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"Todo lo que hago es por ellos, por mis hijos": Julián Carol, el joven papá tucumano que conmueve con el ejemplo

HISTORIAS DE ACÁ

Tiene 28 años y forma parte de una familia de San Cayetano que cada mañana sale a ganarle a la vida. Tal como lo hacía el abuelo Tití, ahora con su padre Darío y sus hermanos se rompen el lomo con la venta en la calle. El sueño.

Julián, Milo y Lizandro.





“¿Cuánto gana un vendedor ambulante?”, preguntó un muchacho en Facebook y entre todas las respuestas hubo una que se destacó. “Soy vendedor, pero como hoy puedo ganar 50 mil al otro día 5 mil y al otro día nada. Esa es la vida del vendedor ambulante. Si sabés administrar bien la plata, te alcanza. Así mantengo a mi familia y vengo de familia de vendedores ambulantes. Mi hermano vende golosinas (alfajores, bombones, etc.) en la Plaza Independencia, tiene 16 años y es escolta en la escuela. Aproximadamente, un día malo gana 15 mil pesos; un día bueno 30 mil pesos o más. Para el Día de los enamorados vendió bombones desde la 19 hasta las 23: vendió 100 mil pesos y tuvo una ganancia de 70 mil. Hay que aprovechar cuando son días de cobros porque la gente compra y también hay días con buena racha”.

Será la forma de responder, será la lluvia o será que tener trabajo, rumbo al 1º de Mayo, es todo un tema para miles de tucumanos, pero lo cierto es que la tarde se prestaba para hablar unos minutos con Julián Carol, el muchacho de 28 años que respondió a la pregunta de arriba, y profundizar en la vida del vendedor ambulante. Al llamarlo y atendernos, nos adentramos en un Tucumán profundo que trasciende las peatonales del centro capitalino y nos sumergimos en una historia casi de otra época, con el propio Julián Carol y su padre Darío, todos los días enalteciendo el oficio, el ser ambulante, y subirse al auto desde su casa en San Cayetano para llegar al sur de la provincia con artículos de bazar y vender (o intentar vender) a las amas de casa de Simoca, Concepción y Aguilares

Yo tengo 28 años y vengo de familia vendedora. Mi abuelo y mi papá eran vendedores. Sí estudié, mis viejos me dieron la posibilidad, pero por equis motivos no pude terminar. Mi hermano es vendedor de golosinas y es escolta en la escuela Alfonsina Storni. Mi hermana también es vendedora de ropa y está estudiando. Se paga sus estudios en el Decroly para ser maestra jardinera con la venta de ropa, calzados, lo que se presente”, le cuenta de primera mano Julián Carol a eltucumano en este miércoles pasado por agua, justo un clima que, salvo para los vendedores de paraguas como la Mecha Suárez o Pajarito González, es feriado obligatorio para la familia Carol: “Un día como hoy de lluvia no podés salir a laburar a los pueblos y a las ciudades del Sur: te llenás de barro”.

Pero aquí empieza una de las primeras lecciones que Julián Carol heredó de su abuelo vendedor Tití Carol y de su papá Darío Carol, con quien sale a vender todas las mañanas de lunes a sábado en el auto: “Es como le respondía a ese señor en las redes: un día podés vender bien, pero a eso lo tenés que hacer durar para los días como hoy que no podés salir a vender. Yo vivo al día, amigo. Soy socio con mi papá, quien me sacó a mí a vender como a él lo sacaba mi abuelo, quien ya falleció hace cuatro años. Un día mi papá me dijo: ‘Hijo, vení, vamos a trabajar juntos’. Y desde entonces así fue: los dos nos damos una mano, codo a codo. Cuando él tiene, me banca a mí; cuando yo tengo, lo ayudo a él. Nosotros dos sacamos a las familias adelante. Somos los sostenes”.

La travesía diaria de Julián Carol con su papá merece ser contada: “Todos los días nos vamos al campo donde vendemos artículos de bazar o herramientas. Lo que vende el vendedor no es algo fijo. Desayunamos a las 7, cargamos la mercadería en el auto, y llegamos al Sur y estacionamos el auto donde haya casas. Una cuadra hace mi papá, otra cuadra hago yo. Y así vamos cuadra por cuadra, casa por casa, puerta por puerta. Aplaudimos y nos atienden. Siempre estamos bien vestidos, con una camisa, con un jean, siempre con una sonrisa, siempre amables y siempre con respeto: ‘Disculpe, señora, qué tal, cómo le va’. Digo señora porque a las casas donde nos abren las puertas la mayoría siguen siendo señoras amas de casa. La gente del Sur es muy amable. No te digo que hay gente que ni nos atiende. Pero por lo general se manejan los tiempos y el respeto de antes, eso que se ha perdido acá en la capital. El respeto siempre ha sido inculcado por mi abuelo y por mi padre. Y bien vestido. Hay que ir bien vestido y no de gorra. No es por hablar mal, pero la gente se asusta con los robos o con vendedores que vos ves en el centro y le gritan de la otra vereda: ‘Eh, señora, ¿no quiere comprar esto?’. No. A la gente hay que hablarle bien y recibe el mismo trato y las señoras, que son las que manejan la economía de la casa, te compran”.

Como vemos, los detalles hacen a la vida del vendedor en la familia Carol, familiares lejanos de Juan Carlos Carol, gloria del fútbol tucumano e histórico goleador de San Martín, recuerdos que a veces afloran en la sobremesa de los domingos, cuando Julián, su papá y las familias se permiten el descanso y un gusto: “A veces me dicen: ‘Eh, vos comés asado todos los domingos’. Y lo hacemos porque trabajamos todo el sábado hasta la hora que haga falta para juntar para compartir un asadito el domingo. Tengo mi familia, mis hijos tienen una tele, no te digo que tiro manteca al techo, pero dentro de todo lo piloteo bien. Es como dice el refrán: ‘Persevera y triunfarás’, ¿no?”, se despide Julián con la voz entrecortada y una emoción que compartirá recién al final de esta llamada: “Les agradezco por este llamado porque es de alguna manera un homenaje para mi abuelo Tití Carol, para mi papá Darío Carol, para mi hermano Máximo Carol y para mí que soy Julián Carol. Pero no quiero dejar de decir algo: todo lo que hago, todo el esfuerzo que hago lo hago por mis dos hijos, por Milo y Lizandro, mis hijos de 4 y 1 añito. Todo el sacrificio es por ellos para que se corte la cadena de vendedores ambulantes de la familia y estudien. Voy a luchar todos los días de mi vida para que mis hijos tengan una buena enseñanza y el día de mañana sean alguien, para que lleguen la universidad, para que puedan tener la vida que siempre soñamos”.

Julián Carol con su viejo Darío, trabajando en Tafí del Valle.

Ya en los Valles con su padre trabajando.

Darío Carol y Tití Carol, padre y abuelo de Julián.

Máximo Carol tiene 16 años, es vendedor ambulante y escolta de la Escuela Alfonsina Storni.

Julián Carol con su hermano Maxi y su papá Darío.