En el barrio Costanera Norte, a pesar de la pobreza y las dificultades económicas, la solidaridad se manifiesta con fuerza. Allí se encuentra el comedor del CEPLA, un espacio que funciona como refugio de contención y ventana de esperanza para jóvenes y adultos que padecen adicciones.VIDEO.
Foto de eltucumano.
La frase “En la vida, no hay recetas ni fórmulas mágicas” encapsula de manera concisa la complejidad de enfrentar situaciones difíciles. Cuando se trata de adictos y adicciones, vicios y vacíos, hablar de drogadicción siempre es un tema cristalino, polémico y conflictivo. A pesar de ello, las posibilidades de superar las drogas cuentan con innumerables historias de éxito en todo el mundo. Si nos enfocamos en nuestro propio territorio, en el barrio Costanera Norte existe un grupo que es testimonio vivo de cuánto puede ayudar la solidaridad en medio del caos.
El comedor del Centro de Atención Primaria en Adicciones (CEPLA), que lleva 12 años trabajando con jóvenes adictos, es un ejemplo de la participación y el apoyo de la comunidad. A través de un grupo terapéutico llamado 'Ganas de vivir' y el compromiso de las familias y vecinos, se brinda contención, fraternidad y defensa por los derechos. “Estamos en el comedor del CEPLA, donde justamente participamos en una actividad del grupo terapéutico barrial que existe desde hace 12 años. Este grupo terapéutico, llamado ‘Ganas de Vivir’, está compuesto por jóvenes en proceso de recuperación de adicciones. En esta ocasión, los chicos están cocinando para otros como parte de su proceso terapéutico. A lo largo de los años, también hemos logrado que se sumen los familiares”, explicó a eltucumano, Emilio Mustafá, director de asistencia de la secretaria de política integral en adicciones perteneciente al Ministerio de Desarrollo Social, a cargo de Federico Masso."El grupo ‘Ganas de Vivir’ existe mucho antes de que existiera el CEPLA. Se fundó en 2012, y a partir de la lucha que se llevó a cabo, no solo desde el grupo terapéutico, sino también con las madres de aquí, conocidas como ‘Madres Pañuelo Negro’, y con todo el vecindario, se generó una gran movilización. En aquel momento, se logró exigir a Sedronar y al Ministerio de Desarrollo Social de esa época que reconocieran este dispositivo como un lugar de salud mental para la población afectada por el consumo. Desde entonces, se inició un proceso de lucha que culminó con la construcción del CEPLA, inaugurado en 2019", agregó.
El director indicó que el significativo avance en la construcción de este edificio "es fruto de la lucha social y la organización. La organización es un síntoma de salud mental en las comunidades. Además, es crucial promover los vínculos comunitarios, ya que, en general, todo está muy fragmentado. El crecimiento del narcotráfico y el narcomenudeo suele romper con las organizaciones barriales", expresó.
Para lograr que una persona supere una adicción, convergen muchos factores personales y ambientales del entorno. Aunque existen sugerencias y pautas más o menos comprobadas desde el punto de vista terapéutico, la voluntad al cambio y el apoyo de grupos de contención siguen siendo elementos esenciales.
Elsa Ledesma, quien ha sido parte de la organización desde sus primeros años y vive en el barrio, comentó que percibe una ligera mejora en la situación en la zona. “Anda más la policía, nos controla más, nos cuidan más. Respecto al desempleo, hay mucho. No se consigue trabajo. Tengo a mi hijo que cobra un triste plan. Le regalé una máquina para cortar el pasto, pero se la robaron. A pesar de todo, están todos bien. Dios nos ayuda".
Sin embargo, puntualizó que “a veces falta la comida, por eso pedimos que nos ayuden para poder sostener a las familias. No es que uno manguee como dicen algunos, es que hay mucha pobreza, mucha gente que vive del cartón”. Además, mencionó que la situación económica es difícil, ya que todo está muy caro y la plata no alcanza para nada.