La Ruta del Vino ofrece deleite (gratuito) para los cinco sentidos
16 bodegas tucumanas se extienden a lo largo de 100 kilómetros, en plenos Valles Calchaquíes. Degustación de bebidas y comidas y paisajes montañosos en una propuesta turística local.
"La alegría no es solo brasilera", dice un tema de Charly García. No hacen falta grandes viajes para sentirse de vacaciones, ni recorrer grandes distancias para vivir experiencias diferentes a la cotidianeidad. En los valles tucumanos, además de los habituales paisajes y las actividades de temporada, se emplaza una de las grandes propuestas de este verano: la Ruta del Vino.
Según comentó el titular del Ente Tucumán Turismo, Sebastián Giobellina, "la Ruta del Vino promocionará 16 bodegas tucumanas para mostrar cómo interactúa la producción de la zona con el turismo". Los establecimientos se emplazan a lo largo de 100 kilómetros en medio de los Valles Calchaquíes.
Para promocionar el recorrido, el Ente ofrecerá un recorrido diario gratuito que partirá desde la oficina de Informes Turísticos de Tafí del Valle, situada frente a la plaza principal de la villa.
El vino en Tucumán
La zona vitivinícola tucumana por excelencia se emplaza sobre las rutas RN40 y RP307, a lo largo de aproximadamente 100 kilómetros. En invierno su clima es frío y en verano caluroso, pero siempre seco. Además de esto, su alta exposición al sol (más de 350 días al año), sus vientos permanentes y la composición de sus suelos hacen de ésta una zona óptima para la producción de uvas.
Los viñedos se comenzaron a plantar en los valles desde el siglo XVI, pero recién desde finales del siglo XIX empezaron a elaborarse vinos para el mercado. A partir de 1910 se amplió la superficie cultivada y en 1934, el número de hectáreas sembradas era de 83.
En la actualidad, las variedades implantadas en Tucumán son Torrontés, Malbec, Cabernet Sauvignon, Bonarda, Syrah y Tannat: vinos concentrados, estructurados y con buen aporte de alcohol.
Asimismo, los viñedos trabajan con abonos naturales y riego por goteo de agua de deshielo, lo cual favorece la pureza de la uva.
Otra de las perlitas de la ruta es “Los Amaichas”, la primera bodega comunitaria en la zona de Amaicha del Valle y la tercera del mundo que pertenece a una comunidad originaria.