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Lomas de Tafí crece en casas y en historias

URBANIZACIÓN

Una nueva herramienta de Google permite ver la evolución del barrio en los últimos años a través de una serie de imágenes satelitales. Te contamos las historias de quienes viven ahí.

Foto: Ingeco SA





Si un Dios todopoderoso hubiese posado su mirada curiosa desde arriba y desde lejos sobre este rincón del universo en 1984, hubiese descubierto que donde ahora viven José María Aignasse, su mujer María y sus dos hijos, Valentín y Máximo, no econtraría más que una especie de gran triangulo verde. Por entonces, las casi 400 hectáreas que ahora forman el barrio Lomas de Tafí no eran más que plantaciones de limones que, vistas a lo lejos y desde el cielo, plasman ese paisaje verdoso. Por mucho tiempo, ese triángulo que se forma al oeste de la diagonal Leccese, que conecta San Miguel de Tucumán con Tafí Viejo, sólo varió en tonos de verdes. Entre 1999 y 2000 recién el verde comienza a invadirse de blanco, primero, fue un pequeño rectángulo. Luego, a fines de 2005, se aprecia como el blanco comienza a expandirse por la superficie de todo el triángulo. En 2006 aparecen las principales avenidas que atraviesan el barrio y para el 2008, el blanco ya ha copado casi todo el verde. Si hiciéramos esta tarde un zoom sobre ese hormiguero urbano de casitas que vistas desde arriba son apenas puntitos, descubriríamos a Valentín Aignasse, de diez años, tocando los timbres de las casas del sector 11, invitando a sus amigos a jugar a la pelota.

Hoy podemos jugar a ser ese Dios todopoderoso gracias a Earth Engine, una herramienta diseñada por Google que nos permite conocer el paso del tiempo en cualquier región del planeta. La web muestra una serie de imágenes satelitales que van desde 1984 hasta la actualidad. En estas imágenes se puede ver la creación del barrio Lomas de Tafí y la progresiva urbanización de esa zona donde hoy habitan más de 25.000 tucumanos. Como se observa en el video, el complejo de más de 5.000 viviendas avanza sobre un sector donde antes predominaban las fincas destinadas al cultivo de cítricos. Toda una pequeña ciudad que nace y crece con el correr de los años formando un paisaje urbano que, visto desde el cielo, hoy se asemeja a las figuras geométricas de las creaciones de Antoni Gaudí.

En una pequeña porción de ese mapa satelital, ocupando apenas un milimétrico punto en la pantalla, está la casa donde viven desde 2011 el comerciante de 35 años José María Aignasse y su familia. Esa es también su primera casa propia y el lugar donde crecen y juegan sus hijos. La libertad con que su hijo mayor se mueve por las calles del barrio lo remite a su propia niñez en Barrio Sur. “El barrio es hermoso. Una de las características que lo hacen interesante es que la mayoría de las casas están ocupadas por matrimonios jóvenes y casi todos tienen hijos de la misma edad. Mudarme ahí fue, de alguna manera, como revivir mi infancia, porque es un barrio donde mis hijos pueden jugar y vivir como se vivía cuando yo era chico”, explica José María.  A la vez que destaca la gran cantidad espacios verdes con los que cuenta Lomas de Tafí para que los niños desarrollen diferentes deportes. Desde arriba, son los espacios en verde que se observan entremezclados con el blanco del conglomerado urbano.  Además de los parques en donde Valentín Aignasse y sus amigos  juegan hoy al fútbol, está proyectada en un futuro la construcción en el barrio de complejos deportivos de hockey y básquet.

En ese mismo barrio de calles con nombres de flores, a varias cuadras de donde viven los Aignasse pero a una distancia que se traduce a menos de un centímetro en el mapa digital, en el sector 20, vive la familia de la fotógrafa de 23 años Paloma Cortés Ayusa. Ella hace unos cuatro meses que ya no vive en Lomas de Tafí, pero siempre vuelve de visita para alejarse del ruido del centro de la ciudad. En su nueva casa, los días comienzan con el caótico ajetreo urbano de las bocinas y los motores. En Lomas de Tafí, cada vez que vuelve, la recibe un coro de pájaros. “Yo lo vivo como si fuese irse al campo por la tranquilidad que hay. En Lomas los atardeceres son muy hermosos porque tenés las montañas mucho más cerca”, cuenta Paloma.

Un poco más alejado de ahí, pero en el límite mismo con Lomas de Tafí, construyó su casa Luis Allende, de 36 años, donde vive desde hace dos años junto a su mujer Silvana, de 33, sus dos hijos: Agostina y Andrés (de tres y un año, respectivamente), tres perras (Frida, Leda y Kika), una gata (Ona) y cuatro tortugas: Catalina, Celina, una que todavía no tiene nombre y Apache (en honor al futbolista Carlos Tevez). Su casa está dentro del barrio cerrado Alto Perú, un barrio que creció en los últimos años pegadito al tristemente célebre Pozo de Vargas. Una zona cuya urbanización avanzó a pasos agigantados en los últimos años mezclando casas, barrios cerrados y countries con los asentamientos de viviendas precarias que ya estaban en el lugar. Estos barrios crecieron y se expandieron alrededor de Lomas de Tafí reproduciendo casas como semillas desperdigadas por el viento.

El barrio donde ahora vive Luis Allende (profesor de piano, guitarra y canto y cultivador de bonsáis) ha quedado en los límites de la expansión de la ciudad, es por eso que él se refiere a ese lugar como la triple frontera. Mientras permanece en su casa, Luis está en Cebil Redondo, Yerba Buena. Si Luis cruza la calle, se traslada a San Miguel de Tucumán. Si camina unos cien metros hacia el norte, cruzando la vía, ya está en Lomas de Tafí. La zona, que antes estaba poblada de árboles con limones y naranjas, ahora crece en casas como la de Luis que todavía sigue en pleno proceso de construcción. Ahí, los fines de semana, Luis recibe a sus amigos con asados que se extienden en horas y risas. Apenas un minúsculo puntito en un mapa que visto desde el cielo continúa cambiando día a día. Ahí, Luis construye un hogar, alimenta de afecto y asado a sus amigos y de lechugas a las tortugas que la gente abandona en la clínica veterinaria de su esposa. Todo eso sucede ahí, bajo la vista atenta de algún Dios todopoderoso y de Google.