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Valentín y las fotos que le enseñaron a convivir con la tristeza

Historias de acá

Un fotógrafo tucumano retrató durante años la lucha de Agustina, su pequeña sobrina, contra el cáncer y tradujo esos recuerdos en una conmovedora muestra que se presenta en la provincia: “Es un registro muy emocional y muy personal”.

Fotos de Adolfo Valentín López López.





“En mi familia teníamos una vida sospechosamente light, como dice la canción de Andrés Calamaro. Nunca nos había pasado nada muy triste ni muy fuerte… Hoy seguimos sufriendo y aprendiendo de eso que pasó”, cuenta el fotógrafo tucumano Adolfo Valentín López López como quien desnuda las cicatrices de su corazón. Eso que pasó hace ya más de diez años y cuyas huellas siguen hoy latentes fue el fallecimiento de Agustina, su pequeña sobrina de ocho años, tras una larga pelea contra el cáncer. Su vida, su lucha, su sonrisa, su mirada cargada de ensoñación infantil y su historia juntos componen “Mnemotecnia”, la conmovedora muestra que Valentín estrenará el próximo 2 de mayo en nuestra provincia como quien recuerda en compañía. 

El cimbronazo para la familia se produjo cuando Agustina tenía dos años y su mamá, Verónica, estaba embrazada de su hermanito. Fue una pequeña protuberancia en el empeine de la niña la que encendió la alarma de los médicos que, después de diferentes análisis, llegaron al peor de los diagnósticos: Sarcoma de Ewing, un tipo de cáncer que afecta a los huesos y a los tejidos que los rodean y suele manifestarse en las extremidades. Por entonces, Valentín había empezado a cursar la carrera de Comunicación en la UNT donde se enamoró de la fotografía. A ese estudio que anunciaba el comienzo de un largo periplo médico para su sobrina, él lo registró con la cámara de su celular. En todo ese trayecto entre consultorios y salas oncológicas de Tucumán y Buenos Aires; entre mejorías y recaídas; internaciones y altas, la fotografía estuvo siempre presente. 

“Cuando estaba con ella en todo ese proceso de enfermedad y en los momentos en que no estaba enferma empecé a pensar en cómo me paraba yo ante eso. Le sacaba fotos y pensaba que nos íbamos a acordar con alegría de ese momento cuando ella sea muy grande. A veces, pensaba que se iba a morir. Otras veces, era sólo jugar juntos con la cámara. Siempre tuve la consciencia de que la fotografía era un registro. A veces, sacaba la foto con fe y otras, con poca fe, como sabiendo que se iba a morir y me sentía muy mal por eso. Pero esa ha sido mi manera de abordarlo”, comenta el fotógrafo de 43 años. 

Desde hace varios años, Valentín vive en Buenos Aires donde actualmente trabaja como manager del músico Lisandro Aristimuño. La realización del arte de tapa de algunos de sus discos le valieron el Premio Gardel, el mayor galardón que otorga la industria musical en nuestro país. Desde ahí, pudo acompañar a su sobrina durante los constantes viajes que tuvo que hacer por su tratamiento oncológico: “Fue un proceso muy difícil, con muchas internaciones y muchas recaídas. Nos costó mucho como familia, pero pudimos acompañarla siempre bajo la bandera de mi hermano y mi cuñada que han sido personas que han sabido vivir y sufrir ese proceso de una manera muy sabia. Ellos nos han enseñado al resto a mantener la paciencia y la templanza en los momentos difíciles”. 

Cuando Agustina falleció el 24 de noviembre de 2013,  pudo llegar a tiempo a Tucumán para despedirse de ella. Aunque no se lo haya dicho, siente que en ese momento se terminó de sellar una especie de pacto tácito entre ellos que involucraba todas esas fotos que habían sacado juntos. El profundo vínculo amoroso que compartieron continúa en ese legado: “Creo que en esas fotos hay un registro de mi vínculo con ella y del vínculo de nosotros con la enfermedad. Es un registro muy emocional y muy personal”. 

“A mí familia y a mí nos movilizan mucho dos fechas: el día de su cumpleaños y el aniversario de su muerte. En los días previos a esas fechas, entraba y veía todas las fotos con la excusa de compartir una en las redes. Durante muchos años me he sentado frente a ese archivo fotográfico sin saber bien qué hacer, lo veía muy emocionalmente, pero no le encontraba el concepto. Después de haber leído mucho sobre el vínculo entre la fotografía y la muerte, se me reveló cuál era el vínculo que nosotros teníamos con la fotografía y eso es lo que plantea la muestra”, reflexiona.

Volver la mirada sobre esas imágenes que retrataban distintas instancias del tratamiento, algunos momentos difíciles y también felices donde la cámara se transformaba en un juguete y la fotografía en juego, lo ayudaron a transitar el duelo: “Yo no sabía convivir con la tristeza, siempre he sido muy negador. Antes, la vida no me había dado muchos motivos para estar triste y las fotos me ayudaron mucho en ese trabajo personal. No sé cuánto dura un duelo y cuándo se cierra. Me ha costado mucho mostrarle a los demás la muestra y eso era también una forma de concretar el duelo. Sentía que no podía hacer ningún otro trabajo fotográfico si no concretaba este antes”. 

“Mnemotecnia es el trabajo que me recuerda el fotógrafo que fui junto a mi maravillosa sobrina que luchó contra un cáncer, desde los dos a los ocho años, y que, aunque murió, triunfó”, describe en el dossier que acompaña la muestra fotográfica donde vemos a Agustina crecer y sonreír y también trascender a la enfermedad. Para quien recorre las imágenes, la conmoción es tan inevitable como visceral: “He tratado de no dar golpes bajos con la muestra. Es un trabajo que tiene como fin que el que se acerca sepa que esa persona pasó por este mundo y dejó huellas en quienes estuvimos cerca; es una forma de dejar testimonio de eso. Creo que a través de la fotografía uno expone lo que hace y el público aborda esa fotografía con las herramientas emocionales y cognitivas que tiene. La muestra es sencilla porque ella era así. No tiene más aspiraciones que mostrar algo”. 

“Hoy la recuerdo como una niña muy valiente y muy, cómo decirlo… magnánima y a la vez inocente. Ella pensaba en los demás al margen de su enfermedad, era muy caritativa y era muy pequeñita para todo eso. Creo que su valentía es lo que más recuerdo. También era muy divertida y muy sensible”, describe. 

Los sentimientos que se evidencian sin demasiado esfuerzo cuando habla de su sobrina son los mismos que afloran en sus palabras a la hora de hablar de la forma en que siente y vive la fotografía: “Es mi pasión y mi amor… La fotografía es la forma que yo encontré para poder decir y manifestar ciertas cosas. A mí me cuesta mucho largar cosas del interior y en la fotografía encontré la manera de poder mostrarme y de mostrar mi forma de ver el mundo”. Quienes asistan a la muestra, sin duda, podrán comprobarlo. 


Mnemotecnia

La muestra cuenta con el apoyo de la Fundación Natalí Dafne Flexer, que acompaña a los niños con cáncer y a sus familias en todo el país, y se exhibirá en nuestra provincia del 2 al 24 de mayo en la Casa Museo de la Ciudad (avenida Salta 532) para luego exponerse en Buenos Aires. La curaduría estuvo a cargo de la museóloga tucumana Anahí González

“Recuerdo que la fundación tuvo mucha presencia en la época en que mi sobrina estaba con su tratamiento y, cuando tuve la muestra en la cabeza, les escribí y me dijeron que me apoyaban. Me gusta mucho que estén presentes en este trabajo porque es algo que anhelaba”, destaca el fotógrafo respecto al apoyo institucional de la fundación Flexer.

“Esta es mi primera muestra, me imagino mucha gente querida y cercana ese día de la inauguración; gente que estuvo muy cerca de mi familia en esa época y que también son parte de esta historia. Hay mucha gente también que está colaborando para que la exhibición se pueda realizar. Creo que me voy a sentir muy realizado, siento que voy a cumplir una promesa que le hice a mi sobrina, no es que se lo haya dicho, pero así lo siento. Va a ser un homenaje a ella”.