No lo había pensado así en ningún momento. Nunca he pensado que un acto chiquitito puede ser tan grande para otra persona. No podía quedarme sentada viendo Netflix. El tiempo es muy valioso en general, pero en vez de ver una película, lo empleo para otra persona. Se siente re lindo, de verdad”.