Entrevista

“Una juventud sin fe es aburrida”: Leopoldo Silva y su forma flashera de transitar la curiosidad

Amores, robos, sánguches de milanesa y motos de alta cilindrada conviven en el fascinante universo del escritor tucumano que el viernes 13 de junio presenta “Un tipo de fe”, su primer libro. De la mirada de la realidad a la ficción. Por Exequiel Svetliza.

08 Jun 2025 - 08:32

El cronista, poeta y cuentista Leopoldo Silva.

Tal vez por su andar pausado, su conversación siempre sosegada y cierto temple zen ajeno a estridencias pretendidamente juveniles, al igual que muchos centennials, Leopoldo Silva aparenta ser bastante más grande que los 27 años que acusa su partida de nacimiento. A simple vista, muchos pueden confundir esos rasgos distintivos con signos de fatiga existencial y desapasionamiento mundano. Pero, para mirar bien, antes hay que ver bastante y las primeras impresiones suelen ser engañosas. Basta conocerlo para descubrir que ese es el camaleónico camuflaje de un acechante cazador de historias en estado de alerta permanente. Leopoldo es, sin duda, uno de los mayores nuevos exponentes de la crónica en Tucumán (un género con larga tradición local y nombres fuertes de la talla de Tomás Eloy Martínez). Y como esa ambición visceral por contar no está exenta de osadía, se anima también a la ficción con la publicación de su primera antología de cuentos “Un tipo de fe”. Otra forma que encontró para transitar su curiosidad; una intrépida y flashera mirada del mundo.   

Amores, amistades, robos, sánguches de milanesa, futbolistas y motos de alta cilindrada conviven en el fascinante y ecléctico universo que el escritor tucumano plasma en los relatos reunidos en “Un tipo de fe”; su primer libro publicado por la editorial local Gerania Editora. Esas historias saldrán a la cancha el viernes 13 de junio a las 20 en Boris (San Juan 1131) en una presentación conjunta con “Al cielo al revés”, el libro de poesía de Teresa Orellana, otra joven escritora que, junto con Leopoldo, forma parte de una renovación generacional en la literatura producida en la provincia. Del evento participarán también los autores Guadalupe Valdez Fenik, Adriana Lucero y Valentín Monroy.

Como quien entra en calor antes de salir a jugar, en la previa de la celebración de su debut editorial, Lepoldo Silva charló con eltucumano.com.

-¿Cómo fue el proceso de escritura del libro y por qué elegiste el título de “Un tipo de fe”? 

-El título “Un tipo de fe” surgió primero como un título de un cuento. Es una frase que le dicen al protagonista, un tucumano enamoradizo que se fue a vivir a Buenos Aires. Que es un tipo de fe, le dicen. Una frase que cada tanto volvía a mí, y cuando las frases vuelven suelo prestarles atención. Me gusta pensar que la fe es a darle rienda al deseo y que eso acompaña a los personajes de los nueve relatos. 

Sobre el proceso, me llevó años escribirlos. Arranco por el tiempo. Me parece algo clave en el proceso, el tiempo. Asumir la escritura como un oficio al que hay que cultivarlo todos los días. Leer mucho. Prender la computadora y abrir el Word. No existen recetas mágicas. 

En todo proceso creativo el encuentro con los otros es determinante. Tener maestros en la juventud, yo los tengo, soy un afortunado. Es un vínculo particular que no funciona sin cariño, diría que el vínculo alumno - maestro es una de las tantas formas del amor porque hay mucho en juego allí. ¿Cómo se transmite sino un arte? También las personas a quien uno muestra lo que hace, torcer ese carácter solitario que puede tener la literatura. Voy calibrando mi trabajo siempre con otros que suelen ser amigos.

Volviendo a la escritura, escribo de noche, tengo mis mañas: en computadora de escritorio, escuchando música. Bastante inquieto soy, me paro de la silla, voy de aquí para allá, escribo de parado, bailo, vuelvo a sentarme y escribo. Salgo a caminar por la ciudad, caminar me sirve para pensar en lo que estoy trabajando. Vivo la escritura desde el movimiento: es lo que me hace salir de casa y también lo que me hace volver.  A veces parto de una imagen, de un recuerdo, de un deseo, de poner a convivir dos personajes en un cuento.

 

-¿Cómo caracterizarías a los cuentos que conforman esta antología? 

-Hay una fuerza que mueve a los personajes de los nueve cuentos. Un tipo particular de melodía que recorre distintos paisajes -Tucumán, Utrecht (Holanda), Buenos Aires, Corrientes- y que a todos los personajes vino a revelarles algo. Es un libro sobre vínculos, sobre amor, de parejas disparejas, de amistad… también una mirada sobre lo familiar, hay un cuento que es un homenaje a mis tías, otro sobre un futbolista tucumano, hay robos, sánguches de milanesa y motos de alta cilindrada.

 

-¿Te considerás un tipo de fe? ¿En qué se puede creer en estos tiempos tan convulsionados y para qué? 

-Sí. Soy joven y una juventud sin fe es aburrida. Pero no una fe religiosa, sino otra, más difusa…la que siento cuando me pongo a escucharlo a Pepe Mujica. Creo que lo más honesto que nos queda es creer en lo que uno hace. Encontrar una pasión, tener un oficio es hermoso, luchar con uñas y dientes por darle el tiempo que se merece.

También creo en la amistad, en la música y en mis sobrinos.

 

-Venías escribiendo crónicas y poesías y ahora cuentos ¿Cuál es la influencia de la no ficción en estos relatos y cómo concebís esa relación entre la ficción y la no ficción? 

-La no ficción es mi primer amor. La crónica específicamente. Sigo sintiendo un cosquilleo en el cuerpo, una predisposición particular cuando encuentro un libro de crónicas nuevo. Para leer y para escribir, porque mi carnet de cronista es lo que me sigue permitiendo estar en lugares en los que, sino, no podría haber estado, hablar con personas, viajar. El año pasado investigando sobre palomas mensajeras llegué a la casa de una de las personas que más sabe de aves en el país, una mujer jubilada que vive en Yerba Buena. Me recibió en su casa que parecía estar en medio de la yunga. Preparó café, humeaban dos budines de naranjitas japonesas, sonaba de fondo la segunda sinfonía de Beethoven. Charlamos horas, de aves, de la vida. Ahora cuando vuelve a mi memoria aquella tarde recuerdo el cuadro del Guacamayo gigante que me encontré cuando pedí pasar al baño, el olor de los budines. Qué diferente hubiese sido si yo la entrevistaba por teléfono, incluso en un bar. Lo que me conmueve es ese encuentro con el otro, cuando uno escribe crónica es inevitable ir hacía ese encuentro. Todo eso termina nutriendo la escritura de ficción o no ficción.

Ya sea cuento o crónica en el fondo hay escritura. Son formas de transitar la curiosidad. Yo le decía a un amigo de ir a escribir una crónica sobre el Moto GP en las Termas, ver cómo era, me habían dicho que venían muchísimos motoqueros de Brasil, de Paraguay que era una locura, no lo que pasaba en el autódromo, sino en la calle, mucha cerveza, drogas, que el sonido de los caños de escape era ensordecedor. Pero no pudimos ir porque no teníamos plata, tampoco un medio que nos mande. Pero tenía imaginación, tenía lenguaje. Así que escribí un cuento.

 

-Cómo aparece Tucumán en estos cuentos ¿Cuál es la influencia de la provincia?

-Hay cuentos que transcurren en Tucumán y otros donde Tucumán está en los personajes, al fin y al cabo, porque ellos están inspirados en personas que conocí en mi vida. Tucumán está en mi identidad, en la mirada. En la yunga. El cuento que abre el libro inicia en Buenos Aires y se traslada a Tucumán, me gusta pensar que es un cuento sobre cómo alguien le muestra su ciudad a una persona que ama, en este caso Tucumán.

 

-¿Para qué sirve la literatura en estos tiempos que corren? 

-Para la lógica de los tiempos que corren la literatura no sirve para nada. Y tiene sentido que así sea. Escribir un cuento de ocho páginas me puede llevar hasta cuatro meses, incluso más. ¿En qué lógica de estos tiempos eso es utilitario? Leer también implica un estado de atención particular. No se puede leer una novela scrolleando Instagram.

No podemos disociar lo que implica servir en los tiempos que vivimos. Pero a mí la literatura me dio muchas cosas, quizá no las tenga tan claras, porque en ese enigma reside la magia. Pero puedo decir que me acompaña en el día a día y que deseo que así siga sucediendo.  

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Una publicación compartida por Gerania Editora | Editorial independiente (@geraniaeditora)


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