RESCATE

"Mientras yo pueda dar una mano, no me niego a nadie”: el rescate del ciclista perdido que conmovió a Monteros

Pasó una noche solo en la montaña, a más de 2.000 metros de altura, con temperaturas heladas y sin señal. Lo buscaron amigos, policías, vecinos y un dron. Lo encontraron Santiago Santillán y Sebastián Rearte, lo asistió Mikicho Ituarte, y fue Ariel —un lugareño de Soldado Maldonado— quien lo bajó a caballo. Una historia de solidaridad que puso en movimiento a todo Monteros.

29 Jun 2025 - 08:23

El rescate-

“Mientras yo pueda dar una mano, no me niego a nada ni a nadie”, dice Ariel, vecino de Soldado Maldonado, con una naturalidad que desarma. Sin que nadie se lo pidiera, ensilló su caballo y subió cerro arriba para ayudar en la búsqueda del biker monterizo que llevaba más de 12 horas desaparecido en la montaña. Lo encontró desorientado, tiritando de frío, acurrucado bajo un tronco. Y lo bajó en su caballo.

El domingo 23 de junio, un ciclista monterizo que entrenaba en los cerros no logró regresar a tiempo. El sol se fue, la temperatura cayó, la señal desapareció y con ella, cualquier contacto. A más de 2.000 metros de altura, sin abrigo ni comida, se resguardó como pudo, mientras sus amigos —y luego toda una comunidad— activaban una búsqueda urgente.

Pasé la noche debajo de un tronco, abrazado a mí mismo para no perder calor. Me repetía: voy a salir de esta”, contó luego el biker. “Tuve frío, miedo, y mucho tiempo para pensar. Sentí una fuerza interior que me empujaba a resistir”.

Mientras tanto, desde Monteros partía una verdadera caravana de rescate: Defensa Civil, Policía, baqueanos, motociclistas, un dron, vecinos y ciclistas solidarios. Entre ellos, el experimentado Mikicho Ituarte, que se sumó con su conocimiento del terreno y su compromiso de siempre.

Santiago Santillán y Sebastián Rearte fueron quienes, en moto, llegaron primero a la zona donde se encontraba el ciclista. Lo vieron desde lejos, desorientado, con frío. Casi al mismo tiempo, Ariel llegaba por otro camino.

Cuando sonó la sirena, yo venía cerro abajo. Lo hallaron en moto, pero yo le salí de frente. Estaba tirado bajo un árbol, con frío. Lo cargamos en mi caballo y lo bajamos entre todos”, relata Ariel, con humildad y calma.

El biker fue trasladado hasta el puesto sanitario, donde se constató que no tenía lesiones graves, pero sí signos de hipotermia y deshidratación. El operativo había funcionado: la comunidad entera había respondido.

Mi agradecimiento será eterno. A mis amigos, a quienes me buscaron, a los que subieron sin dudar, a los que rezaron desde sus casas. Y a los medios como Monterizos, que ayudaron a visibilizar y a organizar la búsqueda”, escribió el ciclista desde sus redes.
Volví a nacer. Esta experiencia me hizo ver muchas cosas. En la montaña no sos nadie, sos parte de ella. Te enseña humildad. Y también a no dar nada por sentado.

Agradeció especialmente a Ariel, a los chicos en moto y a todos los que participaron en silencio. “No sé cómo voy a devolver tanto amor, tanta preocupación. Ojalá todos podamos hacer por otros lo que ustedes hicieron por mí. Monteros tiene gente maravillosa.”

La historia cerró con final feliz, pero abrió un capítulo de orgullo colectivo: el de una comunidad que no abandona. Como tituló Monterizos: “Cuando desde la montaña se llama, Monteros responde”.

Y en tiempos de urgencias individuales, Ariel nos deja una frase para recordar:
“Mientras yo pueda dar una mano, no me niego a nada ni a nadie”.

Hay gestos que no salen en los partes oficiales, pero hacen historia en los pueblos. Ese día, Monteros recordó que no se trata solo de tener recursos o equipamiento: se trata de tener gente dispuesta a salir, a buscar, a creer. Y que en la montaña —como en la vida— no se salva quien más sabe, sino quien más se acompaña.


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