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"Es de la gente": las calles tucumanas se volvieron santuarios maradonianos

Historias de acá

El pintor Bernardo Sebastián Vaca y el fotógrafo Nicolás Núñez fueron los artífices de una iniciativa artística para homenajear a Maradona: “Era necesario para nosotros y para la provincia que a veces es muy boba y se ha muerto una de las personas más importantes del siglo 20 y 21”. Mirá las fotos y enterate dónde están los santuarios.

Foto: Nicolás Núñez.





- Amar a alguien que uno no conoce eso es… Dios.
 
Ha pasado apenas un día del fallecimiento de Diego Armando Maradona y Bernardo Sebastián Vaca todavía no puede digerir la noticia, ese tsunami emocional que se traduce en su voz quebrada. Bernardo Sebastián tiene 39 años es tucumano, artista y, ante todo, un maradoneano de ley, de aquellos que profesan una devoción amorosa y visceral por el ídolo popular. La noticia ha sido un auténtico mazazo a su corazón maradoneano y aún no sabe cómo hacer el duelo ni cómo homenajear al capitán de los días más felices. La idea le vendrá horas después como una revelación. 

El sábado por la noche, distintos puntos de la ciudad se convirtieron en santuarios maradonianos adonde los tucumanos acudieron a prenderle una vela a Maradona y a despedirlo, aunque su legado no se irá nunca de entre nosotros. Vaca y el fotógrafo Nicolás Núñez fueron los artífices de la pegatina con la que se homenajeó al más grande de todos los tiempos: “Pensamos que la ciudad está muy gorila, que nadie ha hecho nada respecto al Diego y que todo se ha manejado con distancia y con frialdad, por eso dijimos que hagamos algo como tributo. Después de semejante shock que hemos recibido con la noticia de su muerte, era una cosa de salir y hacerlo ya porque era necesario para nosotros y también para la provincia que a veces es muy boba, muy hueca… Y se ha muerto una de las personas más importantes del siglo 20 y 21. Me parecía fundamental desarrollar intervenciones relacionadas con Maradona porque la cosa estaba muy parada, muy estática”. 


El sábado, la previa a la pegatina es con un asado que se alarga con la tarde. De fondo suenan canciones dedicadas a Maradona, mientras Bernardo dibuja en el papel la figura del histórico diez de la selección y de Peter Shilton, el arquero inglés víctima del gol de la mano de Dios y del otro, el mejor de todos los tiempos. Después, Bernardo, Nicolás y otros cuatro amigos salen a las calles a buscar los sitios indicados para el tributo. Los sitios elegidos fueron las paredes de Crisóstomo Álvarez al 500 y de la Buenos Aires primera cuadra. Ahí colocaron las velas y armaron los santuarios en una intervención que bautizaron “Diez velas para el rey”

“La obra es de la gente y ha sido impresionante porque la gente estaba muy curiosa, muy emocionada, se sacaban selfies, prendieron de nuevo las velas… hubo una persona que se acercó a ver el dibujo con el hijo y estaba realmente muy emocionada”, comenta Vaca las primeras reacciones de los tucumanos que se encontraron con los santuarios. Recuerda ahora que un hombre de 50 años se quedó todo el tiempo a acompañarlos mientras hacían la pegatina y ayudó haciendo turucuto a quien tenía que pegar la pelota de papel en lo alto. 


Cuando era apenas un niño, Bernardo Sebastián le robó plata a su mamá para ir a verlo a Maradona en la cancha de Atlético. Fue en 1992 y el crack había vuelto al país después de dar positivo un control antidoping con el Napoli. Ese día, Maradona usó la camiseta 10 del seleccionado de la Liga Tucumana de Fútbol que enfrentó a un combinado de figuras de San Martín y Atlético en un partido a beneficio. Para Bernardo fue cuestión de verlo y quererlo para siempre: “Ahí he decidido que lo amaba a Maradona”. Pero su primer recuerdo con Maradona lo remite unos años atrás, al mundial de 1986, y al primer festejo junto a Bernardo, su padre, de algo que no fuera un cumpleaños: “Para mí Maradona representa una parte muy importante de mi infancia, un festejo genuino con mi papá y un abrazo que nos dimos en la esquina de Salta y Marcos Paz”.

“Maradona es la infancia, la lucha, es el Quijote… Es una cosa de locos. Yo soy un chabón que, a lo largo de la vida, se ha motivado por ver a Maradona. Es un tipo muy motivador, ha hecho que me guste el fútbol, la camiseta… De las cosas que más me gustan de él es eso de no dejar nunca de ser un niño”, revela el artista de 39 años quien confiesa que salir a intervenir la ciudad ha sido, de cierto modo, su manera de hacer el duelo por la pérdida del ídolo: “Yo creo que ahí recién he podido hacer el duelo, me ha costado mucho hacerlo ese día cuando me enteré y esta era una manera de demostrarme y demostrarle que lo he querido y que lo quiero mucho”. 


Más allá del homenaje maradoneano, el pintor recalca la necesidad de que el arte cope las calles para cambiar la fisonomía del lugar donde vivimos: “Uno se queja todo el tiempo de la ciudad y no hace cambios, hay como un egoísmo muy grande porque se quejan, pero no hacen nada por la ciudad. Siento que acá nadie se la quiere jugar por llevar un estandarte real, hay que buscar cosas reales… Creo que esa también es la enseñanza del Diego, acá hay mucha gente que solamente piensa en hacer guita y en cosas vacías de sentido”. 

Esta noche, en algunos rincones de Tucumán, las velas seguirán llorando y celebrando a Maradona. Eso es arte y también es amor.