PASIÓN

Que no te metan el perro: el chori de la cancha no se mancha

Desde eltucumano.com retratamos la pasión que generan los choripanes más ricos alrededor de los templos de nuestro fútbol: Ciudadela y el Monumental. Los hinchas de Atlético y San Martín y los vendedores dan fe de ello. VIDEOS

30 Oct 2019 - 20:41

Es como la cocina de la casa, las manos del primer amor, el aroma que se siente y que nos confirma que estamos a pasitos de entrar a la cancha. Son las nubes de humo que de noche se notan más, como las brasas calientes de las parrillas, o cómo le pega el sol a ellos, a las estrellas de la previa o de la salida, criollos o parrilleros, completos con o sin picante, siempre en pan sanguchero y guarda con pedirlos de otra forma porque me demoran al vendedor o a la vendedora. Ya cuestan 100 pesos y que nadie nos meta el perro. Yo me amanecí y pagué, pero el chori, el chori no se mancha. 

En el Monumental o en Ciudadela, sobre la 25 o la Bolívar, sobre la Chile o la Pellegrini, donde haya una camiseta de Atlético, donde flamee una bandera de San Martín, siempre es buen momento para aplicarle uno. Lo dicen los vendedores que alimentan al Pueblo Decano: “A mí me encanta venir a la cancha, estar con mis clientes. Vendíamos carbón y un vendedor nos preguntó por qué no vendemos choris, milanesas, papas fritas, y de ahí se empezamos a largar a vender”. O cuando caminamos entre los palos borrachos de Ciudadela y aparecen los vendedores icónicos de cada puesto, cada uno con su grito, con su canto: “¡Criollo y parrillero, muchachos, criollos y parrileros vendo! ¡Calentitas las papas, vendo!”. Sin dudas al responder qué se vende más: “El parrillero, papá, cada diez parrilleros vendemos dos criollos, siempre falta uno criollito de esos descompuestos, ¿ha visto? Son tripa sucia”. 

En el día de hoy, luego de la farsante publicación que quiso manchar al ritual de cancha, mintiéndonos que se venden choris de perro, desde eltucumano.como levantamos el puño con un choripán bien cargado, calientes por las malas lenguas y por la parrilla que abrasa, al lado de los únicos perros que están aquí, ladrándoles a los hinchas que hacen la cola con sus chalecos de policía verdes y azules. Basta con dar un par de vueltas sobre el Monumental para deleitarse con los choris de El Parri John y amenizar la espera: “Y la verdad es que estamos ansiosos esperando, obviamente esperando que gane Atlético también que es lo que nos ayuda. No hay partido si no hay una venta de choris afuera. Todos los que vienen a la cancha ya saben que la tradición es comprar un chori digamos a la salida, cuando entran o salen, es seguro, ganen o pierda, lo mismo es”. 

Son sensaciones que se confirman desde Ciudadela: “Nosotros les compramos los chorizos a Buby en Villa Amallia. Están los choris de muy buena calidad, de baba calidad y los que son un espectáculo. Estos son un espectáculo: dan penas cortarlos”. Y gane o pierda, al que le gusta el chori le importa una mierda: “Gane o pierda San Martín, lo mismo es: se come para festejar o matar las penas. A veces no nos dejan vender en ningún lado. Nos quieren sacar de las calles. Somos padres de familia, vivimos de esto”. 

Claves para combatir la crisis, ideales para aplacar el hambre, más ricos que nunca para celebrar una victoria, no hay cancha si no hay choripán: lo único que aparece del barrio El Sifón aquí es un loco que vende apretaos en una canasta de mimbre y grita: “¡Aguante la Laprida, aguante lo Deca!”. Es como el Ciruja que está en la otra vereda, lo califica “¡De dieeeee!”, o el que está cerca de Dani, en la Pellegrini y Lavalle, agarra el choripán con las dos manos, le mete un bocado furioso y jura: “¡Esto es vida, papá! ¡San Martín y esto!” 


- El chori Santo:



- El chori Decano:

seguí leyendo

las más leídas