Cachín Selis aprovechó la cuarentena para compartir toda su música
Desde España
El cantante tucumano radicado en Madrid empezó a publicar en diferentes plataformas todo el material que grabó en 19 años de carrera. Las historias de Hotel Perpignan y su encuentro con Pepe Mujica para mostrarle el material que había compuesto: “Nos dio su bendición”.
Fotos: gentileza Cachín Selis.
Pasaron cinco años desde que Cachín Selis decidió dejar Tucumán para tomar rumbo europeo. Madrid es la ciudad que lo acobijó desde que partió del Jardín de la República, pero antes de ese viaje, durante el mismo y hasta la actualidad, ocurrieron cientos de cosas en la historia del guitarrista que cuenta con casi 20 años de trayectoria.
Hace unos días, el canal de YouTube de Cachín comenzó a tener un movimiento inusual. No era para menos, aprovechando la cuarentena obligatoria por el coronavirus, empezó a pulir detalles y compartió el video de Mujica Mantra, una canción que grabó en 2014 en honor a Pepe.
“Forma parte de un disco, Honesto Cayote, que se grabó en Tucumán en 2014 con la producción musical de Ramiro Rodríguez, se grabó en su propio estudio y lo mezcló él. Cuando me vine a Madrid a vivir, lo mastericé a distancia con Andres Mayo, en 2015, pero lo guardé y nunca lo saqué porque armé Albolceniza, proyecto duró hasta 2018 y se separó”, relata el guitarrista y cantante desde Madrid, en diálogo con eltucumano.com.
Posteriormente a la separación de Arbolceniza, Cachín comenzó a trabajar en Hotel Perpignan, su obra más reciente: “Ese es por qué un disco grabado en 2014 recién empieza a salir en 2020. Mujica Mantra es una canción muy fuerte para mí porque cuando vi el discurso de él en la Cumbre del Medioambiente de la ONU en Río de Janeiro, en 2012, me voló la cabeza. Todavía laburaba en un banco en Tucumán, hacía vida corporativa, hacía música part time. Cuando escuché sus palabras se me cruzaron los cables, no estaba siendo coherente conmigo mismo y ahí es cuando tiré todo a la mierda, renuncié, vendí todo y me vine a Madrid, sin papales, sin nada. De la cara. Estas palabras calaron hondo”, explicó.
El encuentro con Pepe Mujica en Uruguay
Con la canción ya consumada, Cachín partió partió junto a Vero Paz (con quien luego armaría Arbolceniza), a tierras charrúas, con la tarea de hacérsela escuchar a Pepe: “Preguntando por todos lados, llegamos a un taxista, a un compadre muy buena onda, que él el año anterior había llevado a unos alemanes fanáticos de Mujica que lo querían conocer, y el tipo conocía dónde quedaba su casa, era en una chacra. Fuimos un día y ya se había ido a la ciudad. Había un cuidador, muy humilde, y nos dijo que volvamos al otro día pero a las 5 de la mañana, porque el chabón revisa un poco como está el campo, los animales y se va a la ciudad”, rememoró.
“Caímos tipo 5, hicimos la guardia, y cuando salió, el cuidador le dijo que lo estábamos esperando. Se acercó, le contamos de la canción y nos invita al frente de la casa, que hay una escuela rural que él armó. Ahí, en un tipo tinglado enorme, obras en construcción de la escuela, se largó a hablar. Es un filósofo de corazón y alma. Va caminando y va tirando frases. Tira frases de calcomanías todo el tiempo, es muy copado, es un idealista. Lo más conmovedor del encuentro fue poder corroborar que el tipo vive como habla, pregona desde la acción. Lleva una vida austera y humilde, y habla desde ese lugar. No son palabras para contentar los oídos, son palabras que se basan en acciones. Le gustó la canción, nos dio su bendición. Alto encuentro”.
- Iba a hacer el trámite de mi ciudadanía en Italia. Decidí ir en bondi porque es el medio de transporte que creía que había menos control. En la frontera con Francia, justo en un momento muy paranoico del país, tras muchos atentados, como el Bataclan Café. Pidieron los pasaportes, mi fecha ya había pasado los tres meses de ingreso a la Unión Europea y pingo, adentro. Pasé una noche en la cárcel común y después 15 más en un centro de detención para indocumentados, que tenía ese nombre pero era otra cárcel; con gente de todas partes, Europa del este, Centroamérica, África, de todo. Después me metieron en un avión y me mandaron a Argentina. Llegué al país, vendí una guitarra que tenía, compré un pasaje, entre por Roma y pude hacer mi ciudadanía italiana.
Aprovechar el tiempo en pleno confinamiento obligatorio