Patricia es la hermana de Héctor Segura y viene de Flores. Todavía el cuerpo de su hermano está en su casa: “Ahora lo tengo que cambiar. Yo quería velarlo en mi casa porque tengo a mi papá postrado y no sé cómo voy a levantarlo para que le dé el último adiós a su hijo. El velorio tiene que ser sí o sí en la empresa y solamente dos horas con un máximo de 10 personas en la sala velatoria. Luego cumpliremos con el deseo de mi hermano: él quería la cremación”.
Patricia es la hermana de Héctor Segura y tiene que tomar un vaso de agua para atender al diario
el tucumano en la mañana más difícil de su vida, una mañana que pone el punto final a una tristeza que comenzó la noche del
domingo 6 de octubre, cuando a la salida de la cancha de San Martín, el querido sodero de barrio El Bosque con su hijo quedaba en el medio de una gresca ajena para separar
en la esquina de Lavalle y Pellegrini.
Patadas, piñas, adoquines, toda la miseria humana volcada en el cuerpo de un padre de familia que simplemente había ido a alentar al club de sus amores se producía esa noche y no habría retorno. Su pequeño hijo, mientras veía cómo comenzaban a matar a su padre, se escondía en la casa de una vecina, sin saber la dirección de su casa,
hasta que la Policía logró recaudar los datos y llevó la noticia a Patricia, su hermana, quien lo cuidó durante todo este tiempo.
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A raíz de los golpes en su cabeza mi hermano se me acaba de ir. Su cuadro se fue complicando. Su cabecita no podía darle órdenes a su cuerpo. Desde la última vez que hablamos no mejoró. Le agarró neumonía. Por las dudas le hicieron el hisopado, pero le dio negativo. Yo le pedía que luche, pero ya no quería ser egoísta. Mi hermano ya estaba cansado de luchar. Sufría cuando lo entubaban”, relata, mientras hay cuatro nombres que le dan vueltas en su propia cabeza.
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Quienes lo mataron no tienen ni nombre y están en libertad. El último cumplió la preventiva de seis meses y ya salió. Se llaman Lucas, Iván, Mauro y David”, dice Patricia Segura, antes de preparar a su hermano para el último adiós que le prepararán los hinchas de San Martín, los amigos del Bosque, los de All Boys, los de Atlético, sus clientes, los que lo conocían desde chico y que sufren esta mañana de luto para el fútbol tucumano y nuestra provincia.
Durante esta agonía de 10 meses, Patricia dice: “Se le había regulado el sueño algunas noches sin tos y podía dormir seis horas de un tirón, pero era paciente con traqueotomía y se enfermaba seguido. Durante el último tiempo tuvimos que internarlo en mi casa.
El Padilla me cerró las puertas y el Centro de Salud sí lo recibió. El cuadro se complicó el sábado al mediodía y luchó hasta hoy”.
Hay imágenes, hay videos, hay autos que se fugan, hay gritos, hay botellazos y piedras que vuelan, y también hay imágenes de Héctor con la sonrisa noble, de buen tipo, de buena persona de verdad, con el cerro de fondo, abrazado a su hijo, manejando el camión de soda, trabajando todos los días para comprarle el tubo de oxígeno que necesitaba y necesita su padre, y también una camisa nueva para estrenar además del regalo a su hermana Patricia, el día de su cumpleaños, hace dos años nada más, cuando todo era felicidad, y de la manera que Patricia elige recordarlo: “La imagen que siempre me va a acompañar es esa de mi hermano en mi cumpleaños. Yo cumplo el 5 de agosto y tengo ese video del 2018. Héctor estaba feliz y bailando conmigo.
Le gustaba mucho el cuarteto, La Mona, Rodrigo, también Los Pericos. Tenía 35 años. Y toda una vida por delante”.