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"No tenemos vida": el comercio cambia de horario y una empleada rompe el silencio

nueva normalidad

Eugenia trabaja en un local céntrico desde hace 16 años. Conoce el paño como pocas y se anima hablar de muchas cosas que ella y miles de tucumanos viven diariamente: ¿Cuánto le afecta el horario cortado?, ¿Bajan ralamente las ventas por el calor de la siesta?, ¿Se cumplen con los pagos las horas extras?, ¿Qué pasa con las horas de los sábados por la tarde?





Durante la jornada de hoy, se confirmó que el COE aceptó el pedido de la Cámara de Comercio de San Miguel de Tucumán para regresar al horario comercial cortado, como sucedía previo a la pandemia.

Con la nueva disposición, a partir del próximo lunes, lo locales abrirán de 9 a 13 y de 17 a 21, con el argumento de que durante la siesta bajan mucho las ventas debido a las altas temperaturas.

En tanto, Eugenia que es una trabajadora del sector con más 16 años de experiencia dio su opinión al respecto de este nuevo cambio: “Siempre los más perjudicados terminamos siendo los empleados del comercio, porque no tenemos un gremio que nos apoye y defienda”, comienza diciendo en charla con eltucumano.com.

Para ella, el retorno al horario cortado significa “un nuevo golpe al bolsillo porque se van aumentar dos viajes en ómnibus más. Hasta mi casa pago $55 cada viaje, si tengo que tomar cuatro por día, me gasto más $200 solo en llegar al trabajo”, calcula.

Además, ella agrega que con la nueva disposición se pierde mucho tiempo y las horas de descanso y esparcimiento se reducen sensiblemente: “No tenemos vida. Yo vivo en Tafí Viejo, saliendo a las 13, que siempre nos terminamos quedando un buen rato más porque nadie controla eso, tengo que caminar hasta la parada, esperar el ómnibus, que, si viene lleno, el chofer no me deja subir, y con suerte demoro 45 minutos o una hora en llegar desde que me subí. A las 15 estoy llegando a mi casa y a las 16 ya estoy de nuevo en la parada para abrir a las 17. No tiene sentido. A penas puedo comer, o bañarme. Es más cansador eso que seguir trabajando”.

Tras ese periplo, Eugenia, y cualquier otro trabajador del mismo sector, deberá trabajar cuatro horas más, hasta las 21, para entonces, ya de noche, emprender el segundo regreso al día: Otra vez en la parada, ómnibus lleno, una hora de viaje y caminata hasta la casa: “a la noche es muy inseguro, nadie nos protege, todos sabemos las cosas que están pasando”.

Muy distinto es todo, saliendo a las 9 de la mañana de casa y volviendo, como mucho, a las 19.30: “A esa hora puedo compartir con mis hijos y mi esposo y ocuparme de cosas de mi casa, cuando vuelvo a las 23 no puedo hacer nada de eso”.

Por otro lado, los sábados, según el acuerdo, los comercios abrirán hasta las 13, en un solo turno: “Eso no es real, nadie lo cumple, todos abren a la tarde, y a esas horas nadie las reconoce, no te la pagan. Son horas que trabajamos gratis y todo el mundo lo sabe. En Tucumán nadie paga ni los sábados ni las horas extras. Por el día de la madre nos hicieron trabajar horas extras y no nos pagaron”.

“Juegan con la necesidad de la gente, se aprovechan: si reclamamos, nos contestan: ‘ahí está la puerta, no te podemos pagar lo que corresponde, si no te gusta, ándate’”, revela.

Para ella, el argumento de que el calor disminuye las ventas, no es real: “Creo que la gente de a poco se estaba acostumbrando al horario corrido, y las ventas bajaron un poco, pero no por el horario, sino porque hay una crisis muy grande y bajó la demanda de muchos productos. Por ejemplo, en donde trabajo vendemos zapatos y al no haber fiestas de ningún tipo, ni casamientos, ni cenas de fin de año, ni ningún evento de esos, por supuesto que las ventas bajaron mucho. Pero el horario no tiene nada que ver”, explica.   

“Yo creo que deberían haberle dado más oportunidades al horario corrido y analizar cómo funciona cuando no haya aislamiento ni restricciones de ningún tipo. Recién ahí íbamos a saber si funcionaba o no”, concluye.