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La madre de Esteban García le pide un último favor al mar

ARA SAN JUAN

María Victoria Morales, madre del cabo primero Esteban García, exige la verdad al Gobierno nacional. A un año de la desaparición del submarino, recuerda a su hijo y le pide a la gente que no lo olvide. "No merecen quedar olvidados debajo del agua; estaban trabajando para todos nosotros".

María Victoria, Gabriela y Luis ─madre, esposa y padre de Esteban García─, en la Base Naval de Mar del Plata, en enero de este año. (Crédito: Sebastián Ángel)





“A veces me cuestiono por qué lo dejé ir”, se lamenta María Victoria Morales, madre del cabo primero Luis Esteban García, uno de los dos tucumanos que integraban la tripulación del submarino ARA San Juan, que este jueves cumple un año desaparecido.

María Victoria pausó su vida. Cuando supo que la nave en la que zarpó su hijo aquel 25 de octubre de 2017 no volvería a puerto, decidió que no lo dejaría ir por segunda vez.

“Nuestra vida está pausada, encallada, es una pelea, estoy enferma y no tengo obra social, tengo que ir a Tucumán a ver qué hacer; tenemos miedo de irnos y que después no nos vuelvan a recibir en el hotel”, cuenta María Victoria a eltucumano.com. Ella y su esposo se encuentran en Mar del Plata desde octubre del año pasado. Se hospedan en el hotel de la Armada Argentina, donde comparten piso con otras familias de tripulantes que llegaron desde el norte. Afirma que el personal del lugar los hace sentir como en casa, que por el tiempo transcurrido ya son prácticamente una segunda familia. Los días se hacen eternos y están lejos del hogar. Se sienten encallados. Falta Esteban. “Siento que si voy a Tucumán abandono a mi hijo”, asegura la madre, con voz quebrada pero sin resignarse.

Luis, el esposo de María Victoria, es changarín. Es el único de ambos que volvió a Tucumán desde la desaparición de su hijo. Vino a hacer unas changas para juntar plata y poder continuar a la espera de la única noticia que hace un año desean escuchar. “No estamos viviendo, estamos respirando”, asegura María al tiempo que exige de una vez por todas la verdad: “Queremos decirles a nuestros nietos qué pasó con su papá; quiero que sepan la verdad, y si no llego a estar cuando se sepa, quiero que sepan quién fue su papá”. María también pide justicia, pero no a modo de venganza; necesitan dar vuelta la página y seguir: “Quiero justicia; sabemos que el submarino no estaba en condiciones. Queremos saber quién dio la orden. No tengo odio, el dolor no me da lugar a odio”.

Hasta hace poco la madre del cabo primero aún se refería a su hijo en presente, como muchos de los familiares de los tripulantes hicieron durante los primeros días de la desaparición, cuando todavía había esperanzas de encontrarlos con vida, antes de que Elisa Carrió dijera sin tacto alguno, en uno de los programas más vistos de la TV argentina, que estaban muertos, sin haber recibido antes una sola llamada de alguna autoridad para que las palabras de la diputada de Cambiemos fueran sólo unas más en su larga lista de frases polémicas y no la confirmación oficial que terminó siendo.

“Ahora recién estoy hablando en pasado, porque me estaba haciendo daño. Debo seguir por la gente que me ve sufrir; mis nietos merecen una abuela feliz”, señala.
María Victoria guarda recuerdos imborrables de su hijo. De su infancia recuerda el sacrificio, cuando salía a vender helados con 40 grados de calor, o cuando más grande iba a la cancha del club de sus amores, San Martín, y vendía gaseosas a los hinchas. Lo recaudado iba para sus estudios. Salió adelante, cumplió su sueño de ser submarinista a pesar de las carencias.

“Le enseñé valores a los márgenes del Canal Sur, no me da vergüenza decirlo. Trato de no llorar pero las lágrimas se van sin querer. Estoy llorando a una persona de bien, que ama a su Patria; esa persona que se crió vendiendo helados a 40 grados, en la cancha de San Martín vendiendo gaseosa; podemos hacer gente de bien desde la pobreza”, describe.

A las 17, en la Base Naval de Mar del Plata, las familias de los 44 tripulantes les rendirán un homenaje. También participará el presidente Mauricio Macri, quien ─aseguran─ no los quiso recibir nunca cada vez que estuvo cerca; sólo lo hizo en Casa Rosada, sin celulares ni ningún otro dispositivo que pudiera realizar cualquier tipo de registro del encuentro. “Que se comprometa, pero de verdad, que los busquen hasta que los encuentren. Si saben qué pasó, que nos digan para rehacer nuestra vida”, reclama María Victoria.

En Tucumán, los familiares del cabo que viven en la provincia oficiarán una misa en la Basílica de San Francisco (25 de Mayo, esquina San Martín), a las 19. Al término, entonarán el himno nacional frente a la Casa de Gobierno, en Plaza Independencia. “Hoy siento además el abandono de mi provincia, del Gobierno y de su gente. En mi Tucumán no se acordaron de mi hijo; veo la indiferencia”, asegura y agrega: “Hoy no me quiero sentir la mamá de un héroe; todo argentino debería reclamar qué pasó con el ARA San Juan”.

María Victoria no quiere llorar. María mantiene la templanza. Hace unos meses sentía que podría vaciar el mar. Hoy, habiendo pasado más de un año desde que abrazó por última vez a su hijo, le pide al mar un último favor: “El agua se lo llevó, ahora le pido que me lo devuelva”.