Emotivo adiós

“Era un derroche de sexo y sensualidad”: el recuerdo de Willy Crook en Tucumán

El músico tucumano Luis Gómez Salas recordó el paso del músico por la provincia. Su antológico primer recital en La Zona, el desembarco del funk en la escena local y noches muy largas de música y baile: “Se pierde un gran artista”.

28 Jun 2021 - 01:10

Foto de https://www.filo.news/

Quienes estuvieron ahí lo recuerdan. No han podido ni, mucho menos, querido olvidar aquella noche de 1998 en que Willy Crook desembarcó junto a sus Funky Torinos en La Zona, ahí en la San Juan 751 donde funciona la Sociedad Francesa. Ese fue un poco de amor francés que dejó grabado el éxtasis de la música y la sensualidad de la danza perpetua en las pieles de los tucumanos. Una copa de lo mejor y un cóctel que no se mezcló sólo y que sólo él era capaz de combinar con la nigromancia erótica y excesiva de su arte. Ahora que el músico ya no está, el recuerdo de aquella noche y de otras tantas noches más vuelve a erizar la dermis de la noche tucumana henchida de festiva nostalgia. A Luis Gómez Salas no se la contaron, estuvo ahí en esa noche y en ese escenario. Su memoria es un Torino de siete bancadas que acelera a fondo por la ruta del tiempo y que llega hasta ahí, hasta la noche que cambió la noche y también su música. 

Vivimos un tiempo de despedidas. En una semana nos dejaron los escritores Juan Forn y Horacio González y los músicos Rinaldo Rafanelli y Willy Crook que se despidió de este mundo ayer después de haber sufrido un ACV el pasado 10 de junio. “Se viene muriendo gente imprescindible. Creo que es algo que tiene que ver con el estado de alerta constante y de stress en que vivimos… Es una sumatoria de todo eso”, se lamenta el músico tucumano Luis Gómez Salas para quien el ex saxofonista de Los Redondos de Ricota fue una influencia ineludible en su carrera artística. “Yo arranco con Amanda y él viene a tocar unos meses después. Eso ha sido como la llegada del Señor para mí porque ya venía investigando en el funk, el soul y su música, pero verlo en vivo es otra cosa. Me vuela la peluca, esa banda sonaba un cañón”, reflexiona. 

Esa noche de 1998 que marcó el primer show de Crook con su banda en Tucumán tenía como teloneros a los locales Los Peces Gordos y Amanda, la banda liderada por Gómez Salas que entonces proponía una combinación de pop, funk y soul. Ahí, esa noche que La Zona estuvo al palo, el tucumano descubrió algo. Como lo descubren los músicos que acompañan a Marty McFly en la escena de la película Volver al futuro cuando el protagonista toca el clásico de Chuck Berry "Johnny be Goode". Acaso Willy Crook también llegó del futuro aquella noche. Él entonces no lo sabía, Luis lo descubrió después: “Ese concierto ha sido mítico eporque él trae un bagaje que era un derroche de sexo y de sensualidad que no se había visto antes. Era una cosa muy rara para Tucumán. Llegó acompañado por una gran banda. Era un despilfarro de música y de una cosa muy sensual que tenía. Me acuerdo que esa noche todas y todos querían culiar con Willy Crook”. 


“El aporte que él ha hecho a la música es imprescindible. Willy era el único que hacía sonar sus discos y a la banda con esa influencia negra en estas latitudes. A eso no lo lograba nadie, él tenía la claridad del artista y el oído… la tenía re clara”, define Luis. Aunque el color de su piel lo desmentía, era un negro que tocaba y ponía a bailar a quien entraba en contacto con su música. Un hijo dilecto de James Brown en estas tierras donde el funk era un sonido bastante extraño y desconocido: “La música que hacía él era directamente para bailar, se prestaba muchísimo a la danza”. Esa impronta musical es la que Luis recogió y trasladó luego a su banda, Amanda, que no tardaría demasiado en ser protagonista de la noche tucumana. Muchos son los que bailaron, bebieron y amaron en sus shows en La Gloriosa o en La Zona: “Empezamos a hacer fiestas con bandas cercanas al género para que sean noches con un color musical definido y con el Negro Cili de dj. Todos los temas daban ganas de bailar. Muchos todavía se acuerdan de esas fiestas y te dicen: yo chapé con la chica que me gustaba viéndolos a ustedes”. 

Aquella noche, la primera de otras tantas que tendrían a Willy Crook como maestro de ceremonias en Tucumán, todo fue exceso. Arriba y debajo del escenario de La Zona. Luis recuerda la personalidad magnética del músico: “El tipo era muy ocurrente, muy divertido, muy inteligente… Tenía una velocidad tremenda para contestar. Después vino varias veces más y hemos tenido noches de largas aspiraciones. Había una fraternidad muy grande de colegas y cada vez que venía le hacíamos una recepción bien piola”.  Crook volvió a los escenarios tucumanos varias veces, con y sin su banda. En años sucesivos volvió a La Zona, ya convertida en el famoso Parakultural y al Ingenio de las Artes en Lastenia. Cuentan que tuvo un amor en estas tierras que lo hacía volver. Para muchos, volverlo a escuchar era volver al romance de aquella noche de 1998. 

Las efemérides dirán que ayer a los 55 años falleció un músico que fue uno de los pioneros del funk y el soul en estas tierras. Dirán que Eduardo Guillermo Crook Pantano nació en Villa Gesell y que editó once discos como solista, pero que, también, se dio el gusto de integrar las bandas de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y Los Abuelos de la Nada. Además de tocar junto a músicos de la talla de Charly García, Los Fabulosos Cadillacs, Riff y Andrés Calamaro, entre tantos otros. Para Luis Gómez Salas se va un grande que dejó su huella de sonidos y sensualidad en Tucumán: “Se pierde un tipo con un gusto increíble, con un nivel de exquisitez incomparable en la música… Se pierde un gran artista”. 

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