Qué es un varón en la actualidad es la pregunta que atraviesa el libro del tucumano Gabriel Artaza Saade. Una entrevista donde el autor habla de todo: psicoanálisis, feminismo, machismo, series y mucho más. Un adelanto de la obra.
Una escena de la serie Okupas.
De una escena de la saga de karate Cobra Kai a un personaje de la serie Okupas. Del Maradona retratado en la ficción a la historia de Luis Miguel en la pantalla. Series, películas, libros y canciones son la materia prima de la que se vale el psicoanalista tucumano Gabriel Artaza Saade para analizar las representaciones actuales de la masculinidad en nuestra cultura y tratar de responder a la pregunta acerca de qué es un varón hoy en día. Esa es la interrogante modular que atraviesa su último libro “Ni machirulo ni varón deconstruido. Una explicación psicoanalítica a partir de series, canciones y películas”. La obra se presentará el próximo martes 12 de abril a las 20.30 en el Colegio de Psicólogos de Tucumán (Córdoba 1027) y participarán el psicoanalista Luciano Lutereau, desde Buenos Aires, y el Licenciado en Trabajo Social Gustavo Adolfo Gramajo. Antes, habla con eltucumano.com acerca de la masculinidad en los tiempos del avance feminista.
- ¿Qué es un varón hoy en día? ¿Cómo se caracterizan el machirulo y el varón deconstuído y qué hay en el medio de esas dos representaciones?
Voy a empezar por la segunda parte de la pregunta para acercarme a la primera. En el libro decidí tomar dos nominaciones actuales que considero son los extremos con los que se "etiquetan" y asignan posiciones a los varones hoy en día. El deconstruido es aquél que se posiciona masculinamente alejado de los valores clásicos de la potencia, la fuerza y la represión de los sentimientos. Se lo asocia al varón feministo, es decir aquél que abraza la causa feminista relegando su posición y considerando que la masculina es de privilegio. Mientras que el machirulo -es una de las hipótesis que planteó en el libro- es un machista, pero enmascarado. Es decir, el machista clásico de antaño ya casi no aparece, sino que se manifiesta "velado" bajo explicaciones científicas o racionales que, en definitiva, terminan siendo razones heteronormativas o patriarcales. En este sentido, el mansplaining es un modo en el que aparece.
En el medio hay otros términos más "livianos" está el bro, el chongo, los 'onvres', etc. El mundo de los Bro es aquel de la fraternidad masculina que en el cine encontramos bajo el género de las Buddy Movies. Desde el psicoanálisis este aspecto interesa, ya que nos inmiscuye a la cuestión del homoerotismo que, para decirlo rápidamente, es la libido masculina circulando entre varones en un juego de identificación especular.
Volviendo a tu pregunta inicial, los semblantes clásicos de la masculinidad se encuentran diluidos y aparecen en formaciones proteicas imaginarias. Nadie sabe que es un varón hoy porque más que nunca se encuentra desorientado. Nos encontramos frecuentemente con posiciones infantiles, con dificultad para asumir actos, seductores empedernidos que buscan satisfacciones narcisistas mostrándose como deseables y que luego desaparecen (el ghosteo).
- En el libro apelás al análisis de series y otros productos culturales:¿Qué representaciones predominan de los varones en la cultura actual?
La más frecuente es una que ya mencioné que es la del seductor empedernido, Donald Drapper de la serie Mad Men ilustra eso. Pero para poner un ejemplo más local, hay una escena en la serie de la vida de Maradona que me pareció exquisita. Luego que vemos salir de un boliche a Maradona junto a Guillermo Coppola ya amanecidos, la siguiente escena nos muestra a la mujer de Coppola conversar con Claudia Villafañe quien muestra preocupación por la vida de excesos con las mujeres de su pareja, a lo cual la otra le dice: "nosotras no competimos con sus amantes, nosotras competimos con la madre". Lo cual expresa un punto que también desarrollo en el libro y es que detrás de un mujeriego hay un nene de mamá.
Por otro lado, Freud habló de una posición que llamó "el tipo libidinal narcisista" que en el libro lo ejemplificó con una película (En la playa de Chesil) basada en una novela de Ian McEwan, que sintéticamente es aquél varón que no asume las consecuencias de sus acciones y culpabiliza al otro de lo fallido de su acto, son aquellos que representan la "voz moral" en la relación y, para poner un ejemplo, si engañan a su pareja contestan que porque ella lo incitó a ello, "mirá lo que me hiciste hacer", sería el patrón de su pensamiento. Por ello no es raro encontrar a psicóticos y perversos entre estos.
Y por último, te diría la posición del "niño generalizado" como lo llamó Lacan, es decir aquellos varones en una posición infantil que juegan a ser niños caprichosos, como el personaje de Ricardo en la serie Okupas que lo interpretó Rodrigo de la Serna.
-¿Se ha vuelto más difícil para los hombres vivir libremente la sexualidad o relacionarse con las mujeres? ¿Qué incidencia te parece que tiene la cultura de la cancelación en la forma en que los hombres son mirados o se miran a sí mismos?
Para muchos hombres fue una liberación. En la mayoría, los sumergió en una desorientación. Siempre teniendo en cuenta lo generacional, no es lo mismo el campo de las relaciones sexoafectivas para un joven de 20 que para uno de más de 40. La cultura de la cancelación creo que es un peligro ya que muchas veces se juzga sin tener en cuenta las condiciones de un acto. Esto es muy amplio y polémico, pero para poner un ejemplo, cancelar a Nabokov porque escribió una novela que habla del enamoramiento de un adulto hacía una menor es no entender la intención del autor y mezclar la obra con el autor. No siempre ese lugar es coincidente.
- ¿Qué te parece que ha venido a enseñarles a los hombres el feminismo?
Muchísimas cosas. La más importante es asumir la posición masculina sin la exigencia de mostrarse potente y eso es una liberación para "lo macho".
- ¿Qué te impulsó a escribir el libro? ¿Crees que te pueden considerar o machirulo o aliado por haber escrito este libro?
El libro surge de tratar de articular conceptos que provienen de los discursos de género y del movimiento feminista con la teoría psicoanalítica. De niño miraba muchas películas porque mi madre me transmitió esa pasión. Las series es uno de los productos que la gente más consume y en el libro planteo que no solamente son un fenómeno masivo de consumo sino que le dan forma a esta época, en tanto nuestra época es serial y se presenta con las características de la serie televisiva. Y las letras de canciones ocupan el lugar que antes ocupaban los refranes, es decir que repetimos muchas veces aunque no sepamos bien del todo que quieren decir. Pero transmiten un mensaje que tiene que ver con lo que les pasa a los sujetos en el campo amoroso.
Por último, una de las cuestiones que planteo en el libro es romper con esa dualidad que se presenta como una encerrona trágica, es decir que ni lo uno ni lo otro. Por supuesto que tomo los términos y juego con ellos, pero mí idea es a la vez analizar las condiciones de posibilidad de por qué surge esa necesidad de nombrar así las posiciones masculinas. No me gusta pensarme ni como aliado ni tampoco salir en defensa de lo masculino, ni machirulo ni varón deconstruido es la consigna.
Un adelanto de “Ni machirulo ni varón deconstruido:
Introducción
“Para ser un gran luchador, tenés que aprender a adaptarte […]. La vida no es blanco o negro, la mayor parte del tiempo es gris. Ser un badass todavía es requisito, pero tienen que aprender a pensar no con sus tripas ni con sus puños, sino con la cabeza”.
Johnny Lawrence en Cobra Kai a sus alumnos
Este fragmento de diálogo que elijo transcribir reproduce una breve lección que un profesor de Karate, en la serie Cobra Kai, les dirige a sus alumnos. Así como sucede en la práctica del psicoanálisis, cuando un paciente habla e incluso repite lo que otros dijeron, habla de sí mismo. Lo que Johnny Lawrence sostiene frente a sus alumnos también lo dice para sí. ¿Por qué? Porque justamente él fue un macho de la vieja escuela (old school), él fue un macho alfa a mediados de los años 80, cuando era un adolescente. La vida le devolvió el golpe y ahora le toca adaptarse a los tiempos que corren. Si bien es una ficción, se trata de una serie que continúa una saga de películas que marcaron a una generación de jóvenes que hoy ya tienen alrededor de 40 años.
En este libro me propongo hablar acerca de esa generación que es la mía, pero también de aquellos que rondan los 20 y 30 años. Para hacerlo voy a recurrir a series, canciones y películas. Como veremos, las series televisivas no solamente son un fenómeno de consumo masivo, sino que también tienen el poder de darle forma a la época en la que vivimos.
Contarles una situación personal me permitirá continuar con la lección que Johnny Lawrence da a sus pupilos. Hace un tiempo atrás fui a un pub bailable que aboga por el respeto inclusivo y es feminista. Asisto con un compañero de trabajo que en ese momento se encontraba recién separado. Adentro nos esperaban otros amigos. El pub estaba lleno de gente, mi compañero y amigo de 35 años, estira el brazo y lo apoya sobre la cabeza de una mujer que pasaba por ahí, buscando su mano. Ella lo rechaza furiosa, dejándolo desconcertado y perplejo por lo desmedido de su reacción. Siendo testigo principal de la situación, al principio me río. Luego me doy cuenta de algo y me enojo. “Boludo, — le digo— no hagas eso aquí”. Él me pregunta entonces cómo se hace ahora para levantar. Imagínense ustedes que en medio de los parlantes, la música, etc., no me iba a poner a darle una teoría sobre la seducción. Además tampoco tenía la respuesta para la pregunta que se hacía mi amigo, que al fin al cabo es la interrogación que se puede hacer hoy cualquier soltero. A partir de esta experiencia pensé muchas cosas. Cuestiones que considero cruciales para entender la época. Primero: mostrarse muy “activo”, con demasiadas “iniciativas” y en determinados contextos, como este pub, es ser considerado un machirulo. Esto me lleva a pensar por qué en estos últimos años se produjo un despliegue de múltiples significantes para nombrar lo masculino. Esta multiplicación de nominaciones es síntoma de nuestra época: lo masculino está puesto bajo sospecha. Son decenas de sentidos los que constantemente surgen, muchos provienen de la lengua inglesa y del movimiento feminista que los adopta primero. Solo por mencionar algunas etiquetas que tratan de detectar cierto tipo de comportamiento voy a poner acá: ghosting (acción de un hombre que, luego de haber incitado interés, desaparece) o mansplaining (neologismo entre hombre y explicar). Así también una nominación reciente llama al varón que solo se preocupa por su placer sexual como “onvre”. Y la lista sigue. Uno de los propósitos de este libro es abordar la masculinidad como síntoma a partir de sus diversas nominaciones, pero centrándome especialmente en los machirulos, a partir de lo que el psicoanálisis tiene bastante para decirnos.
Las consultas que recibimos desde el campo Psi giran en torno a este tema: la masculinidad clásica y hegemónica ya no funciona, vas a tener que hacer las cosas de otro modo si querés garchar. Lo digo con esas palabras y en tono jocoso, por supuesto, pero he aquí un punto muy importante y una nueva pregunta: ¿el deseo en el hombre se reduce a una cuestión meramente genital? ¿Todo lo que un hombre hace es –como dijo alguna vez Alejandro Dolina– para levantar? Reducir la masculinidad a ese punto sería caer en el viejo prejuicio con el cual pensamos durante mucho tiempo que la sexualidad en el varón era un camino de resolución mucho más sencillo.
Los Machirulos
Este modo de nombrar no remite simplemente a los hombres machistas de antaño, sino a aquellos que también se han aggiornado. Nuestros tiempos son distintos a los de los jóvenes de los años 80-90 y principios de siglo, como los que muestra la serie Okupas. Empezando el nuevo siglo, y de a poco, comenzó a surgir una transformación y el machista clásico dejó de existir en su forma pura para camuflarse con un nuevo ropaje. La introducción de esta nueva denominación expresa que los machirulos son aquellos que hablan en nombre de la razón (que siempre es heteronormativa y patriarcal), son aquellos que dan explicaciones incluso científicas, pero que en sus “argumentaciones” no se reconocen como abiertamente machistas. En definitiva, el machirulo es el machista enmascarado. Y como mencioné antes el mansplaining sería el modo en el que se enmascara.
Ahora bien, no solo hay machirulos sino que “lo macho” –en su expresión más antigua– no está del todo acabado. ¿Y eso por qué? Porque el poder no se deja doblegar tan fácilmente ante el avance de lo femenino y la puesta en cuestión de la masculinidad. Es decir que el sistema ofrece su resistencia y no es una tarea sencilla que todos acepten ese cuestionamiento. Sino, ¿cómo entender la escalada de racismo disperso por todo el mundo, el avance de los grupos de derecha que añoran un antiguo orden y el llamado a la mano dura? Cuando aborde el análisis de las series, voy a hacer referencias a este aspecto de resistencia denominado: “supremachismo frustrado”, terminología que los estudios de género sobre lo masculino denominan como Backlash.