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La emocionante arenga de un maestro tucumano en la piel de San Martín

HOMENAJE

“¡Son la esperanza de América!”, exclamó el educador a sus estudiantes de La Ramada, en Burruyacú, que se emocionaron con la actuación. Mirá el video.





El viernes la mayoría de los establecimientos educativos de todo el país realizaron los tradicionales actos en homenaje a un nuevo aniversario de la muerte del General José de San Martín, padre de la Patria. Niños disfrazados de granaderos, del propio general, de damas antiguas, banderas, marchas militares y el himno; lo habitual. Sin embargo, ninguno de los homenajes se comparó al que tuvo lugar en la Escuela Agrotécnica Mariano Ramos de La Ramada, en el departamento de Burruyacú.

Mientras los alumnos permanecían en fila, un jinete apareció montado en un caballo blanco. Era San Martín, personificado por Ricardo Oliveira, uno de los maestros de la institución, que sin suavizar el galope llegó hasta el frente de la formación entre algunas risas y murmullos de los jóvenes que miraban sorprendidos la escena. Cuando detuvo su marcha frente a los alumnos, el silencio se apoderó del lugar, pero sólo hasta que el jinete tomó la palabra: “¡Soldados!”, gritó, y nadie más pronunció palabra:

“Todos y cada uno de ustedes conocen el esfuerzo y las dificultades por las que hemos pasado. Llegar hasta aquí es bastante, pero nunca es suficiente. El enemigo espera, y espera bien armado, señores. Son la esperanza de la América, cada uno de ustedes lleva consigo lo más importante, ¡la libertad! Trescientos años de masacre y de barbarie tiñen nuestra tierra de sangre, pero hemos venido a decir ¡basta!, ¡se acabó!

Soldados, se me llena el corazón al ver a tantos guerreros dispuestos, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos recordarán este momento con orgullo, porque les dejaremos una tierra digna de ser vivida. Donde puedan sembrar, crecer y prosperar, libres de toda cadena, donde cada hombre pueda decidir su destino sin importar su color, su linaje, su procedencia. Porque todos somos iguales ante el Supremo, así como somos iguales ante la muerte, porque cualquier hijo de mujer merece ser libre de una vez y para siempre. ¡Seamos libres, que lo demás no importa nada!

¡Viva la patria!”

Los alumnos cambiaron las risas por vitoreo y aplausos. La arenga del profesor no es otra que la que San Martín pronunció a sus soldados antes de la Batalla de Chacabuco, el 12 de febrero de 1817, contienda decisiva para la Independencia de Chile.