Este domingo 26 de junio es el Día Internacional de lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas. En Tucumán la situación de venta y consumo de sustancias psicoactivas en los barrios populares creció y profundizó grietas en la comunidad. Sin embargo, también se gestaron espacios de contención y transformación.
Mientras el negocio del narcotráfico mueve millones de dólares entre los poderosos, en los barrios de Tucumán la crisis económica y la profundización de la desigualdad calan cada vez más hondo en la vida cotidiana de hombres, mujeres y niños. Si bien el consumo problemático de sustancias es transversal a todas las clases sociales, la degradación del tejido social y de la salud mental se vive de manera mas cruenta en los barrios populares.
Como cada jueves por la tarde Víctor Guerra, se reúne con el grupo terapéutico de jóvenes que buscan salir de las adicciones de manera colectiva en el barrio Los Vázquez. “Yor”, como lo conocen en el barrio en el que vive hace más de 20 años, deja el taller de costura que funciona en su casa y se hace un tiempo para charlar con eltucumano.com.
El grupo de jóvenes al que pertenece Yor se llama “Con esperanza nos Fortalecemos” y trabaja desde hace 8 años con el apoyo de un equipo interdisciplinario del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia. Se reúnen todos los jueves a las 18hs para avanzar juntos en el camino de recuperación. “Es lindo poder ofrecer mi casa para otros. Antes de conocerlos andaba mucho en la calle. Esto me da la oportunidad de estar acompañado, nos sentimos familia”, asegura.
Yor es delgado y tiene ojos grandes y la cara angulosa. Con 37 años y 6 hijos, hoy trabaja en una cooperativa y todos los días comparte con sus compañeros y compañeras del grupo su experiencia. “Yo comencé a consumir a los 18 años y este grupo me ha ayudado mucho para dejar de hacerlo. Hoy puedo ayudar a otros changos”. Hoy su hogar alberga las reuniones del grupo terapéutico y también el taller de costura.
El taller funciona desde 2018 como una propuesta que surgió a partir de una donación de tela que recibió el grupo. “Buscábamos una actividad que los mantenga ocupados a los chicos. Si están ocupados, no estén en la calle. Una de esas ideas fue la costura. Queríamos hacer delantales y también pensábamos que esos productos dejen algún ingreso, aunque sea poco. En ese momento vino la pandemia y la iniciativa era hacer barbijos para el barrio. Hicimos 250 y se los dimos a los vecinos”, relata. Después de esa tanda continuaron elaborando más barbijos y llegaron a vender más de mil. “Era el momento de hacerlo. Ahora que se apaciguó el contagio buscamos hacer bolsas ecológicas para que los vendan y tengan un incentivo”.
“Es imposible salir solo de esto. Si no tenes a nadie, vas a volver a tener recaídas”, sentencia y recuerda que el equipo que le tendió una mano llegó en el momento justo. “Ellos me conocieron en el peor momento de mi vida. Consumía todos los días. Era complicado y la pasaba mal en ese tiempo. Pero pude zafar y ahora puedo ayudar a los otros chicos. Es muy lindo tener la oportunidad de que te den una mano. Es necesario que haya grupo terapéutico en todos los barrios”, asegura.
El vacío o la falta de proyectos se posicionan como los principales detonantes del consumo problemático de sustancias. “La droga no mide clases sociales, pero en un barrio popular es muy jodido. Si no tenes un trabajo que sostenga tu casa, no tenes para comer, no tenes nada, todo eso te lleva a drogarte. En la clase media o alta tienen de todo y consumen igual. Pero no consumen la misma droga, consumen de mejores calidades. Nosotros en los barrios consumimos los deshechos que son más dañinos y tóxicos”, explica.
Para darle batalla a esta problemática quienes ya pasaron por los efectos del consumo y encontraron ayuda para comenzar a recuperarse, buscan resignificar los espacios del barrio y en conjunto gestan proyectos colectivos para brindar oportunidades a las nuevas generaciones. “Tenemos una escuelita de fútbol los sacamos a jugar en otros barrios. Esto es una manera de hacer prevención. También tenemos una Murga. Hay que tratar de prevenir de todas las maneras posibles. En estos años también hicimos varios murales como reflejo de la realidad”, remarca Yor.
"Me ha cambiado la vida, pero seguimos luchando. Tener la posibilidad de compartir en los espacios es algo increíble, cuando te das cuenta de lo que estas haciendo y no esperas nada a cambio. Lo das de corazón. Dentro de poco inauguraremos un club deportivo aquí en el barrio. Eso nos va a dar muchas mas herramientas para la prevención", informa.
Como mensaje de su camino recorrido y de lo que aun falta, Yor considera fundamental aclara que la droga llega a todos lados y la venta crece todos los días. “Buscamos concientizar en el barrio, dándoles información, pero si la Justicia no hace nada con los que venden, es todo cuesta arriba. Lo importante es que seamos responsables todos. La problemática nos involucra a todos. A los que venden, a los que consumen y a los que no, también. El mensaje es que hay que tomar conciencia en todo lado. Tratar de darle una mano a la persona que este con adicciones, no los discriminemos".