La polémica por una performance durante la movilización 8M divide a la provincia. La Iglesia llama a marchar contra la blasfemia en pleno siglo XXI.
Batman abofetea a Robin en la mejilla, uno de los memes más famosos para ilustrar el repudio a declaraciones absurdas.
Hace no mucho tiempo en Tucumán defendíamos a la revista Charly Hebdo, de Francia, luego de que parte de sus empleados fueran víctimas de un atentado perpetrado por musulmanes extremistas que se sintieron ofendidos por las permanentes parodias sobre Mahoma. El repudio de los tucumanos a ese acto ─también en las redes sociales─ fue contundente. La palabra clave aquella vez fue "tolerancia".
En nuestra provincia, en este momento, se lleva a cabo una "caza de brujas" por parte de la Iglesia Católica y de numerosos adeptos, luego de la performance de un grupo de mujeres adherentes al feminismo que representaron a la Virgen María abortando frente a la Catedral, durante la marcha del 8M. Se escracha a una de las protagonistas y hasta se pide dejarla sin trabajo, sin importar la situación actual, como si vivir cesante y que no te alcance para comer fuera mejor que no vivir. ¿Je suis tolérant?
La principal enseñanza de a quien se señala como precursor del catolicismo fue "dar la otra mejilla", no intentar equilibrar la balanza con reacciones menos, igual o más fuertes que la acción inicial; no responder a los agravios ni intentar demostrar nada. Al parecer, muchos católicos tucumanos se olvidaron de esto.
Algunas de las quejas de quienes se horrorizaron con la performance apuntan a la sensibilidad de los niños que asistieron a la movilización del 8M. Quisiera saber cuántos de los que hoy piden la cabeza de las manifestantes organizaron una marcha por alguno de los tantos casos de pedofilia descubiertos en la Iglesia, o si escracharon a los responsables por WhatsApp condenándolos socialmente de por vida.
Organismos públicos y hasta legisladores provinciales se sumaron a la cadena de repudio y odio con sendos comunicados de prensa, uno de ellos grabado con voz en off y difundido por una de las principales emisoras de la provincia. ¿Cuántos de ellos emitieron un comunicado por el aumento de casos de femicidio en la Argentina o la emergencia por violencia de género?
En Tucumán del siglo XXI nos reina la doble moral. Seguimos defendiendo imágenes en vez de palabras, símbolos en lugar de hechos. El arte, a esta altura del partido, no puede ─ni debe─ ser condenado; la libertad de expresión, acertada o no, es un sello de nuestra era.
Habiendo tantas razones por qué marchar, la Iglesia tucumana liderada por Alfredo Zecca llama a movilizar en contra de la "blasfemia". La institución que más debería bregar por la paz alinea a sus seguidores para lo que parece una batalla de ideologías, haciendo ─una vez más─ caso omiso a las enseñanzas de quien dicen su creador.
Muchas cosas están mal en Tucumán. Debemos bajar los decibeles y unirnos por razones nobles. Luego de 200 años de Independencia no podemos volver más de 500 años, a la época de la Inquisición. La sociedad tucumana está obligada a replantear sus prioridades y a dejar de golpearse el pecho y poner en práctica, de una vez por todas, el sermón de los domingos.
"El camino que lleva del amor al odio es fácil; el que lleva del odio al amor es más difícil, pero conduce a la paz". Estas palabras no me pertenecen, fueron publicadas por el Papa Francisco unas horas antes de escribir esta columna; deberían servir a muchos para replantearse ciertas cosas. Paz y amor.