En este día tan especial donde recordamos a quienes nunca olvidaremos, la arquitecta Gabriela Neme propone un recorrido inolvidable por uno de los lugares más sagrados de Tucumán. VIDEO
Una visita obligada. Foto: SkyDrone
Cada 2 de noviembre se conmemora el Día de los Fieles Difuntos, una fecha en donde las personas recuerdan de manera especial a sus seres queridos que abandonaron este mundo terrenal, pero sigue vivos en sus corazones. Algunos les dedican un homenaje o una oración en un altar preparado en sus hogares para la ocasión, otros acuden aquellos sitios en donde reposan los restos mortales de los evocados. Uno de los lugares más visitados en esta fecha por los tucumanos es el Cementerio del Oeste, el de mayor importancia para la provincia por su escala y por la jerarquía de los personajes ubicados allí.
Artistas como Lola Mora; 22 ex gobernadores como Lucas Córdoba, Celestino Gelsi o Miguel Campero; guerreros de la Independencia como Emilio Salvigni (edecán del General Manuel Belgrano y combatiente de las guerras napoleónicas); hombres públicos como Ignacio Colombres o Alfredo Guzmán; así como también los panteones de las distintas colectividades extranjeras como la Sociedad Italiana o la Francesa; y de familias tucumanas tradicionales de azucareros o funcionarios, ocupan los más de 3000 tumbas representadas por sepulturas, mausoleos, panteones, sótanos y capillas. Además, emergen simbologías propias de la masonería que revelan quienes fueron los miembros pertenecientes a ella.
El valor de esta necrópolis se anida en sus materiales lujosos como el mármol de carrara o en las placas, relieves, vitrales pero principalmente en los magníficos conjuntos escultóricos que componen la reserva de arte funerario más importante de Tucumán, muchos de ellos ejecutados por grandes artistas de la época como Francisco Caferatta, Pompilio Villarubia Norri, Enrique Prat Gay (autor del monumento al indio, camino a Tafí del Valle) o José Fioravanti (uno de los escultores del conjunto del Monumento a la Bandera en Rosario). Tal es su importancia por representar a los más altos miembros de la sociedad local que es considerado análogo en jerarquía al Cementerio de la Recoleta en la Ciudad de Buenos Aires. Parece haberse librado aquí una competencia desde su creación en 1872 hasta inicios del Siglo XX, por cual familia se destacaba más, a través de un despliegue de estilos arquitectónicos que abarcaron una amplia paleta como el Eclecticismo, Neoclásico, art Nouveau, Art Decó, Racionalismo y hasta neogótico.
El Cementerio del Oeste surgió para dar solución al grave problema sanitario en el centro de la ciudad por la proximidad de la necrópolis de la época fundacional, ubicada en un principio en el sitio actual del Buen Pastor, que llegó a colapsar su capacidad por la abundancia de cadáveres. El proyecto se concretó gracias a que el gobernador Don José Manuel Silva donó por testamento unos terrenos propios con una superficie de 56.049 metros cuadrados, ubicados al oeste de la ciudad, cuya construcción inició en el año 1859, junto a una iglesia. Para organizar el conjunto, se adoptó una estructura interna que replicó el trazado ortogonal de nuestra ciudad, con calles internas y una avenida principal. En un principio la fachada era neoclásica, pero durante la época del primer centenario de la Patria, el espíritu de modernización reinante, con influencia de la Restauración Nacionalista encabezada por el poeta, dramaturgo, orador, político e historiador tucumano Ricardo Rojas, llevó a cambiarla a un estilo neocolonial que dialoga con las edificaciones aledañas ubicadas en el vecino Parque Avellaneda. Muros encalados en color blanco, molduras mixtilíneas, tejas que asoman en los remates y una gran portada de acceso enmarcada por columnas apareadas, sobre elevada con una escalinata, son los elementos que caracterizan a la nueva imagen del lugar.
Quizás la visita de hoy sea también una buena oportunidad para mirar con otros ojos al tesoro artístico y arquitectónico guardado por este lugar, ya que actualmente muchas de las tumbas son parte de nuestro patrimonio artístico e histórico por contar con la máxima declaratoria como Monumento Histórico Nacional.