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"Ha sido muy movilizante": el amor de una familia que se volvió diploma

Para llorar de emoción

Con dibujitos y un mensaje cariñoso, la jueza Mariana Rey Galindo envió la sentencia de adopción de Magui. La sorpresa de mamá y papá y el desafío de simbolizar tanto cariño en un papel: “Ellos estaban muy contentos, pero nosotros también”.

La ilustración incluida en el diploma.





Recibir una carta parece una acción del pasado; de un pasado cada vez más lejano en el horizonte desde este presente asediado por el brillo constante de las pantallas. El papel y la tinta parecen un artilugio obsoleto, anacrónico y en desuso. Las novedades ahora son etéreas; impalpables. Por eso, cuando la semana pasada sonó el timbre en el hogar que comparten Daniel, Silvia y la pequeña Magui, todos se sorprendieron: era una carta. Y no una carta cualquiera, sino una que traía la noticia que más esperaban: la sentencia de adopción de la niña que en noviembre cumplirá tres años. Ese papel que llegaba para confirmar lo que ya saben y sienten, pero que ahora la ley también reconoce de manera oficial: son familia. El asombro no quedó ahí, mientras esperaban uno de esos expedientes oficiales colmados de palabras difíciles y con frialdad de documento legal, se encontraron, en cambio, con un diploma lleno de dibujos coloridos de abejitas, nubes y estrellas. Incluía este mensaje simple, cálido y amoroso que los conmovió: “Hace tiempo, Daniel y Silvia eligieron ser mamá y papá. Y llegó Magui para ser su hija. Hoy celebramos esa historia de vida y encuentro familiar”.  Abajo, la firma reza: Jueza Mariana. 

La jueza Mariana es Mariana Josefina Rey Galindo, Jueza de Familia y Sucesiones del juzgado de única denominación de Monteros, y quien ahora comparte con eltucumano.com la emoción con la que carga ese papel, simple en apariencia, enorme en significación para esa familia tucumana: “Los padres siempre nos preguntaban cuándo iban a tener los papeles. Nosotros en el juzgado pensábamos esto: cómo podíamos simbolizar el fin del proceso de adopción y qué podíamos entregarles simbólicamente. No es que ellos sean papá y mamá cuando reciben la sentencia, lo son desde el momento en que reciben a la niña. Ahí está el deseo de ser padres y el ahijamiento, como le llamamos nosotros. Lo que simbolizamos es eso, es celebrar el origen de la familia, eso simboliza la sentencia. Pero cómo se puede simbolizar una sentencia…Había mucha historia detrás de ese diploma”. 

Según explica la magistrada, en el proceso de redactar y graficar el diploma de la sentencia participaron un psicólogo y un diseñador gráfico. Con el advenimiento de la pandemia, este tipo de notificaciones ahora se realizan a través de correo electrónico al buzón oficial del representante legal de familia. Pero ellos no querían que la comunicación quede reducida a un archivo PDF, entonces fue que decidieron esquivar las pantallas, imprimirlo en papel satinado y fue un empleado del juzgado quien golpeó la puerta para entregar personalmente la carta. Una ceremonia que parece de otro tiempo, pero a la altura del mensaje que se transmitía. Un papel que dice mucho en pocas palabras; una certificación de amor que atesorarán para siempre. 

Junto con el documento legal de la sentencia, enviaron el diploma impreso en colores brillantes y también adjuntaron una tirilla con fotos de la familia que posee un imán, como los suvenires que se obsequian en los cumpleaños: “La sentencia está escrita en lenguaje técnico y claro. Nosotros nos preparamos y hacemos talleres de técnicas de escritura. Nos formamos con periodistas, no es una improvisación. En este caso, toda la sentencia está escrita con lenguaje claro, pero sin perder el rigor técnico; de modo tal que toda la información sea accesible a quien lo recibe. Teníamos que hacer todo un texto jurídico y buscar las palabras adecuadas para que sea simple y conciso para que ellos lo tengan consigo. El diploma sí está escrito en un lenguaje diferente, tratamos de que tenga un sentido diferente y simbolice la culminación de todo este proceso de una manera más amable. En ese diploma circula una palabra que no es legal, pero que simboliza el orden jurídico”. 

El diploma y un mensaje para atesorar por siempre.

“Ellos estaban muy contentos, pero nosotros también”, cuenta la jueza cómo fue la reacción de la familia al recibir el tan esperado diploma. “Hicimos una videollamada y ellos mostraban el diploma mientras Magui quería tocar la pantalla. Para nosotros fue uno de los momentos más gratos en lo que a procesos se refiere. Quizás eso sea lo más lindo de todo esto, hemos logrado lo que pretendíamos. Para ellos la sentencia y el diploma tienen el mismo valor”, revela Rey Galindo que aclara que los nombres de los tres involucrados son ficticios para proteger la intimidad de los integrantes de la familia como lo establecen los protocolos. 

Magui nació en un contexto muy difícil y tuvo complicaciones de salud en sus primeros años de vida que requirieron un seguimiento clínico. “Cuando nació fue abandonada por su progenitora. Ahí toma intervención la Secretaría de Niñez y se toman las medidas administrativas correspondientes. Una vez que se sabe que la madre decide no ejercer la maternidad, se sentencia la adoptabilidad. Silva y Daniel participaron del proceso de guarda previo a la adopción y siguieron al pie de la letra todas las indicaciones de los psicólogos, médicos y psiquiatras. Después, llegó la pandemia y, aunque se demoró un poco, avanzamos con el proceso hasta la sentencia de adopción”, cuenta la magistrada. 

Apelar a esta forma de comunicar oficialmente una sentencia es parte de un cambio de paradigma en este tipo de procesos legales, según explica la jueza. “Es una directriz que se aplica desde el año 2016 a esta parte. En la Cumbre Iberoamericana de Justicia ya se habla del lenguaje claro como un deber de los magistrados, está comprendido dentro del derecho que tienen los involucrados de comprender el proceso. En lo jurídico siempre se ha entendido que expresarse de manera difícil, incluso usando palabras en latín, era sinónimo de elocuencia y de elegancia, pero eso nos apartaba de la gente. Por ejemplo, antes, cuando recibía una sentencia, Doña Rosa necesitaba un traductor porque no entendía lo que decía y ese traductor siempre era un abogado. Nosotros buscamos humanizar y no despersonalizar los procesos porque eso va en contra de lo que pretendemos. Tratamos a las personas por sus nombres, no por los apellidos”. 

Esta singular y emotiva comunicación judicial recuerda a un caso similar que se conoció en julio de este año al difundirse el sentido mensaje que acompañó un fallo emitido por la jueza Viviana Donaire, titular del Juzgado en lo Civil en Familia y Sucesiones del Centro Judicial de Concepción. En esa oportunidad, la letrada tuvo un gran gesto de humanidad para con el menor de edad dado en adopción, al dedicarle unas sentidas palabras que podrá leer en caso de buscar su origen en un futuro lejano, cuando sea mayor de edad. “Nunca te sientas no querido. A veces renunciar para posibilitar a un niño una vida mejor es otra forma de querer”, reza un fragmento del documento. 

“Para todos los que hemos participado de este proceso, de construir todo esto, ha sido algo muy movilizante. Porque surgen muchas emociones y a cada uno les toca fibras internas que tiene que ver con su historia personal. Desde los psicólogos y diseñadores que confeccionaron el diploma hasta quien ha ido a entregar el sobre… Son cosas que movilizan”, reflexiona Mariana Josefina Rey Galindo quien es consciente de todo el amor que hay detrás de esas palabras plasmadas en un papel: “Ese diploma guarda en palabras la historia de Magui y de su papá y mamá”.