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Esos tesoros que tiene Tucumán: Huaicondo, un oasis en el corazón de Villa Nougués

Cascadas escondidas y vegetación exuberante: uno de esos rincones mágicos que hacen que redescubra, una y otra vez, el Tucumán que me fascina. Por Aldana Mayantz.

22 Dic 2024 - 19:53

Foto: Daniel Diaz Col.

“No parece Tucumán” es el comentario que suelo escuchar si de Villa Nougués se trata. ¿Qué sí parece Tucumán?, suelo preguntarme ante ese comentario. La postal de una achilata, de un sánguche de milanesa, de un microcentro colapsado de personas, del tráfico caótico, del Cristo Bendiciente en San Javier, de La Negra Sosa. Todo esto es Tucumán, sin dudas.
Pero hay un Tucumán que me fascina y que descubro cada día desde que decidí recorrer mi provincia a pie: las yungas, las cumbres calchaquíes, los pueblos abandonados, los pueblos que decidieron hacer turismo comunitario, los pueblos en medio de la montaña, el Circuito Sur, todos los ríos y cascadas de esta inmensa provincia.
Me resulta fascinante el hecho de que mis pies me llevan a los lugares más recónditos y extraordinarios de Tucumán. A veces, por no decir siempre, el cansancio se apodera de mí. Es entonces cuando miro a mi alrededor y siento el privilegio de pisar este suelo.

Ese privilegio lo sentí semanas atrás: en la ciudad la sensación térmica era de 35 grados, el sol pegaba fuerte y el calor no daba tregua. Pocos kilómetros después, subiendo por la ruta 338 hacia Villa Nougués, el aire fresco se hacía presente, augurando lo que se venía.
Luego, un cartel nos indicaba que estábamos en el punto de inicio de una senda que nos llevaría hacia unas cascadas de ensueño: las cascadas de Huaico Hondo (o Huaicondo), que en quechua significa “pozo profundo”.
Los árboles son altos y la vegetación juega con distintos tonos de verde. En el camino, las hortensias características de la villa aparecen por doquier. “La ida” es en descenso y, en aproximadamente una hora, el paraíso se hace presente: tres saltos que forman piletas de aguas cristalinas.

En la mitad del camino, una construcción antigua en medio de la vegetación llama la atención: se trata de un viejo y alto edificio abandonado, que supo ser una antigua bomba de agua de los tiempos de los ingleses.
La vuelta tiene su dificultad: el camino es en subida y el agotamiento físico se hace sentir. Es entonces cuando las preguntas de por qué estamos ahí rondan nuestra cabeza, pero la respuesta siempre se encuentra en los cantos de los pájaros, el verde de los árboles y la vista desde las alturas.

Para llegar a Huaico Hondo se debe seguir la ruta provincial 338 hasta el sector de la escuela de Villa Nougués. Un cartel de la Reserva de la Universidad San Pablo T nos indicará que hemos llegado al punto de ingreso. La senda está abierta solo hasta las 14 horas y se debe abonar un ingreso.


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