La institución tucumana trabaja junto a la NASA y la Universidad de Nueva York en los beneficios de este pseudocereal. Buscan que sea utilizado como alimento de los astronautas.
La quínoa podría convertirse en el alimento ideal para los astronautas en sus misiones por el espacio, según confirmó uno de los especialistas de la Fundación Miguel Lillo de Tucumán, institución que desde junio trabaja codo a codo con la NASA y la Universidad de Nueva York.
"Este cultivo es muy resistente a muchas condiciones que otros no tienen, y tiene propiedades nutricionales muy importantes", destacó Juan González, director del Instituto de Ecología de la Fundación Lillo, en diálogo con eltucumano.com
La posibilidad de trabajar en conjunto a las entidades norteamericanas surgió hace dos meses, por intermedio de Pamela Such, una investigadora tucumana que trabaja en Canadá y que sirvió como nexo. "Ellos compraron una serie de equipos y nos ofreció utilizarlos para estudiar las condiciones de resistencia de quínoa", remarcó el experto.
Cabe resaltar que la Fundación tucumana estudia este alimento desde hace 29 años, por lo que se han convertido en una referencia en el tema. "Es un cereal muy resistente que crece tanto en la alta montaña, a más de 4.000 metros de altura, como en el nivel del mar, y soporta condiciones de sequía y radiaciones ultravioleta y visible", agregó.
Tras las primeras semanas, hay buenos indicios en la investigación, aunque aún queda un largo camino por recorrer. "El objetivo último es utilizarlo como alimento en las estaciones espaciales orbitales, pero ahora estamos en una fase preliminar, tenemos los primeros resultados pero hay que repetirlos para estar seguros", sintetizó.