análisis

San Martín, el miedo al éxito y el problema de depender de sí mismo

El Santo volvió a desperdiciar un oportunidad inmejorable de prenderse en la lucha por el primer puesto. Lo ganaba sin buscarlo demasiado y se lo amptaron sin querer. Un equipo autodestrutivo que mantiene arriba mucho más por las falencias ajenas que por mértios propios. Aun así, quizás ascienda.

03 Sep 2023 - 21:54

Era mucho pedir que gane un partido que ya iban ganando casi sin querer. Era tan difícil que una vecita sumen esos tres puntos tan importantes, no tanto para el campeonato en sí, sino para la alegría dominguera en familia, para descorcharse un vinito en familia y tener un motivo más por qué brindar. 

Mirar la tabla y ver el escudito rojo y blanco a solo dos puntitos hubiera sido tan hermoso, aunque en el fondo la mayoría piense, sepa, que a este equipo no le va a alcanzar, pero qué necesidad hay de recordárselo todo el tiempo, cada vez que hay un partido importante, cada vez que suena esa frase hecha de mierda: “San Martín depende de sí mismo”, al final es peor que dependa de sí mismo porque si hay algo que mantiene con esperanza a este San Martín son los otros, que son tan malos que nunca se terminan de escapar, ni aunque San Martín haga lo posible por no alcanzarlos, si hasta a veces parece que se les aleja y de golpe los y tiene de nuevo ahí nomás. 

“El problema es que dependemos de nosotros y este equipo no es nosotros”, reflexionó hoy un hincha con toda la sabiduría que dan los años de Ciudadela. ¿En cuántos análisis de este año hemos hablado de la falta de identidad, de sentido de pertenencia, de apatía, de tibieza? En casi todos, y nada cambia porque nadie hace nada para que cambie. 

Entonces así, Frontini se da el lujo de declarar entre semana que no tienen que pensar en que Brown queda libre, si no en hacer su trabajo. Me pregunto entonces: ¿Cuál era su trabajo? ¿En qué otra cosa más importante se podía pensar? Eso se trasmite en la cancha, porque salen a jugar al trotecito y como el rival es tan flojo, casi sin querer se encuentran atacando al final del primer, tiempo, y hasta un gol hacen, incluso es un golazo, con un pase exquisito de Prokop y una definición excelsa de Dening. Todo eso casi sin querer, o queriendo tímidamente, con tibieza, sin calentarse demasiado. 

Aun así, San Martín es mejor que ellos, un poquito mejor, nada del otro mundo, pero suficiente para redondear un primer tiempo en el que el 1 a 0 es justo en todos los sentidos de la palabra, porque es merecido, ajustado y merecidamente ajustado. El típico resultado que le calza justo al trámite. 

Después en el complemento, sin hacer gala de la posesión, algo que no lo caracteriza, ni tampoco de un dominio abrumador, con poco, casi nada, el partido está dominado, porque a los pelotazos frontales los peina a todos Acosta, porque los defensores de ellos son tan inútiles que hacen faltas tontas y uno se irá expulsado así. El Santo no aprovecha las facilidades de su rival y Prokop cree que está jugando La Liga y se demora media hora en definir, errando el segundo, Andrada, al revés, se apura y le pega desacomodado. Dening empieza exagerar sus caídas y el triunfo está cerca y lejos a la vez que todo el Pueblo Ciruja sabe que con un solo gol de ventaja no va a alcanzar para ganar. 

No le va a alcanzar a este equipo, a cualquier otro le hubiera bastado y sobrado, pero a ese no le alcanza porque es autodestructivo, porque no brinda garantía táctica alguna, porque no muestra solvencia defensiva de ningún tipo, porque no hace falta ni que lo ataquen para que lo lastimen. 

El derrumbe arranca otra vez con un córner mal tirado por Andrada, como todo el año, es increíble que Frontini no cambie el ejecutante. Después hay tres jugadores que se confían con que la pelota se va al lateral y uno de ellos la terminan metiendo al medio, por suerte hay un jugador de San Martín para interceptarla, por mala suerte, ese jugador es Colazo que la pierde y el gol de Alvarado nace luego de tres errores consecutivos de San Martín. Ya está, si no quería ganar, hubieran avisado y listo. 

Quedaban como 20 minutos, pero no quedaban ni fuerzas, ni ganas, ni espíritu, ni jugadores en el banco con actitud de cambiar, ni nada. Un gol anulado a Orellana, otro anulado al 9 de ellos, los dos eran ilícitos, una expulsión que no cambió el trámite y la certeza total de que este equipo es incapaz de ilusionar ni siquiera a la hinchada más dispuesta a las ilusiones sin fundamentos del mundo. 

Al final, después de semejante contexto favorable para ganar y crecer en la tabla, el pitazo final termina siendo un alivio porque, en una de esas, si jugaban un rato más,  hasta capaz que perdían. El puntito quizás termine sirviendo, no parece, pero quién te dice. 

Y ahora se viene Gimnasia de Mendoza en Ciudadela, seguramente a cancha llena y con la esperanzas de ahora si ganar, ojalá que lo otros sigan perdiendo, haciendo el trabajo que San Martín mismo no hace, capaz que por descarte, este equipo termine ascendiendo, en ese torneo puede pasar cualquier cosa.  


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