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El 1x1, round 2: los puntajes del segundo debate de candidatos a presidente

DEBATE 2023

Sobre las cartas la mesa. Los candidatos se midieron el aceite en el primer debate y ahora llegó el momento de la verdad. Chicana mata dato, y una definición picante es un gol sobre la hora. ¿Quién fue el gran ganador?

(Foto: Twitter @DebatesAr)





El primer debate fue la prueba piloto, nuestros candidatos apenas estaban precalentando. Este domingo por la noche llegó el partido definitivo, el último cara a cara de los cinco candidatos a presidentes que buscarán desde el próximo 22 de octubre conducir los destinos de la Patria. La Facultad de Derecho de la UBA fue el escenario para el último round, quizás la última ocasión para fustigar a un adversario o intentar seducir a un votante de otro espacio. ¿Hablarle a los propios o pescar los votos del rival? ¿Ganar como sea o jugar bien? ¿Vale todo en un debate? ¿Algún compatriota cambiará su voto por los debates?

Muchas preguntas y –al menos aquí- ninguna respuesta. Pasa otro domingo de sol, rezaka y fútbol y los cinco irrumpen cuando llega la hora señalada. De izquierda a derecha en sus televisores o celulares, Juan Schiaretti, Patricia Bullrich, Javier Milei, Myriam Bregman y Sergio Massa coparon las pantallas de todo el país y salieron a comerse la cancha. El primer debate ha dejado heridas, aprendizajes y lecciones, y en esta final será clave saber administrar los derechos a réplica, el segmento más picante y a veces hasta el único momento espontáneo de todo el debate, que no deja de estar por eso bastante guionado y gobernado por muchos lugares comunes. 

El debate en Santiago del Estero marcaba un punto de partida para todos los candidatos, es el espejo en el que se miraron durante esta semana las figuras y sus respectivos equipos: corregir errores, detectar las debilidades del rival, plantear una chicana inapelable, ponerle la firma al viral de la noche y de la semana, marcar la agenda de lo que queda de campaña en la cuenta regresiva hasta el 22. son algunos de los objetivos que persiguen nuestros postulantes. Acá, chicana mata dato, y una definición picante es un gol sobre la hora. 

Estos son los puntajes del segundo debate de candidatos a presidente:

Juan Schiaretti (7): fue la revelación en el partido de ida, donde se destacó con su cordobecismo y discurso federalista. En la vuelta, se puso el campo al hombro (¿y en las urnas?) al pedir eliminar retenciones y cruzó fuerte a Massa al pedirle que "le saque el pie de la cabeza" a los que producen. Cuando lo acusaron de apoyar en su momento al kirchnerismo como al macrismo, se defendió alegando que "les dio posibilidades de gobernar". 

Fuerte cruce con Massa por las cajas de jubilaciones y con Bullrich por las obras del macrismo en Córdoba. Guiños y hasta cierta sintonía fina en algunos temas con Milei. Su mejor momento fue cuando tiró que "las reservas dan -10 como el chinchón". Fue el único candidato que mencionó a Tucumán al reprochar por la baja del corte de biocombustibles y eso suma puntos, como también acordarse del Norte al pedir por el corredor bioceánico que "hace 20 años esperamos".

En su mensaje final, remarcó que "mostró su gestión" para explicar por qué hacía tantas referencias a Córdoba, y subrayó: "Soy el único candidato del interior profundo de la Patria frente al centralismo del AMBA".

Patricia Bullrich (6): estaba obligada a mejorar después de un mal desempeño en el primer debate. Salió decidida a vincular a Milei con Massa y venderse como la única alternativa real al kirchnerismo. Jugó una carta disruptiva (la innovación se valora) al anunciar que la acompañaba el policía Luis Chocobar y acusó a Milei de querer "liberar las armas", al tiempo que prometió bajar la edad de imputabilidad a 14 años.

Se mostró más sólida en el bloque de Seguridad y apeló una táctica efectiva para eludir las preguntas y ataques que la incomodaban: insistir con los bolsos de José López, el Caso Insaurralde, los ñoquis de La Cámpora. Lo repitió casi hasta el hartazgo, como un mantra. Más allá de sus respuestas evasivas, Bullrich no podía permitirse otro papelón como su no-respuesta sobre las Leliqs en el partido de ida y pudo cumplir esa misión y no sumarse otro gol en contra.

Su mejor momento de la noche fue cuando imitó a Milei al decir en tono burlista "cuanto más alto esté el dólar, mejor" y cuando le reprochó a Massa su defensa de las mujeres tras el cruce de Milei con Bregman, hasta jugando a vender una Pato feminista.

Javier Milei (5): otra vez le jugó en contra llegar como favorito en las encuestas y por ello, ser el apuntado por todos y gastar/invetir valiosos segundos en defenderse: tuvo que aclarar que no promueve la libre portación de armas, la venta de órganos y aclarar su posición respecto al cambio climático y su flamante alianza política con Luis Barrionuevo al repetir que "todos aquellos que se quieran sumar a arreglar los problemas en los argentinos son bienvenidos". Repetir el discurso del partido de ida resta puntos, queremos trucos nuevos.

Protagonizó fuertes cruces con Bullrich y con Bregman, manifestó buena onda con Schiaretti y si hilamos fino tuvo poca tensión con Massa. A la candidata de Juntos por el Cambio le dijo que "está muy seteada, sueltese un poquito", "montonera asesina" y que "vive aferrada a las mentiras de su equipo de campaña". Le respondió nervioso a Myriam Bregman en el bloque de Producción y Trabajo, donde abusó de las estadísticas y no desarrolló propuestas concretas, algo que se repitió en muchas de sus intervenciones.

En su mensaje final, aseguró que el debate fue "una pantomima irritante" y despotricó contra la casta, por supuesto. Como en toda su campaña, cuando le habló a su núcleo duro, a los convencidos, se mostró más firme. Queda la sensación de que no es tan loco como dice ni tan delirante como afirmaron sus detractores. De la motosierra a Barrionuevo, le sienta mejor la tele que el debate.

Myriam Bregman (7): tras salir victoriosa en el primer debate, salió decidida a jugar fuerte y dejar definiciones picantes, fiel a su estilo. Desde el minuto cero, marcó sus diferencias al no inaugurar su discurso solidarizándose con Israel como los otros cuatro candidatos. Dejó buenas chicanas, pero tampoco se lució como en la ida. Massa la incomodó al recordarle las leyes que votó con el oficialismo y estuvo evasiva en algunas respuestas. Se quedó sin réplicas y fue Bullrich quien tuvo que pararle el carro a "Massa feminista".

Bregman repartió para todos lados: a Bullrich le recordó que "cuando era ministra, su orgullo era sacarse fotos en un secuestro de 25 porros, literal"; a Massa le preguntó su podría vivir con $124.000 al mes; a Schiaretti le cuestiono su pasado menemista-kirchnerista-macrista y a Milei lo definió como "vieja derecha despeinada", y también lo reparó: "Cuando Milei te habla en difícil, lo hace para ocultar su verdadero plan. Indemnizaciones, afuera; licencias, afuera; aguinaldo, afuera. Si sos monotributista, precarizado, precarizado, no registrado ya estás afuera".

Les mojó la oreja a los peronistas Massa y Schiaretti al decir que trabajadores era "palabra prohibida" y le cuestionó al candidato del Frente de Todos su llamado a un gobierno de unidad con representantes del PRO, liberales y radicales como Gerardo Morales,

Más allá de su lengua filosa, queda la sensación de que no le alcanzó esta vez para salir como la gran ganadora del debate, sus rivales crecieron y quedó relegada a un discurso meramente para convencidos.

Sergio Massa (8): el candidato a presidente de Unión por la Patria es el gran ganador del debate (en el partido de vuelta y en el global) porque es la cara de un gobierno desastroso que tiene récords de inflación, pobreza y valor del dólar... y sigue siendo y pareciendo un candidato competitivo y en carrera. A Massa no le entra una bala y no se pone colorado por nada, tiene una respuesta para todo y nunca lo agarran mal parado de contraataque.

"No vengo con chicanas ni a pelear, vengo a proponer", aclaró de arranque, intentando tamizar los ataques esperables de sus contrincantes. Cuando Bullrich le tiró con Insaurralde, le cantó retruco con Gerardo Milman; entró en el juego de Schiaretti que lo corrió con federalismo y se gastó alguna réplica de más en esa discusión; lo corrió por izquierda a Milei defendiendo a Myriam Bregman con su "hasta acá llegaste, Javier". 

Entre sus propuestas, anunció créditos hipotecarios atados al salario, dos millones de lotes con servicios y hasta un FBI argentino. Chicaneó a Bregman con las leyes que el Frente de Izquierda le votó al Gobierno y le insistió preguntando si sigue pensando que el oficialismo y Milei "¿son lo mismo?". Un pico alto fue su respuesta a Bullrich: "te quiero decir, Patricia, que ser vulgar o hablar canyengue no te va a hacer más popular de cara a la elección".

Massa es el gran ganador del debate porque no perdió, porque cuando lo corren con el kirchnerismo tiene bajo la manga las propuestas del Massa anti-K que le permiten responder con soltura y hasta tomar distancia. En su mensaje final, prometió que "lo peor ya pasó" -reconociendo el magro presente- y pidió votar "sin bronca ni odio" y buscar la bandera argentina en el cuarto oscuro, intentando tocar la fibra nacional.

 

Consideraciones finales

El gran ganador de ambos debates (partido de ida y vuelta) es Massa, porque tenía todo para perder y sigue en carrera y hasta sonriente. Su camaleónica identidad, su otrora principal defecto, fue una virtud en el debate y salió casi inmune. El anti kirchnerismo duro nunca lo votará, pero tiró guiños y centros en todas las direcciones y se volvió votable para más de uno.

Schiaretti y Bregman saltaron el cerco del esquema de tercios y expusieron ante un público atento que antes no los conocía en profundidad. Todo el debate es ganancia para ambos en ese sentido, desde la popularidad. 

El cordobés se volvió un meme de tanto promover su gestión cordobesa, fue quien le habló a los argentinos y argentinas del interior como un bastión de federalismo y resistencia anti-porteña; La Rusa levantó bien alto las banderas de la izquierda, les habló a los trabajadores empobrecidos, chicaneó a todos y demostró que hay luchas y agendas que solo ella va a defender.

Bullrich patinó en el primer debate y remontó en el segundo, ya que se mostró más cómoda a pesar de la incómoda posición de prometer un cambio, pero no tanto cambio como el que promueve Milei. Las respuestas que ella no tiene, que se las pidan a Melconian, su mesías económico. Maniobra riesgosa delegar tanto, pero es un paraguas ante su evidente talón de Aquiles: lamentablemente para ella, la economía es el eje de todo debate en la Patria empobrecida.

Milei se bancó la embestida de "la casta", aprovechó la centralidad para mostrarse más templado que cuando hace rugir una motosierra y hasta trazó puentes de gobernabilidad con Schiaretti: en esos guiños, le tira un centro al peronismo y al macrismo, a los gobernadores e intendentes que deberán responder ante sus vecinos y sobrevivir en el poder en caso de que Milei llegue despeinado y a los gritos o peinado y sereno a la Casa Rosada.

El debate es bueno, discutir de política es bueno. Sin intención de sugestionar a nadie, recordar que si hay balotaje habrá un tercer debate el 12 de noviembre, nuevamente en la UBA.

Como dicen en la tele, mi voto es secreto.