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"¡Nos vamos a Harvard!": Pedro, Vicky y Mandarinas bajo el sol, el taller tucumano que viaja a la mejor universidad del mundo

HISTORIAS DE ACÁ

Hace cuatro años, Pedro Noli y Victoria Daona crearon un espacio para narrar nuestras historias, historias mínimas y como tal universales. Hoy, ese taller parte con sus creadores a Estados Unidos para enseñar y compartir con 100 alumnos de todo el mundo el alcance de la imagen, la potencia del recuerdo y el poder de la palabra.

Victoria Daona y Pedro Noli en El Bajón de Yagui, espacio de alegría mandarina.





A veces más, a veces menos, por lo general las mandarinas tienen doce gajos. Primero hay que quitarles la cáscara, después dejar la cáscara a un costado, separar los gajos, llevárselos a la boca, amontonar semillas en la mano y así, ¿quién no ha comido así una mandarina bajo el sol? 

Que los mundos entran en una mandarina lo saben Pedro Noli y Victoria Daona. Son ellos quienes han encontrado el color en los días más grises de la pandemia que descuajeringó al mundo. Son ellos quienes juntos, pero separados por aquellos días, él en Tucumán, ella en Buenos Aires, comenzaron con otro ritual tan potente como escuchar al verdulero y correr a buscar el postre de las sobremesas nacionales y populares de la Argentina.

Ese otro ritual era compartir las horas largas de la pandemia a través de historias jamás narradas: “Nos mandábamos fotos, nos contábamos quiénes eran nuestras abuelas, quiénes eran nuestras mamás, escribíamos esas historias y a medida que el tiempo fue avanzando nos dimos cuenta que si a eso le dábamos una estructura podíamos compartirlo con muchas personas más. Así nació Mandarinas bajo el sol”, le cuenta esta tarde Pedro a eltucumano, en una pausita de su balcón de barrio Sur, mientras las valijas están abiertas, los libros a un costado, los documentos engomillados y un boxer Dufour con estrellas y colores de Estados Unidos está a punto de ser guardado. “Mirá, los colores patrios”, se ríe Pedro porque junto a Vicky están por cumplir un sueño americano: “¡Nos vamos a Harvard! Nos vamos a dar el taller allá y es un sueño, claro que sí, un sueño no soñado”. 

Cuando todavía Pedro no soñaba que un día de 2023 iba a llegar un sobre lacrado con las palabras Harvard y Mandarinas bajo el sol en la misma hoja, una alumna del taller sí lo pensó. O al menos lo empezó a idear: “Hay una tallerista que se llama Johanna Liander, quien viene haciendo el taller desde el principio. Es docente en la Universidad de Harvard y lo presentó al taller nuestro ante la posibilidad de ganar uno de los fondos que se otorgan para llevar talleres foráneos a Harvard. El nuestro ha sido seleccionado y acá estamos, armando la valija”.

Amantes y defensores de la palabra escrita en todas sus formas, el castellano es el que ha moldeado las carreras de Pedro Noli en los múltiples universos del periodismo y la crónica escrita y es el castellano el que Victoria Daona ha enaltecido a lo largo de su carrera como Doctora en Letras del Conicet. Es el castellano, por ende, la voz y la palabra escrita la que habitará una de las aulas de Harvard, la mejor universidad del mundo elegida nuevamente como tal en 2023 por encima del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Stanford, todas en Estados Unidos.

El taller que vamos a dictar es para una cátedra de español donde se trabaja la literatura con español. Vamos a compartir lo que se está haciendo, la creación de relatos familiares para cualquier persona sin ningún tipo de especialización o habilidad previa en la escritura sino con las ganas de contar los momentos más importantes de la vida, de la familia, de uno. Siempre están las historias de la aristocracia, de los reyes, de los políticos, de gente poderosa escritas por otras personas que nos permiten conocer cómo eran sus vidas. Pero no están narradas así como las presentamos nosotros, como lo hacemos nosotros en los roles de narradores familiares donde las historias de la familia propia logran una jerarquía extra y un contenido hermoso”, infla el pecho Pedro.

El taller de Pedro y Vicky en Harvard está destinado para 100 alumnos divididos en seis grupos de estudiantes de distintas nacionalidades de todo el mundo, lo cual nos obliga a preguntarle al autor si la invitación formal de Harvard fue la confirmación de lo universal de las historias que cuenta el taller: “Sí. Las historias mínimas son mundiales. Son átomos. Son pequeñas partes que habitan en nosotros y en toda la humanidad. Un perfume de la salsa de la abuela, una tarde jugando a la pelota, la primera vez que vas al circo, o el primer día de escuela. Yo creo que a todos esos momentos, cuando los estamos viviendo, no somos tan conscientes de que vamos a recordarlos con emoción más adelante. Pero cuando nos sentamos a recordar, volvemos a esos lugares porque son lugares que dejan marcas amorosas ahí en el corazón, ¿no? Me parece que eso es universal, que eso es humano, el emocionarse es humano. No hay nada más lindo que emocionarse. Y eso es lo que queremos compartir en el taller, esa es nuestra propuesta para los estudiantes y también en un workshop, como le dicen allá, para contarles de qué se trata el taller y cómo lo trabajamos nosotros”.

Por último porque la valija sigue abierta y el tiempo apremia, ¿qué significa en general este momento? ¿Cómo se siente llevar un taller de historias nuestras allá? ¿Lo dimensionan? ¿No es para tanto? ¿Es un sueño? “Estamos viviendo ese sueño no soñado que te contaba al principio. Con la Vicky vimos que lo que hacíamos era muy lindo, que funcionaba, ahí pensamos esa estructura con una clase los sábados, con la escucha muy atenta, con el cuidado y el respeto por lo que dice la otra persona como eje primordial, con la potencia del recuerdo como la obra de títeres que te hacían tus abuelos que ya no están. Con todo esto se ha creado una sintonía de relato, textos que han cobrado y cobran su propia vida desde el recuerdo. Eso genera la posibilidad de volver a resignificar su historia, de volver a preguntar cosas donde había huecos, de echar luz donde había oscuridad, pero de por sobre todas las cosas celebrar los momentos que se han vivido. Ser concientes de eso es también lo que vamos a proponer a los estudiantes de la Facultad de Artes y Ciencias de la Universidad de Harvard. Llevamos un taller nuestro, tucumano, argentino, a una universidad tan prestigiosa que reconoce lo que se hace aquí, en nuestro país y claro que estamos orgullosos. Orgullosos y convencidos de lo que somos, de lo que hacemos”. 

La banda mandarina, la noche del Virla donde presentaron el primer libro de papel con sus historias.



Mandarinas en números:

* El taller empezó en Mayo de 2020 y hasta ahora participaron 254 personas de todo el país. 

* Nuestra editorial Mandarinas de Papel, va publicando 64 títulos, lo libros familiares e íntimos que nacen  en el taller. El 23 de Mayo presentaremos en el Rosita Ávila 16 títulos más. 

* Grabamos un podcast en la radio la tucumana, donde cada participante narra un pedacito de su historia de vida.