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A las piñas, a los golpes, a los tumbos: por qué explotaron los jóvenes en Tucumán y qué hace el Estado

OPINIÓN

“Se vamo a hacer cagar todos: la Comercio 1, la Comercio 3, todos se vamo a hacer cagar. La escuela que venga se vamo a hacer cagar. Van a llevar pistolas, navajas, cuchillos, lo que se venga”. Lazos sociales rotos, discursos de odio exacerbados y la respuesta del Gobierno impensada. | Por Psic. Eugenia Aráoz*

La policía mira. Como todos.


“Se vamo a hacer cagar todos: la Comercio 1, la Comercio 3, todos se vamo a hacer cagar. La escuela que venga se vamo a hacer cagar. Van a llevar pistolas, navajas, cuchillos, lo que se venga”.

En una época de crisis del lazo social, banalización de los discursos de odio y exaltación de la dimensión del mal, es preciso hacer una pausa y reflexionar acerca de un hecho actual que se pone al descubierto: la violencia, en su forma más cruda, brota a nivel de síntoma social.

Ya no hablamos de la típica confrontación de escuelas y colegios clásicos de la provincia: Gymnasium vs Técnico, Tulio vs Massa, Comercio 1 vs Comercio 2. Ya no importa quién, ni de dónde seas, la consigna es la misma: el otro, es mi enemigo. “la escuela que venga se vamo’ a hacer cagar”. 

La violencia y los efectos de violencia son efectos de discurso que responden a una lógica precisa imperando en una época. Una época atravesada por una gran precariedad de los sistemas simbólicos, y un discurso exacerbado de la libertad, dejan como efecto la propagación de la violencia en todas y cada una de sus formas. 

En nombre de la libertad de expresión, los sujetos son invitados a expresar su odio en donde sea. Amenazas de bomba en las escuelas, mensajes en Twitter, y ahora, una fuerte convocatoria vía WhatsApp. 

Lo que se repite es que “los jóvenes de hoy” están descontrolados. Y si de des-control se trata, hoy nos encontramos con jóvenes totalmente abandonados. Por sus familias, por las instituciones, y por el Estado. Jóvenes que a raíz de ser identificados como existentes, terminan expresándose y manifestándose desde la violencia.

Las medidas del gobernador Osvaldo Jaldo, lejos de dar soluciones, contribuyen al silenciamiento y a la segregación de estos jóvenes. La vulneración de un derecho básico como es la educación pone de relieve que los estudiantes son abandonados por el Estado, otra vez. 

En el contexto que nos atraviesa, es preciso poner sobre la mesa que la violencia hoy es un síntoma social.

Y no es más que responsabilidad del Estado proporcionar políticas públicas e integrales para prevenirla. Lejos de castigarlos y segregarlos, se debe proporcionar espacios en donde circule la palabra y la escucha, que les aseguro, los jóvenes tendrán mucho para hablar.

*Psic. Eugenia Aráoz. M.P 4508