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"Quedó hermoso": los murales más grandes son de San Martín

HISTORIAS DE ACÁ

Luisito y un grupo de hinchas más Cirujas que Ciudadela le pusieron onda, color y pasión para calmar la sed insaciable: volver a la cancha ya, juegue en la Liga o en la A.

Alto mural.





Los grandes actos de amor por San Martín empiezan por una necesidad, por un síndrome de abstinencia. No aguantan más sin ir a Ciudadela. Extrañan todo. Están hartos de leerlo al garca de Atlanta, al traidor de Defensores de Belgrano: no saben ni cómo se llaman. Tienen los teléfonos para llamarlos y preguntarles qué onda, pero si sobra crédito mejor llamar a un amigo Ciruja y tirarle una idea llena de rojo y blanco:


- Eh, compadre, tengo ahí una pared para que hagamos un mural, ¿qué decís?

El mensaje sale del señor Federico Quesada, un distinguido vecino de la Corrientes al 4000, conocido por su afición a surcar los cielos tucumanos en parapente o a soñar desde chico con los globos de la muerte del circo y subirse a una moto y, si no se puede salir por la cuarentena, te arma una pista de motocross en el fondo.


Pero ni el cielo ni la moto llenan el corazón de nadie entonces es cuando Federico Quesada se convierte en Loco Fede y empieza a llamar a los nenes más lindos que tiene Ciudadela, a los changos del barrio, a los que paran en antes y después del partido en el portón de la Pellegrini casi Lamadrid, al lado del único kiosco con dos bancos bajo un naranjo de Ciudadela, cerca de la doña para una fresca, todos sentados en la entrada del garage crema, algunos de pie, ruidosos si el Santo gana, más tranquilos si no.


El Tortu, el Niga, Perico, el Chino del Santo, el Chapa, el Turco, el Puma, Franco, Martín Diur, Esteban Granito, Nicolás, Franco Venturino, el Dani Rizo, el Sebita Garay, todos enfermos por San Martín, la mayoría reunidos por Luis López Mendoza, Luisito, el Diego Rivera de Ciudadela, el muralista que ahora se dejó los bigotes mexicanos y con aerosol o pincel te lleva la pasión a tu fondo, a tu casa, adonde tengas un centímetro de pared lista para darle mecha.


- ¿Qué tamaño tiene la pared, Fede?

El mural más grande que le tocó hacer a Luisito es de 8 metros de alto por 20 de ancho: “Siempre me piden escudos de 1 x 1, pero nunca en una pared tan grande”, le cuenta a el tucumano con el pecho bien inflado al ver el trabajo terminado, una obra colectiva con todos los próceres nombrados y un ayudante con la brocha de lujo: el pequeño Jonás, el niño que aprendió a hablar con las canciones de Los Pibes del Ritmo.


- Hacelo hasta allá arriba, Luisiyo. Empecemos ya a pintar.

El mensaje de Loco Fede activó a los changos y, siempre respetando la cuarentena para que ninguna mamá o mamila se enoje, en tanda fueron pintando el boceto que Luisito había diseñado: “Era muy grande la pared así que había que diseñarlo bien. Alquilamos un andamio de cuatro cuerpos. Te lo alquilan por siete días nomás así que había que meterle pata. La pared estaba limpita: he marcado un pedacito con carbón, y arrancamos”.

Como los grandes murales del mundo, están llenos de información, de guiños, de secretos, de recuerdos, de tatuajes, de canciones, del bombo, de los vientos, de Patricio Rey, de Ciudadela Barrio Popular, de reggae, de previa, de cancha, de latas de birra, de latas de aerosol, de sol y de luna: “El Ciruja principal es una mezcla de todos los vagos: tiene el tatuaje de la telaraña del Chino, el pelo rojo y el aerosol es mío, tiene las rastas por los vagos, la camiseta de San Martín y en el brazo el logo de Los Redondos”.


Además de los protagonistas principales en un mural enorme que continúa con la tradición de Mundial y la gloriosa banda del Oeste II, en la tribuna del mural también aparecen más amigos como el Dani Rizo con el bombo, El Mariachi que toca las trompetas de Los Pibes del Ritmo y la clave de Luisito: “Desde el martes a full hasta el sábado le metimos: he mezclado varias técnicas: carbón, aerógrafo K3. Yo lo hacía al dibujo, pero al mural lo hicimos entre todos pintando, rellenado. Tiene mucho realismo, la camiseta, le dimos brillo al escudo con pintura sintética. Si vos vas por la Corrientes al 4000 lo ves: es muy grande, de todos los que hice, es el más grande”.


El mural más grande de los últimos años reactivó la pasión de los hinchas por volver a las paredes de Tucumán y llenarlas con escudos de San Martín, leyendas como los que integran El Paseo de los Ídolos en el estadio más caliente del país y sueños que el arte hace realidad: “Esta noche nos juntamos con los vagos del Oeste II: vamos a pintar a Maradona y a Messi con la camiseta de San Martín y en la Ejército del Norte a los cuatro pibes que han muerto en Sunchales. Gastamos 22 mil pesos en el último mural. Todo salió de nuestros bolsillos. Ahora, el que quiera sumarse, bienvenido será", pega la última pincelada Luisito López Mendoza, y se corre el telón. A través de las fotos de Esteban del Santo, por fin, aparecen las imágenes que brillan: alta en el cielo, la bandera idolatrada.

Luis López Mendoza, el muralista de Ciudadela.

Loco Fede, pura cultura Ciruja.