Luego de una guardia de 24 horas sin pausas, la trabajadora esencial de la salud que afronta la segunda ola de coronavirus en la primera línea de combate, escribió lo que siente, lo que vio y un mensaje conmovedor.
Guadalupe.
Carta abierta de una simple Enfermera Emergencista, en reconocimiento a todas las familias de los trabajadores de Salud.
Aquí, en mi departamento, luego de 24 horas agotadoras de guardia, le robo unos minutos a mi descanso, para dedicarles éstas humildes pero sentidas líneas.
Corren tiempos convulsivos, donde la realidad se nos alteró a todos, donde tenemos que aprender a convivir con esta nueva “normalidad”, y quiero destacar la importancia de la familia en estos momentos (al menos para nosotros).
Desde que comenzamos nuestra carrera, nos levantamos temprano, nos acostamos tarde, nos perdemos fechas importantes en sus vidas. Luego viene la búsqueda de trabajo y todo lo que ello implica.
Llegamos tarde a casa, demasiado cansados a veces para los quehaceres.
No nos emocionamos demasiado por una tos menor o un resfrío (hemos visto cosas mucho peores en nuestro turno).
No siempre queremos hablar cuando llegamos a casa, hemos hablado, mediado y discutido todo el día. Hasta incluso tenemos que terminar de trabajar y seguir tomando clases de perfeccionamiento o capacitar a nuestros hermanos colegas. Sé que a veces puede parecer que hemos dejado toda nuestra atención, amor y nuestro ser, en el “trabajo”, y que hemos llegado a ustedes vacíos (y probablemente sea así).
Por ahí leí que “es difícil amar a un trabajador de la salud”, y aclaro que lo es! que va?
Pero necesitamos de su amor, necesitamos su comprensión, necesitamos saber que “lo entiendes”.
Además de cuidar de otros, necesitamos que nos cuiden de vez en cuando. Necesitamos que alguien más se haga cargo de los detalles (sólo algunas veces); porque de querer poder con todo, es agotador.
A veces necesitamos sólo un mate, o un hombro para llorar en silencio, cuando ni siquiera podemos decirles por qué estamos de duelo, o qué horror presenciamos.
Les pido en nombre de todos mis camaradas, que hagan el trabajo más duro que alguien puede asumir: “Amarnos en nuestros días difíciles”, porque es cuando más los necesitamos.
Gracias infinitamente por contenernos, más en éstos días de pandemia, de faltas de respeto a nuestra labor y dignidad. Sin ustedes no sería posible! La recompensa más grande es el trabajo bien hecho y poder volver a casa y recibir ese abrazo que renueva.
Gracias en especial a mi familia, que tanto me aguanta.
Que aunque no se valore muchas veces lo que hacemos, nuestro pago viene desde lo más alto, porque él todo lo ve, y la bendición más grande, es que puedan estar leyendo este humilde reconocimiento.
Gracias por entender esta vida que elegimos, este llamado a la vida.
Con profundo amor y respeto, Guadalupe R. Soria.