Nacido en Villa 9 de Julio, criado en La Ciudadela, muy cerca del Abasto, fue verdulero como Dios manda, número 9, el capo de la barra con el Turco Ahualli y hasta árbitro. La historia magnífica de un hombre que ha cumplido 80 años y confiesa que ha vivido: "Yo soy más conocido que la ruda". | Por Alfredo Aráoz
El Loco.
Deja la moto en la vereda y el Loco Pirez ya está sentado aquí, en la casa de eltucumano. Deja el casco arriba de este teclado, caminamos hasta la cocina y cuando le pregunto qué quiere tomar me dice: “Empecemos con un Fernet”.
Son las cinco de la tarde en Moreno 250 y no tenemos Fernet. Cuando le digo que vayamos a comprar uno, ya me ha goleado el Loco Pírez: “Mentira, chango. Nunca he tomado. Nunca he fumado. Convidame un café con azúcar”.
Que sea goleador el Loco Pírez es un detalle más que hacen a la vida de este hombre gigante con sonrisa de niño pícaro a punto de hacer algo que sorprenda. Y lo hace de entrada cuando saca de una bolsa de Marathon Deportes cuatro fotos tamaño póster donde está él, siempre él, con la camiseta de San Martín, en Ciudadela, con su hermano que en paz descanse y con otro detalle más que hace a la vida de esta leyenda que ha cumplido 80 años: un diploma de árbitro.
Fue una anécdota como árbitro la que se viralizó hace unos días en las redes sociales que el Loco Pírez, por supuesto, no usa. “Viene el chango periodista y entre pregunta y pregunta le cuento que yo había sido árbitro y una vez le cobré un penal a favor a San Martín contra Marapa. Le conté que cuando lo cobré, grité: ‘¡Penal para nosotros!’. Y por eso se hizo conocido el video. Todas mis nietas lo vieron”.
El periodista que lo entrevistó al Loco Pirez también fue goleado: “No pasó en la realidad. No grité eso en la cancha de Marapa. Todos los jugadores sabían que yo era árbitro pero sobre todo era fanático de San Martín. Pero nadie sospechó nada: era penal. San Martín ganó 1 a 0. Y esa fue la única vez que llevé a mi señora a la cancha”.
Cuando Juan El Loco Pirez dice que todas las nietas vieron el video se refiere a los 28 nietos y 23 bisnietos que tiene. Es el legado de un hombre de 80 años recién cumplidos y que está mejor que todos. Es la herencia de un Ciruja de ley que viajó con 18 integrantes a Rosario, pero que de eso hablará más adelante porque se le amarga el café que toma de a sorbos.
“En mi familia todos son hinchas de San Martín. Les sacamos con agujas las córneas de los ojos si no son hinchas de San Martín”, se ríe en serio el esposo de Segunda Lescano, la señora con la que han cumplido 63 años de casados y a la que una sola vez, como contó, ha llevado a la cancha. Por qué solo esa vez aquí lo detalla: “Estaba en coche motor y le digo: ‘Vamos, vieja, acompañame’. Aquella tarde inauguraba la cancha nueva de Marapa. Jugaba contra San Martín y era un partido importante. Sabíamos que iba a ser una tarde inolvidable. Lo que nunca nos imaginamos era lo que nos iban a gritar las mujeres de Marapa. En el campo la mujer tucumana es más atrevida que en ningún lado. No sabés el tamaño de las piedras que nos tiraban. Y las cosas que nos gritaban: ‘¡Andá, árbitro carnero! ¡Tu mujer te está haciendo aca!’. Eso gritaban. Y ella nunca más volvió”.
Sin padre ni madre, Juan Pirez se crió solo en las calles tucumanas marcadas por el adoquín, por el malevaje, por el tango y por Perón, la explicación para la multitudinaria y popular familia que tiene El Loco: “Yo he sido lustrador, verdulero y vendedor de diarios. Empecé en el Mercado del Abasto y puse un puesto en Rivadavia y Perú, a una cuadra de mi casa en la Paraguay. Cuando vendía diarios, batí un récord: vendí 600 diarios en una hora cuando un tren chocó a un colectivo del Ranchilleño y murió un montón de gente. Ese día me he hecho un bollazo de plata. Eran lindos esos años. Me acuerdo clarito del día que vino Evita a Tucumán. Desde Tafí Viejo venía el tren y yo escuché ese día a todos gritando: ‘¡Damos la vida por Perón’. Y después lo escuché a Perón cuando dijo: ‘Hay que producir, hay que producir’. Por eso tengo tantos hijos”, se ríe con la sonrisa ancha el Loco, quien en la sede del PJ encontró la más hermosa de las músicas: un bombo.
“Mi tía era presidenta del PJ en Tucumán. Y cuando fui a la sede el peronismo me regaló un bombo. Fue el primer bombo que hubo en una cancha de Tucumán. Era blanco y yo lo hice pintar con los colores de San Martín”, se infla el pecho el Loco y cuenta cómo se convirtió en el líder de la barra de San Martín a los 20 años con el Turco Ahualli.
“Yo siempre estuve metido en San Martín. Yo soy más conocido que la ruda. Era muy amigo del padre de los Ale, de Said. Eran changuitos El Mono y La Chancha y nunca me he metido con ellos. Nosotros éramos otra banda en aquellos años. Al Chino Sarmiento lo llevaba en sus comienzos. También estaba Tórtola, el carnicero. Y del lado de Atlético estaba el Coco Lencina, que era muy amigo mío. No existía la rivalidad tan violenta que hay ahora. Cuando Atlético jugó la final de esa copa que inventan ahora con Quequén, yo fui con el bombo de San Martín. También estaba el Sapo Díaz de Sportivo Guzmán. Era más sano. Ojo: si teníamos diferencias, nos agarrábamos a las piñas, pero nada más”.
Cuando el Loco Pirez habla de piñas me muestra sus manos grandes marcados por dos anillos de oro que atesora en su vida. No hablará de las veces que fue preso ni de una vez que se prendieron fuego los postes del arco de madera de la cancha de Atlético. No viene al caso. Tampoco qué le pasó una tarde cuando fue el árbitro de La Florida-Newbery: “No quiero entrar en detalles, pero es día la pasé mal. Y esperé tres años para vengarme: le expulsé tres jugadores en una misma jugada a La Florida. No se olvidan más”.
De lo que tampoco se olvida más el Loco es cuando le hizo un gol a San Martín: “Yo jugaba en Sportivo. Tenía 15 años. No era muy habilidoso, pero tenía el olfato. Me pegaba en el traste y entraba. Era parecido a Palermo. No como Batistuta, pero pateaba fuerte. Una vez le hice un gol a San Martín. Yo jugaba en la Quinta. Ganamos 4 a 1. Jugaba el Negro Pomada y festejamos ese triunfo con los changos de Sportivo: ganarle a San Martín era como ganarle al Milan”.
Hombre de mil batallas, Juan El Loco Pirez confiesa que ha vivido y si tiene que elegir el momento más feliz junto a San Martín son dos: “Los ascensos a Primera en Chaco y en Almirante Brown. San Martín significa todo en mi vida. Yo he visto a San Martín jugar al fútbol, no como el asco que damos ahora pero que ni se compara con el asco que dimos en Rosario: fuimos toda la familia y vimos lo que pasó. No sé quién se entregó pero algo pasó”.
Pasado el mal trago, El Loco Pírez vuelve a la charla de café con eltucumano y sonríe cuando recuerda el primer zapato que lustró, el primer diario que vendió, el primer cajón de verduras que cargó, a aquellos muchachos de Tafí Viejo, los goles en Sportivo, las calles de Ciudadela, las de Villa 9 de Julio, el vals por los 60 años de casados en la rambla de Mar del Plata con Segunda, el cariño que recibe cuando entra a la Pellegrini los domingos, la fiesta por los 80 años que le organizaron los hijos y el orgullo por las nietas como Florencia, quien posibilitó contactarlo para esta nota, y por Fernanda, la Fer, la fanática Ciruja que le saca una sonrisa.
“Son bellas mis mis nietas. Andan pintando las paredes con los vagos de Cultura, se meten a la barra, no tienen miedo ni vergüenza. Es hermoso ser hincha de San Martín. Nunca podría haber sido de Atlético. Nosotros perdemos y llenamos igual la cancha. Ellos se borran”, remata El Loco Pírez, mientras pasa al mural de eltucumano, se sienta en el banco de madera y sonríe con un deseo que suena parecido a una canción: “Si yo me muero algún día, lo único que le pido a los chicos míos es que me hagan una bandera, una bandera con los colores de San Martín y que la cuelguen todos los partidos. Solo eso quiero. Para que nadie me olvide. Para que el Loco Pírez sea eterno”.
El Loco en eltucumano.
El loco (campera celeste) con el Capo, Troiti y Torres de Torres Sanitarios Presente: "Ese día jugamos contra Boca".
El Loco con el gorrito junto a uno de sus hermanos que ya no está: "El día que ascendimos contra Almirante Brown".
El día que volvió a La Bombonera, el mismo que goleó a Boca en La Bombonera.
El reconocimiento de los árbitros al colega.
Los Pirez: "Todos somos de San Martín"