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Las lágrimas de una enfermera por los abuelos que le ganaron al coronavirus

Historias de pandemia

El video conmueve a todos: Jesús y Josefina, de 85 y 83 años, se retiran del hospital de Aguilares tras ganarle al Covid-19. Detrás de su máscara de protección, la enfermera María de los Ángeles llora de emoción. Cómo es la pelea contra la pandemia en la primera línea y qué promesa hicieron los abuelos.

Jesús y Josefina se despiden del hospital.





En la foto, María de los Ángeles Altamiranda parece la protagonista de una película del cine catástrofe: el traje de protección celeste, los cobertores de los zapatos y los guantes de látex blancos, el barbijo y la máscara transparente que le cubre el rostro. A su lado, un médico ataviado de la misma manera y, al lado de ambos, dos guerreros octogenarios que acaban de pelear acaso la más dura de sus batallas: Jesús y Josefina, 85 años él y 83 ella. Los pulgares en alto y, tras el barbijo, de seguro, un par de sonrisas que celebran que el coronavirus ha quedado atrás. En la imagen no se vislumbra, pero detrás de sus antiparras transparentes, los ojos de la enfermera de 41 años están colmados de lágrimas de felicidad.

En medio del momento más difícil de la pandemia en la provincia y entre cifras de infectados que crecen y angustian, este mediodía en el hospital de Aguilares médicos y enfermeros hicieron una pausa tan breve como sanadora para celebrar una buena noticia: tras 22 días de internación, la pareja de abuelos Jesús y Josefina se despiden del hospital y de quienes los ayudaron a vencer al coronavirus. Entre ellos, María de los Ángeles, la enfermera que a la tarde continuaba emocionada por el momento que ha quedado registrado en video: “Fue una emoción hermosa. No sé cómo explicártelo, para nosotros es una emoción tremenda que nos hizo llorar al verlos irse caminando para seguir disfrutando de su vejez”.

“Estos abuelitos ingresaron hace 22 días. Son un matrimonio y el más complicado era Don Jesús que llegó con una neumonía complicada por el Covid-19. Además, él es un paciente de alto riesgo porque es hipertenso y diabético. Tuvo sus días desmejorado, pero, gracias a Dios, con el tratamiento, tanto él como ella fueron saliendo”, explica la enfermera que estuvo en la primera línea de los cuidados que debieron recibir los ancianos el tiempo que  estuvieron internados. Desde su lugar y por estar en permanente contacto con los pacientes,  sus tareas exceden la labor estrictamente sanitaria para volverse también el sostén afectivo de las personas que están aisladas de sus familias: “Los abuelos estaban con miedo por todo lo que se dice… porque muchos andan diciendo que todas las personas mayores mueren con este virus y no en todos los casos es así, son muchos los que logran recuperarse. Hay que hablarles, contenerlos emocionalmente y explicarles que la internación es también para prevención de la familia. Nosotros los enfermeros, al hacer sala, tratamos de tener todo el tiempo diálogo con el paciente, conversarles, hacerles bromas, hacerlos sentir bien a ellos… que sientan no son la peste como muchas veces tratan a los contagiados. Hay que darles el afecto que necesitan porque están solos”.


Durante los 22 días que Jesús y Josefina estuvieron en el hospital, ella fue parte de esa contención que los pacientes necesitaban en su lucha contra el virus; el anticuerpo humano que los ayudó a salir adelante. En esa relación que establecieron, los fue conociendo y queriendo a cada uno con su forma de ser: “Han sido dos pacientes muy buenos y muy tranquilos. El abuelo era bien dócil, tranquilo, y se notaba que era la abuela la que llevaba las riendas de la casa”. Según revela la enfermera, Josefina podría haberse ido de alta hace dos días, pero quiso quedarse a acompañar a su marido hasta el último momento. Ese momento tan esperado fue hoy a las 14 cuando los pacientes se retiraron del hospital entre aplausos y demostraciones de afecto del personal sanitario. Esa batalla ganada al virus, se celebró como un triunfo de todos.

¿Pero quiénes contienen a los que tienen la tarea de contener a los demás? María de los Ángeles es sólo un eslabón más de una larga cadena sanitaria de la que participan enfermeros, equipos de guardias, internación, kinesiología , laboratorio , limpieza, nutrición, radiología y psicología. Los lazos entre el personal de salud son fundamentales para hacer frente a estos momentos críticos: “Nosotros, por suerte, tenemos un gran equipo acá en el hospital. Estamos dirigidos por la doctora Karina Faccioli y contamos en el apoyo emocional de ella desde que estamos trabajando a full con pacientes positivos. También la jefa de las enfermeras, Andrea Díaz de Sánchez, está siempre en contacto con nosotros todo el tiempo para lo que necesitamos “. Tampoco quiere olvidarse de destacar la labor de los doctores Mariela Robles y Javier Tarulli, entre otros que intervinieron en este caso.

“Alguna gente siente miedo y otros no le dan importancia al contagio. Yo como enfermera no tengo miedo, pero sí le tengo respeto al virus. Si uno sabe cómo trabajar y cómo cuidarse no tiene por qué tener miedo a la exposición”, comenta María de los Ángeles que trabaja en el hospital de Agilares desde el momento en que se recibió de enfermera a los 22 años. Lejos de amilanarse ante la pandemia, ella ratifica su vocación de servicio ahora más que nunca: “Amo mi carrera y lo que hago. He tenido muchas cosas buenas así como malas también. En esta tarea nos pasan cosas lindas y cosas tristes que nos marcan en la vida, pero, cuando sale algo bien, como pasó hoy, es lo mejor; es una alegría inmensa que uno siente en el pecho. Si tuviera que volver a elegir, volvería a ser enfermera”.  María hace turnos de doce horas de guardia y la semana que viene, cuando cumpla sus 42 años, le tocará estar en el hospital, como siempre, cumpliendo con su misión contra viento y pandemia.

De alguna manera, lo de hoy fue un festejo anticipado que la emociona cada vez que lo recuerda: “Los abuelos estaban muy agradecidos con nosotros, muy contentos con la atención que recibieron”. Y aunque María de los Ángeles se da por muy bien pagada con esa gratitud que reflejaron los ojos vidriosos de lágrimas de la pareja de abuelos, Josefina redobló la apuesta y les hizo una promesa a todos aquellos que la cuidaron: “Nos dijo que, cuando todo esto de la pandemia acabe, iba a volver al hospital para invitarnos a su casa y que celebremos todos juntos”.

Desde su lugar en la primera línea de la pelea contra el virus, la enfermera nos recuerda que la lucha contra el coronavirus no es sólo del personal sanitario, sino un deber de todos como parte de una misma sociedad: “Por favor nos cuidemos, tratemos de no hacer reuniones, de usar el tapabocas, de cumplir con la higiene en las manos… Esto no es una broma. Hay gente que, gracias a Dios, sale, pero muchos que no. Si cumplimos todos, podemos salir de esta maldita pandemia, hay que tener conciencia”.  

Mirá el emotivo video: