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A dos años de los mejores tres minutos de la historia de San Martín

CIUDADELA

El tres de junio del 2018, el Santo conseguía su cuarto ascenso a Primera con una actuación arrolladora. La goleada contra Sarmiento pasó a la historia como una de la finales más desparejas de la B Nacional. El recuerdo de una tarde inolvidable.

Gonzalo Rodriguez festeja el segundo gol enredado por sus compañero y los hinchas de la tribuna Rondeau.





Es un domingo frío y gris. En Tucumán, todos los caminos conducen a la Ciudadela que tiene su propia temperatura. Desde tempranito, las calles aledañas al estadio se fueron tiñendo de rojo y blanco. El barrio es el mismo de siempre, pero se respira un aire especial. Sucede que hoy, San Martín juega la final. 

Finales no se juegan todos los días y menos de local, porque esta es la quinta por un ascenso a Primera, pero todas las anteriores se habían definido en otras provincias. Hoy toca acá, en Bolivar y Pellegrini. Es por eso, que el diariero, el almacenero y el verdulero abrieron sus negocios con el gorrito Ciruja puesto. 

También Potente madrugó, o mejor dicho no durmió porque algunos trasnochados todavía están haciendo al previa desde el sábado.

Hoy no habrá ventas de entradas porque ya se agotaron en los días previos, incluso algunos de esos eternos hinchas que no faltaron nunca, esta vez tendrán que verlo por televisión.

Ese es el caso de Federico, que hace 25 años que no se pierde un partido, pero que esta vez no consiguió entrada y que por eso fue a ocupar una mesa del bar de la estación de servicio de la Bolivar y Colón para verlo desde ahí, por la tele, pero cerquita de la cancha: “En la casa no me podía quedar”. Ya faltan menos de dos horas y Fede, visiblemente nervioso, expresa lo que siente cualquier verdadero hincha: “Que yo entre o no a la cancha es lo de menos. Si hace falta no entro nunca más, pero que el Santo gane hoy”. 

En la esquina de Bolivar y Amador Lucero, una multitud se amontona para hacer más llevadero el paso del tiempo, los minutos avanzan y los nervios se comparten entre hermanos Cirujas que se miran entre si y saben que el otro está sintiendo lo mismo. 

El primer ritual se cumple cuando pasa el ómnibus con el plantel, los jugadores saludan tibiamente, concentrados en los suyo, los hinchas esperan reencontrarse con ellos en esa misma esquina 4 horas más tarde. 

De golpe aparece el Raton Ibáñez, le gente corea: “Ole Ole Ole Ole Ratón Ratón”, entre los que cantan están Pichón Juárez y el Capo Noriega que, como todo el campeonato, son dos hinchas más, siempre mezclados con el pueblo Santo, sin altanerías. Son dos leyendas de esta camiseta que ya dieron todo adentro de la cacha y ahora lo siguen dando en las tribunas.

Alguien le grita al Ratón: “Tenés que jugar vos”. Él contesta: “Tranquilo que hoy de 7 juega Gonzalo”. Así es San Martín, de Noriega y Pichón al Ratón, del Ratón a Gonzalo Rodríguez. En este mismo momento algún chango está forjándose como un futuro crack y en unos años estará Gonzalo en la tribuna alentándolo, y detrás estará la gente, la misma gente de siempre. 

Las tribunas están colmadas de bote a bote. El equipo sale a la cancha y el estadio explota. Todos saben que no es fácil lo que se viene, hay que dar vuelta una final. Pero en ese momento, con los papelitos al viento y la roja y blanca en la cancha, ya no hay nadie que sea pesimista. En Sarmiento, por el contrario, ya perdieron antes jugar, mientra miran las tribunas y piensan en que nunca vieron tanta gente junta.

Cada hincha soñó su partido ideal, cada uno imaginó como podría ganarse esa final contra Sarmiento. Pero nadie pudo haber fantaseado con un comienzo tan ideal. En tres minutos el equipo ya gana 2 a 0 y está dando vuelta el resultado de la ida. 

Al primer gol lo marcó Lucas Acevedo que ese día también haría el cuarto, debutando en la red con la camiseta Santa.

“Los goles del ascenso fueron los primeros, pero por suerte no los últimos que hice en San Martín. Durante el torneo me había costado convertir y tenía esa deuda pendiente tanto conmigo como con la gente que me había recibido tan bien en el club. La verdad, que me haya tocado convertir justo en ese partido fue algo inolvidable. Además fue la primera vez en mi carrera que me tocaba hacer dos goles en un solo partido”, relató Acevedo.

 Lucas recuerda que sabía que de local no se les iba a escapar: “Si bien veníamos de perder allá sabíamos que el 1 a 0 se podía dar vuelta y muchísimo más en Ciudadela y con nuestra gente; sabíamos que iba a ser una fiesta y teníamos esa energía de nuestro lado. El equipo llegó con mucha confianza y no solo pudimos darlo vuelta si no que lo hicimos con 5 goles, una locura, eso te da la pauta de lo que es jugar en ese estadio”.

Ese día también marcó dos goles Bieler y uno Gonzalo Rodríguez, con la 7 en la espalda, heredada del Ratón, de Troitiño, de Jorge López y de Cucaracha Sánchez. Así, el Santo consiguió uno de los resultados más contundentes que se recuerde en una final de Nacional B. 

San Martín obtuvo su cuarto ascenso a la máxima categoría, por primera vez lo hizo jugando de local. Otra vez, como todo el campeonato hubo festejos en bolívar y Amador Lucero y el ómnibus de los jugadores paró a agradecer a la gente que se despediría de ese plantel  y de un un ritual que se había repetido en cada triunfo.

Hoy se cumplen dos años de aquella tarde inolvidable y el Santo está librando una cruzada con AFA para poder volver a ascender. En esta lucha Gonzalo sigue usando la 7, Pichón, el Capo y el Ratón siguen alentando, como siempre. El sábado los hinchas jugarán su partido que no será en Ciudadela sino en todo el mundo y través de una plataforma virtual. Porque puede pasar de todo: ascensos, descensos, pandemias, cuarentenas, pero lo que no pasa, lo que no se puede cambiar es de pasión.