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El futuro en 13 minutos

Opinión

Luego del debate presidencial en vistas de las elecciones del próximo 27 de octubre, el politólogo Mauricio Formoso analiza en esta columna cuánto influye en la carrera presidencial la exposición pública de las ideas de los candidatos.

Los candidatos llevaron sus propuestas a la televisión. La foto es de Clarín.


Sin ninguna duda que el hecho de que los seis candidatos presidenciales a ocupar la máxima magistratura hayan podido debatir qué país quieren para los próximos 4 años en televisión abierta es una dosis significativa de más y mejor democracia para nuestro sistema político.

Pero, ¿cuánto influye un debate público en la carrera presidencial?. Si bien muchos analistas, académicos, periodistas y hasta políticos dijeron en las últimas semanas que “ganar” o “tener una buena performance” en el debate no influye de forma proporcional con el proceso de toma de decisión en el cuarto oscuro, me permito disentir en algún punto con esas afirmaciones. Porque, en mi opinión, en nuestro país existe un porcentaje significativo de votante pendular que oscila elección a elección por diferentes opciones y que, sin lugar a dudas, ese segmento se consolida como principal objetivo de los candidatos más allá de cualquier ideología o partidización. Ante esta perspectiva, el debate puede significar “definitorio” o cercano a eso para muchos ciudadanos. 

Ahora bien, esta afirmación queda relativizada, cuando tenemos un debate que se desarrolló ex post de las PASO que arrojaron grandes diferencias entre primero y segundo. En este caso puntual, la coyuntura del debate no hace más que consolidar votos cautivos de los diferentes candidatos. Aún así, no debemos subestimar que el debate puede llegar a influir en aquellos votos débiles o no seguros que cualquiera de los seis candidatos hayan logrado en agosto y que un buen o mal desempeño de sus exposiciones pueda solidificar ese voto o fugarlo.

La primera conclusión de la participación que tuvieron cada uno de los candidatos, es que todos se prepararon y trabajaron para llegar de la mejor manera y con la mayor cantidad de información al debate, más allá de las declaraciones previas. Acá no hubo improvisación, ninguno salió del libreto previamente planificado. Lo que sí hubo y mucho, fueron diferentes recursos del lenguaje como retórica, buena oratoria y dialéctica preparados y estudiados, pero usados de forma espontánea dependiendo de cómo corría el debate. Cada uno tuvo su estilo, y cada uno supo usar esos recursos. Pero en esta oportunidad quien mejor jugó con esas herramientas fue el candidato Alberto Fernández, quien en una primera etapa fue contundente con marcarle la cancha al presidente Mauricio Macri, pero que en una segunda etapa fue mucho más publicitario y marketinero con sus elocuciones.

La segunda conclusión, es que, aunque bien disfrazado estuvo, existió una clara polarización  de ideas, propuestas y chicanas entre Mauricio Macri y Alberto Fernández; que salvo por el candidato Roberto Lavagna que jugó siempre a la ancha avenida del medio; el resto también contribuyó a polarizar; sobre todo con Alberto Fernández por la posición dominante que le dan los resultados de agosto. Cabe destacar que José Luis Esper, Juan José Gomez Centurión y Nicolás del Caño son los que más utilizaron la posición ideologizada al extremo para expresar sus ideas. Pero no sorprendieron en este sentido. El debate para ellos fue la posibilidad de visibilidad y conocimiento.

La tercera conclusión, es que los 13 minutos disponibles que tuvieron en total cada candidato para contar a la sociedad qué quieren para los próximos 4 años, y la metodología implementada para ordenar el debate; les fueron insuficientes a muchos de ellos para exponer ideas, propuestas y argumentos concretos sobre “el cómo” pretenden gobernar. Sin embargo, Alberto Fernández, supo tener un timing destacado por cómo vertió cada uno de sus conceptos y cómo esquematizó los minutos y segundos disponibles en tres etapas: siempre comenzó polemizando con las políticas de Mauricio Macri, acto seguido desarrollaba su idea política, y finalmente cerraba cada bloque de tiempo hablándole al votante como en spot electoral. Al resto de los candidatos, explicar el futuro en 13 minutos les quedaron cortos  y por momentos les fueron una eternidad. Seguramente, para el próximo domingo 20 veremos un debate diferente.

El autor es politólogo y docente.