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"Me dijeron que era bruja y que había pactado con satanás"

Historias de acá

Demonios, vampiros, asesinos, fantasmas, lujuriosos, voyeurs y masoquistas. La literatura de la escritora Melina Moisé está poblada de historias y personajes que combinan lo gótico y lo erótico. Esta es la historia de una transgresora de las letras tucumanas.

Melina, la reina tucumana del terror.





El charco de sangre viscoso y carmesí que sale a borbotones de un cuerpo asesinado con excesiva crueldad. Las sábanas mojadas por los fluidos que han olvidado dos amantes furtivos después de derrochar su pasión. De estas y otras imágenes están colmadas las páginas de la ficción de Melina Moisé, la autora que indaga en lo siniestro, lo terrorífico y lo erótico. La autora, que no tiene tabúes ni prejuicios a la hora de escribir, se define como una transgresora en un medio conservador como el tucumano: “Me dijeron bruja y satánica y me acusaron de hacer apología de la infidelidad y del lesbianismo”.

Su abuela hablaba con los muertos y contaba historias tenebrosas que había escuchado en su pueblo al norte de Bologna, en Italia.  Melina creció escuchando esos relatos plagados de fantasmas, brujas y gente poseída por el demonio que narraba Enrica Victoria Terzi. A los doce años escribió a mano su primera novela, una historia de amores desencontrados, venganzas y aparecidos. Ahí empezó a despuntar su gusto por lo esotérico y por la literatura la mujer que desde hace 25 años escribe historias truculentas que fascinan a tantos tucumanos y escandalizan a muchos otros.

“Lo gótico es la impronta que me ha dejado mi abuela. Siempre me ha gustado buscar esos secretos de la historia de la humanidad que están más allá del entendimiento , el morbo de lo prohibido y los aspectos ligados al lado oscuro del hombre”, cuenta Melina, los labios pintados de fucsia y los dedos adornados de grandes anillos. Mujer voluptuosa de mirada firme y palabras convencidas. “Mi abuela era médium, tenía ese don. Ella tenía la potestad de invocar a los espíritus. De chica, yo conocía las formas de invocación, conjuraba, invocaba y tenía una tabla de guija. Había en mí una cuestión medio satanista, aunque siempre me penaban por hacer esas cosas. La cuestión brujeril aparecía no sólo en mis escritos, sino también en esas experimentaciones”, explica la escritora.

“En Tucumán hay morbosidad en el ambiente”, define Moisé que creció escuchando las historias  que contaba su nona, pero también los relatos de autores como Gustavo Adolfo Bécquer y de Edgard Alan Poe. Con esas influencias forjó una literatura donde reina lo gótico, lo terrorífico y lo siniestro. Esas historias hoy son disfrutadas por un público amplio integrado, sobretodo, por adolescentes.

Pero sus comienzos como escritora, hace ya más de 25 años, no fueron nada fáciles. Sus historias eran leídas y también miradas de reojo por los lectores más conservadores: “Cuando empecé era mal mirada mi literatura porque acá si escribís sobre brujería sos bruja o tenés un pacto con el diablo. Esas ideas en algunos siguen vigentes. En mis relatos hay posesos, fantasmas, vampiros y licántropos. El vampiro, por ejemplo, tiene cierta sensualidad y a eso lo veían como demasiado transgresor. A los tucumanos todavía nos falta salirnos de esos modelos colonialistas de la iglesia que trajeron los evangelizadores”.

En aquellos primeros años, cuando le tocaba leer sus relatos en público, muchas señoras bien, gente de apellidos célebres en la provincia, se levantaban y se iban sonrojadas: “Me decían que estaba leyendo horrores y que atentaba contra la iglesia”. Si los relatos góticos eran leídos de manera prejuiciosa, más aún aquellos cuentos eróticos colmados de sensualidad y lujuria: “Me han llegado a cuestionar porque decían que hacía apología de la infidelidad y del lesbianismo.  Muchos te dicen que, si escribís eso, es porque sos libertina. Muchos hombres se confunden, hay cierta morbosidad en mirar por el ojo de la cerradura de mi vida. Creen que vendes tu cuerpo, no lo ven como un producto cultural”.

Además de escribir, Melina hace espectáculos performáticos donde se combinan la literatura, la puesta en escena y la coreografía. Algunas veces esos shows también son censurados por ser considerados provocadores, sin embargo, aclara “trato de que sea erótico, no pornográfico. Es decir, algo centrado en la sensación y no en la visualización erótica”. Esa faceta de su obra aborda temáticas que, para las miradas censoras, son tabúes como el lesbianismo, la homosexualidad masculina, el sadomasoquismo, el voyeur y las orgías.  


“Soy una persona jugada en todos los niveles de mi vida y me atengo a las consecuencias. Fui transgrediendo todas las vallas que me han ido poniendo y nunca me amoldé a los cánones de la literatura tucumana que es más bien lírica y regionalista”, dice convencida mientras recuerda que creció en un hogar muy machista donde tuvo que luchar contra las imposiciones patriarcales: “Me ha costado horrores, pero yo sigo con la mía, sigo escribiendo y haciendo los espectáculos”.

Melina comparte su oficio de escritora con la docencia. En estos años no ha parado de formarse y a esos conocimientos los ha volcado a su literatura: “Me Considero una persona que, de pronto, usa la faceta académica para generar nuevas posibilidades en la ficción literaria”. En esa búsqueda constante de la experimentación y de la transgresión, la escritora ha ficcionalizado en algunos relatos crímenes célebres ocurridos en la provincia: “Es un terror psicológico ligado al policial donde los personajes son asesinos, fetichistas, violadores o femicidas”.

La escritora ha publicado numerosas obras como “In cauda venenum” (1995), “Memorias del Abismo” (2007), “Antes del mordisco” ( 2011), “ Seducción de antropófagos” (2016), entre otras. Ha participado además de encuentros y festivales nacionales e internacionales ligados a la literatura gótica. Melina, como buena maestra de la ficción, prefiere mantener en suspenso su edad. Si se tiene que definir, se define como una transgresora. Como artesana del horror literario, Melina sabe lo que genera miedo: “El miedo para el hombre es lo desconocido y la monstruosidad, pero esas variables  a mí no me da miedo. La omnipotencia de las personas, la alienación del ser humano eso es lo que me da miedo”, dice para cerrar la entrevista y continuar pergeñando mundos llenos de terror y de lujuria.

¿Vos te vas a animar a leerla?