La meca de la decepción
Argentina empezó con el pie izquierdo este Mundial. Un partido que aspiraba a implantar certezas terminó desestabilizando la repisa ¿Este equipo tiene la fuerza para girar el timón? Lo veremos... | Por Nicolás Martín
Paso en falso.
Euforia. Delirio. Locura. Ilusión. Más de uno poniendo miles de alarmas para no quedarse dormido, o pasando de largo en la noche para lo último del combustible orgánico para un objetivo en común: el primer partido mundialista de La Scaloneta. Un proceso atrapante, de menos a más que llegó a su punto álgido con las coronaciones ante Brasil e Italia, dos Selecciones top a las que se les ganó de forma solvente. Pero no todo lo que brilla es oro
Entre las especulaciones que se afrontaron en la previa de la debacle fue el tema del intenso rodaje de los jugadores: el estado de forma se vio increíblemente desbalanceado ante un equipo carente de técnica pero lleno de voracidad.
Y si bien el trámite del partido parecía inmejorable: un gol tempranero del Messias, múltiples ocasiones acabadas con destino de red donde la tecnología anuló de forma milimétrica, espacios abundantes que invitaban al banquete perfecto para jugadores hábiles, característica que predomina en estos futbolistas. Todo un idealismo que terminó siendo un espejismo en el desierto.
Un entretiempo que despertó a los asiáticos. Vieron que los dioses sangraban. Sabían que era a todo o nada. Algo que Argentina todavía no comprendió. Una presión exhaustiva en salida y un relajamiento notorio en la Albiceleste desembocaron en el primer gol, tras una mala conducción de Paredes y un flojo cierre de los centrales. Balde de agua fría. Palmas resonando para levantarse de un letargo del que nunca se despertó. Vientos de cambio, pero lamentablemente, en contra.
Cinco minutos después, una serie de eventos desafortunados provocaron que la pelota cayera en Al Dawsari, la figura del conjunto de Hervé Renard, todos mirando, nadie actuando. Disparo y a otro cosa mariposa.
Ahora a chocar contra una pared verde de desesperanza. Argentina intentaba pero carecía de ideas. Centros, centros y centros. Ninguno con acierto, ninguno con fuerza. Un Di Maria líder solitario sin ninguna segunda voz, un Messi apagado y revulsivos con más impetú que inteligencia.
Un Scaloni que demostró una muestra de carácter en la previa desafectando a dos jugadores por no estar al 100% en lo físico, hoy no lo tuvo. ¿Es obligatorio que juegue Cuti Romero entre algodones con el nivel de Licha Martínez? ¿Y qué hacemos con nuestro lateral izquierdo, ambos mermados fisicamente? ¿Quién puede ser un oxígeno gambeteador en un equipo tan estructurado? Incógnitas que hoy toman más magnitud con este resultado.
Falta, es verdad. Pero si queremos ser campeones, hay que entender que no hay equipos inferiores y que vas a tener que sufrir en algún momento del partido. Hay que saber contrarrestarlo. Hay que saber manejarlo. Pero esto no es algo de prueba y error. Una competencia tan intensa como corta no lo permite. Vivir cada partido como una final es un dicho pero ahora pasa a ser una realidad, que urge, que aprieta. Algo que no pasaba desde ese partido con Paraguay en la Copa América 2019 donde Argentina peligraba pasar fase de grupos.
¿Demostró carácter? Sí, pero también una mejora en el juego. Porque la actitud queda improductiva ante una idea que no la sustenta. Es como si corriéramos en círculos haciendo un esfuerzo que no nos llevaba a ningún lado. Y el fútbol no entiende de merecimientos, pero sí de efectividad. Dos tiros al arco, dos goles. Y a pelarse. A defender la hazaña histórica con garras y dientes. Y fue así. Y cortar con faltas, 21 para ser más precisos, quitándole ritmo al partido, también es una herramienta válida, y vaya que fue funcional.
¿Debe Scaloni patear el tablero? Para nada. A la primera de cambio no hay que cambiar una fórmula exitosa. Pero sí debe adaptarse a un contexto incómodo, sin el mejor socio de Messi, con jugadores disminuidos físicamente y con la tensión de muchos corazones rotos y dubitativos
La peregrinación argentina movió cielo y tierra para alentar con mucha ilusión. Mirando a La Meca esperando que aparezca su profeta que los salve, profeta que por el momento solo apareció en una imagen humeante y toda la esperanza se volvió decepción y dudas. Pero el elegido ya habló : "Hay que estar más unidos que nunca" Así será 10, así será...