Ante la situación de crisis por la que atraviesa el país, en El Sifón y Los Vázquez la recreación y la educación de los más chicos, en ocasiones quedan en el último lugar. “Muchos dejan de ser niños para convertirse en el que busca el pan, el café o la comida”, señalan desde las organizaciones sociales.
La Ley 26.061 de protección integral de los derechos de los niños, niñas y adolescentes establece que cada niño tiene el derecho de hacer deporte, jugar y disfrutar de un ambiente sano, a recibir educación pública. Sin embargo, la crisis y la pandemia dejaron muy por atrás la posibilidad de cubrir esas prioridades y dependiendo del sector social en el que nos encontremos, las urgencias y las modalidades para atenderlas son diferentes.
Mientras que desde un extremo se especula con el precio del dólar o bien, en qué invertir para que el dinero que tiene no pierda tanto valor, desde el otro evalúan celebrar el día de las infancias solo con golosinas porque no alcanza la plata para conseguir un juguete para cada niño y eso genera peleas.
“Queremos que los niños del Sifón vuelvan a jugar. Muchos dejan de ser niños para convertirse en el que busca el pan, el café o la comida”, señala en diálogo con eltucumano.com Irma Monroy, fundadora de la Asociación Civil Los Lapachos, que funciona como comedor en el barrio el Sifón desde hace más de 20 años.
Entre tanta crisis, lo único que buscan desde la organización es brindar a los más chicos un día diferente. “Queremos que jueguen, que aprendan a entretenerse, los chicos han perdido la costumbre de jugar. Por la preocupación de que no alcanza para comer, o por los graves problemas de adicciones que hay, a veces los niños tienen que hacerse cargo de sus propios padres. Incluso estamos teniendo casos de niños que empiezan a consumir drogas desde los 9 años. Eso no debe ser así. Este día es para que disfruten. Queremos que vuelvan la rayuela y el elástico, que vuelvan los payasos”, indica.
En Los Lapachos se brindan tres comidas: desayuno, almuerzo y merienda. También se ofrece apoyo escolar y actividades recreativas para los chicos con profesionales. De esta manera, buscan complementar lo que se les ofrece en la casa de cada uno.
La educación se pone también entre las principales preocupaciones en referencia a las infancias. La pandemia puso pausa al ritmo de aprendizaje conocido y posteriormente se impuso una modalidad nueva, compleja y muy dependiente del acceso a recursos tecnológicos. Esta situación puso un gran obstáculo en el proceso de aprendizaje de varios niños y adolescentes.
“Había muchos que no sabían leer ni hacer los deberes por no tener acceso a internet o alguien de la familia que les explique. Tenemos profesionales que los ayudan a hacer la tarea y les explican lo que no entienden. Les están enseñando a leer porque hay chicos de séptimo grado que no saben. La educación es lo que nosotros vemos más urgente”, añade.
En plena crisis del 2001, se gestó el comedor del Sifón que posteriormente se convirtió en asociación civil. Irma aclara que nada tiene que ver aquella crisis que impulsó la gesta de la organización comunitaria, con la que atraviesa hoy la Argentina.
“Antes no teníamos nada de nada. Hoy una familia tiene una asignación, una tarjeta alimentaria. En el 2000 no había nada. Ahora pienso que estamos ahí, con los aumentos de las cosas todos los días, pero hay de donde agarrarse. En el 2000 no sabíamos que teníamos derechos. Hoy tenemos personería jurídica y como institución tenemos recursos para exigirle al estado que cumpla”, añade.
Según la referente, lo principal para desarrollar en los barrios es la educación y la cultura. “No hace falta armar más cárceles. Si no, invertir en educación y cultura. Darles herramientas para que sepan que tienen un futuro y tienen sus derechos. Para que también puedan decidir políticamente a quien van a elegir el día de mañana”, concluye.
***
Por su parte Susana Décima, miembro del merendero del barrio Los Vázquez comenta en diálogo con eltucumano.com que el festejo este año será en septiembre porque no llegaron a juntar los recursos para poder celebrarlo el domingo 21 de agosto. “Este año empezaron a venir más niños al merendero y en la pandemia también, creció bastante el número”, indica.
A los 12 años Susana se fue de la Costanera a al barrio los Vázquez. En ese momento dejó de ir a la escuela para trabajar y ayudar a su madre a mantener el hogar. Hoy tiene 35 años y vio cómo el barrio fue creciendo, a pesar de que todavía faltan muchas cosas por hacer. En los inicios del barrio, la gente se fue ubicando en lo que era un basural. Hoy están a meses de ver realizado uno de los proyectos más importantes para jóvenes y adultos del lugar: Un club deportivo.
El consumo problemático de sustancias está presente hace años en ese barrio. Con el acompañamiento de un dispositivo del ministerio de desarrollo social, el grupo de jóvenes "Con Esperanza nos Fortalecemos" , fundó el merendero que hoy manejan quienes quieren salir de las adicciones.
Al igual que en el sifón, en los Vázquez bajó la edad del consumo y eso lleva a que abandonen los estudios, además de generar un profundo daño a nivel orgánico. “Hay muchos chicos que dejaron la escuela. Ahora los chicos están muy quebrados. La mayoría entre 15 y 16 años. Yo quiero ver crecer a mis hijos, que sigan estudiando, que es un bien para ellos. Que tengan lo que yo no pude tener. De esta se sale”, recalca Susana.
El club deportivo que están por comenzar a construir busca no solo ofrecer el deporte, sino también constituirse como una de las principales estrategias de prevención en el consumo problemáticos de sustancias.
“Cuando llegué a los Vázquez, era todo rancherío. Ahora hay casas, está mejor. Me gustaría que siga avanzando, que tengamos gas, luz. Esperamos con muchas ansias que empiecen con el club deportivo. Va a haber muchas actividades para contener a los niños y a los jóvenes. Porque creo que en ese lugar. A los chicos que pasan por esto, una canchita para poder jugar a la pelota, hace la diferencia”, concluye.
Desde el merendero de los Vázquez reciben donaciones de golosinas, leche, chocolate y pastafrola para poder hacer una celebración del día de las infancias. Para donaciones comunicarse con Susana al telefono 3815 19-7437.