Historias de acá

“Muchos se agarran la cabeza”: Yohana es tucumana y es la reina de los machetes

Tiene 29 años, la llaman la reina y es conocida como la única mujer que hace malabares con machetes en el norte del país: “Yo simplemente quiero ganar el pan de cada día”. Conocé su historia y los peligros de su arte. Mirá sus videos.

08 Jun 2021 - 22:22

Todos los días, a eso de las siete de la mañana, Yohana Veliz desayuna con su mamá y su sobrina en el barrio Alberdi Sur y parte con rumbo a su faro, como llaman los malabaristas al semáforo donde realizan su show. A veces, sale ya maquillada y con el vestuario característico de clown. Otras, a cara lavada. Siempre lo hace acompañada de pelotas, clavas y el instrumento que la distingue en el mundo del arte callejero y que le ha valido el nombre con que la reconocen en Tucumán y en todo el norte del país: la reina de los machetes. Muchos la ven jugar con esos filos que giran en el aire y se asustan. Otros, le dicen que es muy peligroso, que haga malabares con otra cosa. Y están aquellos que la mandan a limpiar la casa o le dicen que se busque un trabajo. Pero ella es reina del arriesgado arte de revolear machetes y ese es su trabajo y las calles su escenario a cielo abierto. 

“La gente sin conocerme me dice la reina de los machetes. A ese nombre me lo pusieron otros malabaristas con los que practico porque dicen que soy la única mujer que hace malabares con machetes. Yo pensaba que no podía ser, que seguro había otras, pero, cuando viajé por el norte, no encontré otras. Fue algo sorprendente y también lo siento como una responsabilidad porque tenés que ser la mejor más o menos”, cuenta la malabarista de 29 años que no pierde la simpatía a pesar de que hoy no tuvo un buen día. Sólo pudo recaudar $400 en toda la jornada y tuvo que invertir $300 en la cinta con la que recubre los mangos de sus machetes. Mañana será otro día que la verá desplegar su destreza en el semáforo de esquina norte o en el de Mate de Luna y Colón. 


Yohana empezó a practicar malabares hace un año y medio. Fue aprendiendo los trucos que le enseñaron los malabaristas que se juntan en la Suipacha y Alberdi, en la plaza San Martín o en el parque Avellaneda. Arrancó con pelotas, siguió con las clavas y de ahí recién pasó a los machetes: “También hago trucos con fuego y lo que se conoce como disociación que es hacer malabarismo con los pies y las manos a la vez, pero me re gustó ese juguete y es mi preferido. Como en todo trabajo, en el malabarismo hay de todo. Este es un arte al que se le dedica mucho tiempo. Hay trucos que no salen, tenés que practicarlos un montón y nos frustramos. Hay conocidos que te dicen andá a laburar… si ellos supieran todo lo que hay que practicar, pero muchos no entienden. Es muy triste que menosprecien tu laburo y este es un arte; un arte callejero”. 

Para la reina de los machetes no hay fines de semana ni feriados. A la mañana está en el semáforo de la esquina norte donde la dejan quedarse hasta las 14 y de ahí va para la Colón y Mate de Luna. Sale de su casa con las primeras luces del día y vuelve a la noche. Algunos días son buenos y otros no tanto, como el de hoy: “Mi intención es transmitir siempre buena energía porque es un show. A veces hay gente que está muy cansada por el trabajo y cuando yo empiezo a hacer los malabares o me pongo a alentar, les cambia la cara y me dicen: muy buena la energía que transmitís. En la calle hay de todo, a veces la gente no tiene plata y te dice la próxima te doy. También pasa que la gente no te paga, pero observan y hasta te filman y se nota que les gusta lo que hacés, pero tampoco hacen por sacar ni diez pesos”. También están los espectadores agradecidos como un niño que, semanas atrás, siguió el espectáculo desde la ventanilla de la camioneta 4x4 de su padre y, una vez que Yohana terminó, sacó todas las monedas que tenía en su mochila para retribuir su arte: “Parece que le pidió plata a los padres y no le quisieron dar, entonces sacó un montón de monedas de la mochila y me dijo: ‘fue algo fantástico, hermoso’. Eso me llenó el alma porque siendo apenas un niño le llegó el mensaje, para ellos es algo asombroso. Lo que más me sorprendió es que él tuvo la necesidad de aportar al arte callejero”. 


“La mayoría de las personas se re copan, te aplauden, te filman, pero también hay otros que te dicen que es re peligroso y que no lo tenés que hacer. A veces, el espectador tiene más miedo que el que lo hace… Muchos se agarran la cabeza cuando te ven con los machetes. Muchos creen que es algo muy peligroso, más viendo a una mujer haciendo malabarismo con machetes, pero hay mujeres que rompen todo estereotipo. Me pasa en el faro que algunos me dicen por qué no te vas a limpiar, muchos son muy machistas… a veces escuchás cada cosa”, revela la artista callejera que encontró en esas filosas herramientas de trabajo un instrumento artístico. “Está muy bueno, a mí me gusta. Te ayuda a despabilar la mente, es como una terapia que te desenchufa. Es muy lindo porque te das cuenta que no hay limitaciones, no hay límites. El malabarista no solo es eso, es una cajita de sorpresas porque sabe hacer un montón de cosas como música, arte, teatro…”, comenta Yohana que, además de los malabares que se pueden apreciar en su página de Facebook, hace macramé, pinta y realiza artesanías en cerámica.

La malabarista tucumana ha llevado su arte de forma itinerante a otras provincias vecinas como Salta donde este tipo de espectáculos callejeros están prohibidos y hasta hay malabaristas que han sido detenidos por la policía. Los artistas tienen que lidiar con los prejuicios y, más aún, cuando se valen de machetes para su espectáculo: “Me pongo re mal cuando no me permiten hacer mí espectáculo. Nosotros nos sustentamos con esto, no es que uno anda en cualquiera, yo simplemente quiero el pan de cada día. Los malabaristas tienen familia y alquiler que pagar, pero hay muchos que no entienden eso. Nos pasa que algunos suben los vidrios de los autos porque piensan que les vamos a robar. Nosotros no vamos a robar, vamos a hacer arte callejero para salir adelante en la vida”. 

La reina de los machetes se va a dormir hoy con la esperanza de que mañana será un nuevo día y con el sueño de juntar plata para poder viajar una vez que se termine esta pesadilla de la pandemia. La reina confía en su arte para seguir girando como gira un machete que dibuja una parábola en el aire hasta volver de nuevo a su mano. 

Mirá los videos de la reina de los machetes:



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