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"Hoy es su día": Robertito, el inspector de colectivos más famoso

HISTORIAS DE ACÁ

Tiene 42 años y una gran pasión: ayudar a los choferes cuando se sube al 8, 19 y 131. Su historia de superación conmueve a los colectiveros y asombra en la Legislatura. En el Día Mundial del Síndrome de Down, su mamá Mary cuenta cómo se construye un vínculo tan especial: "Cuando nació me dijeron que era un niño de corta vida, pero aquí está mi hijo: es un torito". VIDEO

Robertito con los muchachos de la línea 8.





“No sé cómo sabían los médicos porque cuando yo lo vi nacer era un bebito gordito y rubito y no se notaba, pero bueno, por algo son médicos”. La voz que sale del teléfono viene de una casa muy especial en la calle Brígido Terán al 700. Y quien habla es Mary, la mamá de Robertito, su hijo de 42 años con síndrome de Down.

Mary recuerda que era muy joven cuando quedó embarazada del primero de seis varones: Robertito, Gustavo, Marcelo, Fernando, Cristian y Emmanuel. “Todos le decimos Robertito. A veces le digo viejito pero mi hijo hermoso es como si fuera un chiquito. Necesita más atención que los hermanos y desde temprano ya está arriba: le gusta salir a tomar café y si yo estoy en la cama porque ya tengo mis años, Robertito viene y me dice ‘Vamos, vamos’ y me abraza fuerte, muy fuerte, te aprieta tanto que te da paz”.

Hace cuatro décadas no había ecografías para que Mary supiera lo que iba a pasar aquel 11 de octubre en la Maternidad: “Me enteré cuando nació. No entendía bien. Cuando sos tan jovencita no asimilás lo que es un niño down. Es más común que las madres sean personas más grandes. Pero con el tiempo fui aprendiendo y fui viéndolo crecer. Antes no se hablaba mucho del síndrome de Down, pero los médicos siempre me pedían que lo controlara porque son niños de corta vida. Pero aquí está: bien de salud, gracias a Dios. Es un torito”.

A la espera de salir a cenar con su hijo a la Refinor del parque porque hoy es el Día Mundial del Síndrome de Down, Mary atiende al diario el tucumano y cuenta que generalmente salen a comer al mediodía, pero que justo hoy no pudo porque tenía el hermoso plan de ir a Edet con una boleta de 4 mil pesos en la mano: “No tenemos ni aire acondicionado. Yo trabajo al día. Hago humitas y tamales para El Portal, así vivimos. Quise financiar el pago y tenés que dejar el 30 % del monto. Está duro todo, pero cuando llega Robertito todo se pasa”.

¿De dónde llega Robertito? Todos los días, como si tuviera su propia parada de colectivos toda para él, los amigos choferes del 8, del 19, del 131 pasan a buscarlo. José María Quiroga, el chofer del ascenso de San Martín, es uno de sus mejores amigos y le hace juego de bocinas cuando pasa a buscarlo, un ritual que empezó con Darío, otro amigo ya de la familia: "Es un genio. Sube al colectivo y te cambia el día. Es tan espontáneo que te alegra cada vez que lo ves", cuenta Quiroga.

“Al principio no le gustaba salir mucho a Robertito y ahora se queda llorando si no lo dejo salir. Todo empezó cuando Darío lo llevó a dar una vuelta, otra vuelta más, y otra más y Robertito no se quería bajar del colectivo. Iba por San Cayetano, el centro, barrio El Bosque... Siempre viaja sentado en el primer asiento y se siente como él dice: ‘El inspector de colectivos más famoso de Tucumán’. Les da las planillas a los choferes, maneja una computadorita, les cambia la bolsita. Todos lo adoran. No sabés lo que sufre cuando hay paro de colectivos. Llora”.

El día preferido de Robertito, en cambio, es cuando el 8 lo busca, va hasta la terminal y lo llevan en el 131 hasta la Legislatura: “¡Entra como si fuera el gobernador! Saluda a todo el mundo y lo ven llegar y ya empiezan: ‘¡Hola, Robertito! ¿Que vamos a tomar una Coquita? Desde que me quedé viuda, me acompaña a todas partes: me ayuda con las compras y cuando le prometo que le voy a comprar un pantalón no deja de preguntarme cuándo vamos al centro". 

"Mi hijo es un amor de persona y esa pureza es algo hermoso que tiene él. Hoy en este día tan especial, te puedo asegurar que no hay muchas personas así”, se despide Mary porque se tiene que cambiar para la cena y después de regreso, caída la noche, una película de Palito Ortega por Volver o por la Tablet. Lo revela Mary: “Ama las películas de Palito. Son una excusa para que cante su tema preferido. Ese que dice: “La gente en la calle parece más buena, todo es diferente gracias al amor...”

Mary, la mamá de Robertito, con Palito Ortega, el ídolo de su hijo.

Robertito con el chofer José María Quiroga e Isabella, su hermosa bebé.