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"No me dejan despedir a mi mamá y a la par hay joda con riñas de gallos"

TUCUMÁN EN PANDEMIA

Paola Sosa denuncia que no le permiten ingresar a Garmendia donde vive su madre de 82 años con graves problemas de salud. Sin embargo, según su relato, a escasos metros, todos los fines de semanas más de 400 personas asisten a reuniones clandestinas. Video.





“Mi mamá es diabética, ya le amputaron las piernas y además tienen un tumor en la cabeza. Yo necesito ir a verla”, empieza diciendo Paola Sosa, nacida y criada en Garmendia, pero que ahora vive en San Miguel de Tucumán y desde marzo que no puede ver a su madre.

Sucede que la propia Paola también tiene sus problemas de salud por lo que la pandemia la obligó a aislarse por completo: “Yo tengo un tumor entre el hígado y el riñón. Soy paciente de riesgo, no me puedo exponer al Coronavirus. Pero mi mamá está muy enferma y tiene 82 años, yo necesito ir saludarla, a verla un ratito”, implora. 

Según su relato, a Paola no la dejan entra al pueblo, donde vive Helvecia Frías, su mamá: “No me dejar ir a visitarla. Me niegan el ingreso a Garmendia. Hablé con Gustavo Pereyra, el delegado Comunal, pero me contestó que como yo no votó ahí no tengo nada que hacer en el pueblo”. 

“Lo llamé el viernes, me atendió y me dijo eso, después lo llamé 20 veces el sábado y nunca más volvió a atender. No entiendo porque no me dejan pasar, si en Garmendia todo el mundo está de fiesta y nadie está respetando la cuarentena”, afirma Sosa.

Ante la falta de respuestas, este sábado, Paola decidió ir al pueblo en taxi: “Yo solo quería ver viva a mi mamá y que ella me vea, porque ella piensa que estoy muerta, porque sabe que estoy enferma y como no ve desde hace muchos meses piensa que me morí que le estamos mintiendo. Yo quería que vea para que se tranquilice”.

Sin embargo, Paola no consiguió su objetivo: “Llegué hasta el arco de la entrada y no me dejaron pasar. Fui a la comisaría a buscar soluciones, pero me dijeron que no podían hacer nada porque no estaba el Comisario. Gasté la poca plata que tenía en ir y me tuve que volver”. 

“Lo que más bronca me da es que a dos casas de lo de mi mamá, todos los fines hay riñas de gallo y tabiadas. Van más de 400 personas, muchos no son de Garmendia. Todo el mundo lo sabe: el delegado Comunal y la Policía. Se quedan hasta las 5 o 6 de la mañana”, sostiene. 

La mujer considera injusto que haya restricciones para ella y no para los demás: “Cómo puede ser que no me dejen despedir a mi mamá y a la par hay joda con riñas de gallos, timba, chupa y drogas todo el día”. 

“Ni cuándo estábamos en fase 1 dejaron de hacerlos. Pusieron unas lonas para que no se vea, pero siguieron armando las riñas todos los fines de semana. El comisario anterior sabía y nunca hizo nada, ahora hay uno nuevo, pero las siguen haciendo. A mí no me dejan ni entrar a Garmendia”.

Justamente, el último sábado no fue la excepción y, según lo que cuenta Paola Sosa, mientras a ella le negaban ingresar al pueblo, mucha gente estaba reunida de manera clandestina: “Ahí le mando unos videos donde se ve que la Policía intenta intervenir y cuándo les está llevando las motos, se la terminan bajando de las camionetas y devolviendo. Después se van sin hacer nada y los otros vuelven adentro para seguir la joda”.

Además, Paola apunta sus cañones contra el delegado Comunal: “Él vive en San Miguel, entonces nunca da respuesta a la gente del pueblo. Él sabe bien lo que pasa en esa casa y nunca quiso intervenir, pero conmigo se hace el estricto y no me deja pasar”. 

“Esa gente que va a la timba de esa casa no es toda de Garmendia, van muchos de Burruyacú, Villa Benjamían Araoz, Piedrabuena y muchas otras localidades. Todos pasan como si nada. Se venden bebidas y comidas todo el día y toda la noche, los sábados y domingos”. 

“Además la gente del pueblo me cuenta que todos los días hay fiestas en todos lados, que nadie usa barbijos y que nadie se cuida. Yo no quiero ir a quedarme, porque soy una mujer con problemas de salud, solo quiero ir un rato a ver a mi mamá, quiero verla viva y que ella me vea viva a mí”, finaliza Paola Sosa.