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Ritmo y sustancia para convivir con la discapacidad

CUMBIA

“La ceguera no se supera, se sobrelleva”. Seis jóvenes de la Escuela Braile se unieron hace seis años para hacer música y hoy preparan su primera producción discográfica.




Ritmo y sustancia para sobrellevar una discapacidad
“La ceguera no se supera, se sobrelleva”. Seis jóvenes de la Escuela Braile se unieron hace seis años para hacer música y hoy preparan su primera producción discográfica.
Nacieron en 2011, en la Escuela Braile. Se pusieron de nombre 51F, que es el artículo que usan los docentes cuando tienen que faltar a clases. El nombre nació como “gastada” y la banda, como pasatiempo. Hoy ambas cosas forman parte de las vidas y de los proyectos de seis jóvenes tucumanos, que trabajan hoy en su primera producción discográfica.
Tienen entre 18 y 20 años. Estudian todos, pero sobre todo disfrutan de hacer música. Son Luis Maldonado (cantante), Marcos Millares (teclados y animación), Alan Cerezo (percusión), Exequiel Guerra (teclados), Walter Reynaga (percusión) y Atilio Romero (wiro).
Atilio y Walter tienen disminución visual y Luis, Alan, Exequiel y Marcos, ceguera total. “La discapacidad nunca se supera del todo, nunca se acepta del todo, pero sí se sobrelleva. Sobre todo con la música y con el deporte” asegura Marcos, animador de la banda.
Marcos sueña con estudiar Locución y seguir con tocando. “Para mí la música es una cuestión de herencia. Yo vengo de familia música pero fue recién a los 15 años, cuando ingresé a la escuela, que me di cuenta que también podía tocar música. Me cuesta más, pero puedo”, explica. 
Todas las semanas, martes y jueves, viajan a Capital desde Santa Ana, El Manantial, Yerba Buena y Simoca para ensayar en la casa de Alan. Además, tocan en eventos sociales, festivales y programas de televisión. “Participamos de varios concursos de bandas, hicimos shows en la Expo, en  el Teatro Alberdi, nos presentamos en programas de música y ahora estamos preparando nuestro primer disco, que presentaremos el 22 de septiembre, el día del 6° cumpleaños de la banda”, cuenta Marcos. 
¿Limitaciones? “Con los instrumentos, cero. Una vez que los conocés, ya te vas adaptando. Más que nada, el hecho de tener que depender de alguien para trasladarnos o cargar los instrumentos, armarlos, desarmarlos y bajarlos. Una vez en el escenario, nos manejamos con total libertad, ya la tenemos bastante clara”, asegura. 

Nacieron en 2011, en la Escuela Braile. Se pusieron de nombre 51F, que es el artículo que usan los docentes cuando tienen que faltar a clases. El nombre nació como “gastada” y la banda, como pasatiempo. Hoy ambas cosas forman parte de las vidas y de los proyectos de seis jóvenes tucumanos, que trabajan hoy en su primera producción discográfica.

Tienen entre 18 y 20 años. Estudian todos, pero sobre todo disfrutan de hacer música. Son Luis Maldonado (cantante), Marcos Millares (teclados y animación), Alan Cerezo (percusión), Exequiel Guerra (teclados), Walter Reynaga (percusión) y Atilio Romero (wiro).

Atilio y Walter tienen disminución visual y Luis, Alan, Exequiel y Marcos, ceguera total. “La discapacidad nunca se supera del todo, nunca se acepta del todo, pero sí se sobrelleva. Sobre todo con la música y con el deporte” asegura Marcos, animador de la banda.

Marcos sueña con estudiar Locución y con seguir tocando. “Para mí la música es una cuestión de herencia. Yo vengo de familia música pero fue recién a los 15 años, cuando ingresé a la escuela, que me di cuenta que también podía tocar música. Me cuesta más, pero puedo”, explica. 

Marcos

Todas las semanas, martes y jueves, viajan a Capital desde Santa Ana, El Manantial, Yerba Buena y Simoca para ensayar en la casa de Alan. Además, tocan en eventos sociales, festivales y programas de televisión. “Participamos de varios concursos de bandas, hicimos shows en la Expo, en el Teatro Alberdi, nos presentamos en programas de música y ahora estamos preparando nuestro primer disco, que presentaremos el 22 de septiembre, el día del 6° cumpleaños de la banda”, cuenta Marcos. 

¿Limitaciones? “Con los instrumentos, cero. Una vez que los conocés, ya te vas adaptando. Más que nada, cuesta el hecho de tener que depender de alguien para trasladarnos o cargar los instrumentos, armarlos, desarmarlos y bajarlos. Una vez en el escenario, nos manejamos con total libertad, ya la tenemos bastante clara”, asegura.